LA SEMANA PASADA TERMINÉ de leer Palmeras en la nieve, de Luz Gabás, y como el libro no me dejó indiferente decidí que escribiría aquí una entrada sobre él. Pero como no podía decidirme (¡hay tantas cosas de las que podría hablar!), abrí una encuesta en twitter para elegir el tema de hoy. Después de una ronda de desempate (en la primera encuesta quedó descartado que hablase sobre el final), la cosa quedó tal que así:
Segunda vuelta para el desempate: La próxima entrada/reseña, sobre #PalmerasEnLaNieve, debería tratar de… ❔
— Elena Álvarez (@esq_dobladas) 25 de mayo de 2017
De modo que la entrada de hoy va de pasado vs. presente o, lo que es lo mismo, de…
«Palmeras en la nieve» y el modelo Kate Morton en la novela histórica
El modelo Kate Morton
He leído cuatro libros de Kate Morton: El jardín olvidado (el que más me gustó) El cumpleaños secreto (el que menos), La casa de Riverton (el primero que leí) y Las horas distantes (este ni fu ni fa) y, en todos ellos, la autora emplea la misma estructura. La premisa del modelo Kate Morton es que la historia tiene dos líneas argumentales, relacionadas entre sí, que van alternándose (y entrelazándose) a lo largo del libro:
- Una en el pasado, donde hay un misterio que lleva años sin resolver.
- Una en el presente, donde un descendiente o personaje implicado en el misterio del pasado empieza a investigar qué ocurrió.
Al final, claramente, terminamos desvelando el misterio, pero no sin antes haber sido atrapados sin ningún tipo de piedad por una historia frenética llena de plot twists, es decir, giros de trama totalmente inesperados: parecía que Fulanito era el asesino, pero, de repente, ¡zas!, resulta que no fue él sino su hijo secreto o su primo que estaba en un psiquiátrico.
En esta entrevista, la propia Kate Morton desgrana la receta de sus libros:
Escribo novelas históricas, pero en realidad no lo son, porque están ambientadas parcialmente en el presente; y son historias de misterio, pero no siempre hay un detective; y sagas familiares, pero no en el sentido acogedor: simplemente hay una familia y sus secretos.
Por regla general, a mí me gusta el Modelo Kate Morton. En parte porque, como ella misma dice, no se trata solamente de contar la Historia, sino de la historia que se vive y los restos que todavía están a nuestro alrededor. Personalmente, siempre prefiero historias particulares (como las de los vikingos anónimos de mi novela) a grandes relatos de batallas épicas, de reyes y conquistas (aunque de vez en cuando estas tampoco están de más).
Sin embargo, pese a que cuando empiezo el libro el planteamiento suele tenerme encandilada, al final siempre me deja un sabor agridulce. Lo que Kate Morton admite que le llama la atención a mí me entristece:
Siempre incluyo una línea argumental contemporánea, sin embargo, porque estoy mucho más interesada en la relación entre el presente y el pasado (la idea de que el pasado y sus secretos están siempre con nosotros) de lo que lo estoy por el aspecto histórico por sí solo.
¿Y por qué me entristece? Porque a mí sí que me interesa más la parte histórica y porque, por lo general, las historias que quedaron inconclusas en ese pasado se resuelven en los libros que siguen el modelo Kate Morton demasiado tarde para sus protagonistas. Aunque los biznietos consigan resolver el misterio, ya no hay tiempo para que la señora se reencuentre con su amado o para que le pida disculpas a los que ofendió. Supongo que me hace sentirme incómoda con la comprensión de que la vida es finita, pero eso no impide que los libros de Kate Morton me gusten, y mucho.
Y, de hecho, no es Kate Morton la única en aplicar este modelo a sus novelas: parece que últimamente está de moda y seguro que te suena de libros como El cuento número trece, de Dianne Setterfield; Dime quién soy, de Julia Navarro o, sin ir más lejos, Palmeras en la nieve.
Palmeras en la nieve
Mi primer contacto con esta historia no fue con el libro sino con la película: ni la he visto ni me llamaba mucho la atención, pero por lo menos sabía que existía. Hasta que una amiga me recomendó la novela; me dijo que probablemente no se convertiría en mi libro favorito, pero que estaba mejor de lo que ella también se había esperado en un principio.
Así que le hice caso y me animé.
Y lo cierto es que he tenido sensaciones encontradas durante todo el libro, pero al final le he dado cuatro estrellas (de cinco) en Goodreads, así que puedo decir que, después de todo, me gustó. Por varias razones:
La ambientación
Para empezar, y creo que esto es difícilmente discutible, tengo que destacar la ambientación. Por lo exótica y fascinante, pero también por lo vívida que resulta. Aparte de que es un tema (del que me avergüenza un poco admitir que yo no tenía ni idea: aunque solo fuera porque el libro me ha hecho aprender ya podría decir que ha valido la pena leerlo) poco manido y la originalidad hace que también gane puntos.
La trama
La trama de enredos, aunque más abajo hablaré de por qué no ha terminado de convencerme, tiene un planteamiento interesante y de lo más telenovelesco (pero en el sentido positivo de las comedias del Siglo de Oro).
Los personajes
Los personajes son bastante creíbles, cada uno con su personalidad y rasgos propios (nada que ver con las cáscaras vacías de Dime quién soy).
La documentación
Y, relacionada estrechamente con el primer punto, está la fabulosísima labor de documentación de la autora. Se nota que Luz Gabás es de las mías: a las dos nos encanta reunir datos y contar cómo era la vida en el pasado. Además, mi parte favorita del libro es precisamente la nota final de la autora, en la que en unas pocas páginas nos cuenta no solamente cómo se ha documentado (me parece fascinante que nos hable de sus fuentes de información, de forma muy parecida a lo que hago yo aquí con mis entradas de documentación extrema), sino también qué parte del argumento es ficción y qué tiene una base real. Y, además, explica en qué partes ha dejado el rigor histórico de lado por necesidades del guión.
Todos los hechos históricos, así como la ambientación de la novela, han sido rigurosamente contrastados. No obstante, sé que los lectores más eruditos en el tema de Guinea sabrán perdonar algún leve cambio (como la marcha de los nigerianos que he adelantado en la novela) o sutilezas (como la nueva decoración del Anita Guau) por motivos literarios.
Sin embargo, también hay algunos puntos que no me convencieron de la novela (vamos, lo que vienen a ser las opciones que puse en la encuesta de twitter de hace 1000 palabras):
Las descripciones
Aunque no llega a caer en un infodumping descarado (algo por lo que doy gracias), en mi opinión a la novela le sobran descripciones. En parte, sé que esto es porque yo soy más bien partidaria de la sencillez y de contar las cosas con el menor número de palabras posible, pero la verdad es que tantos detalles me abrumaban un poco.
El final
Si bien tantas descripciones ralentizan el ritmo de casi toda la novela, de repente cuando llegamos al final ¡hale, a correr! Pese a que la autora llevaba cientos de páginas con un show, don’t tell bastante acertado, de pronto nos suelta un capítulo recopilatorio de «atar cabos», es decir, de estos donde te cuentan qué pasó con Fulanito después de que terminara la acción, cuántos hijos tuvo Menganito y dónde se quedó al final a vivir Zutanito.
A veces, es mejor dejar las elipsis (los saltos en la narración) tal cual: si hay cambios ya se encargarán los personajes de hacérnoslos ver con su forma de actuar. No hace falta que me metas escenas para rellenar lo que, por otra parte, ya sabemos que pasó. Por eso, el final me pareció demasiado explicativo y, sobre todo, demasiado cerrado. Vale que fuera el desenlace más realista de la trama, pero yo creo que hubiera preferido algo más en el aire y que ya cada lector se imaginase lo que quisiese.
El manejo de la tensión
En cuanto al manejo de la tensión, creo que el principal problema de Palmeras en la nieve es que la autora desperdició una grandísima oportunidad que tenía de utilizar la ironía dramática. Ya te dije en este artículo que es mi nuevo recurso favorito y que soy parcial con este tipo de cosas porque me derrito en cuanto me ponen a dos personajes reencontrándose, pero ¡es que teníamos todos los ingredientes! No es spoiler: desde el momento uno sabemos que hubo dos amantes que tuvieron que separarse y que no pudieron volver a verse durante años. Siguieron con sus vidas y, al final, son sus hijos los que propician una especie de reconciliación con el pasado (aquí está de nuevo el modelo Kate Morton).
Pero, en vez de crear tensión con la anticipación en el lector de que las dos líneas argumentales de la historia van a coincidir por fin, la autora lo juega todo a la baza de los plot twists: como no sabemos en realidad quién es quién, la única emoción nos la produce la revelación de la verdad. ¿Y no sería mejor sacrificar esa pequeña revelación (que, a ver, vale que hay misterio, pero si no es A es B; tampoco es que tengamos treinta opciones) y dejar que el lector sepa más que los personajes? A mí me habría puesto la piel de gallina haber sabido el porqué de las reacciones de los personajes en según qué escena, más que la incertidumbre de no sé qué está pasando, ¿por qué todos actúan de forma sospechosa?
Y, por último, tenemos el modelo Kate Morton:
El modelo Kate Morton en Palmeras en la nieve
La estructura de Palmeras en la nieve está inspirada en el modelo Kate Morton: las dos líneas argumentales se van alternando hasta que coinciden. Pero no me han convencido para nada los momentos en el que saltamos del pasado al presente y viceversa: creo que en vez de bloques de capítulos y capítulos seguidos en el mismo punto, habría funcionado mejor una estructura de saltos continuos (o, directamente, una narración cronológica). Más alternancia habría aligerado la narración: sobre todo, porque el principal problema que le veo al libro es la forma en la que las dos tramas están relacionadas. No es solo que una de las tramas (la del pasado) me parezca más interesante que la otra: ¡es que creo que si elimináramos la del presente el libro hasta ganaría!
Para que el modelo Kate Morton funcione, hacen falta personajes carismáticos que lleven las dos líneas argumentales. En Palmeras en la nieve, el protagonista del pasado consigue que nos interese lo que le pasa. La del presente, no. Ni su investigación, ni lo que hace con lo que averigua, ni por supuesto cómo termina después de las revelaciones pertinentes (y creo que por eso hacia la mitad pierde peso la narración de Clarence y nos centramos más en Daniela). Si lo único que importa de la trama presente es qué diablos ocurrió en el pasado, hay algo que falla.
En el modelo Kate Morton, las revelaciones del pasado tienen consecuencias en el presente. Porque, si no las tuvieran, los personajes no les darían más importancia a lo que hicieron sus padres o sus abuelos en sus años mozos: sería una historia más y punto. Hace falta una excusa algo más poderosa para que el lector acepte que le hayamos contado toda esa historia.
Y, en mi opinión (totalmente subjetiva, claro está, que para eso es una opinión), en Palmeras en la nieve las consecuencias de esas revelaciones, aunque condicionan a los personajes, tienen muy poco peso en la trama: pasamos por ellas de puntillas, en ese capítulo final que ata cabos, sin dejarnos explorar qué implican realmente (y sin dejar que los propios personajes actúen en base a ellas).
Aunque, como dije al principio, la verdad es que pese a todo el libro me gustó: mi amiga tenía razón y, por lo menos, me resultó entretenido. Quizás, más adelante, me anime con Regreso a tu piel o Como fuego en el hielo, los dos otros libros que tiene Luz Gabás publicados hasta el momento… ¡o, al menos, con la peli de Palmeras en la nieve! ¿Tú la has visto? ¿Has leído también el libro? ¿Eres fan de Kate Morton? ¿Y de su modelo? ¿Conoces algún otro libro que siga esta estructura? ¿Crees que funciona? ¡Déjame un comentario! Y, como siempre te pido, si te ha gustado la entrada ¡compártela!
Además, Marytta me ha confirmado que el Postre Literario de junio (que toca el miércoles 21, por cierto), también va a estar basando en Palmeras en la nieve: ¡así que ya sabes, a incluirlo en la lista de lecturas para el verano! Seguro que el postre de Mary es perfecto para llevarlo a la piscina 😉 Para no perderte nada, suscríbete a mi lista de correo:
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