EL OTRO DÍA me pidieron que cantara en una boda. Me entraron sudores fríos y una risa histérica y lo primero que hice fue responder con un icono tal como este: 😱 (también fue mi respuesta cuando mi profe de la autoescuela me dijo que me iba a apuntar al examen, porque yo soy así de expresiva). Pero se me fue la pinza y dije que sí (también a lo del examen, aunque después suspendí dos veces antes de sacarme el carné de conducir). Y la risa histérica se intensificó, porque de repente me di cuenta de que no se trata de cantar en la ducha sino en la boda de alguien.
Vamos, un ataque agudo del Síndrome del Impostor, como el que sufrí hace dos años cuando comencé la campaña de crowdfunding para publicar Cuando la luna brille (mi novela de vikingos).
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