LO PRIMERO QUE VENGO a contarte hoy es que a partir de esta entrada todos los miércoles va a haber artículo nuevo. Hasta ahora he ido cambiando y probando diferentes opciones y al final he llegado a la conclusión de que es mejor fijar un día (así que ya sabes, todos los miércoles te quiero aquí) para publicar las entradas. Esto, por supuesto, se traduce también a los Postres Literarios, en los cuales María Vogel nos hablará de dulces de la literatura el tercer miércoles de cada mes (sí, sí, ¡la semana que viene toca!).
Dicho esto, voy a meterme de lleno con la segunda parte de esta serie de entradas, en las que no hago otra cosa que desahogarme por las frustraciones que a veces me atacan cuando me pongo a documentarme, bien porque hay tanta que me desborda y me agobio, bien porque no soy capaz de encontrar absolutamente nada (y también me agobio).
Entremos en materia; la situación es esta: yo sigo escribiendo mi novela ambientada en la República Democrática Alemana (Alemania Oriental o RDA) y resulta que a mis personajes les ha dado por comprarse una televisión. Ah, pero yo no tenía ni idea de televisiones. Así que me he hecho la gran pregunta:
¿Cómo era la televisión en la RDA?
Hace tiempo encontré esta estupendísima página, que me ha salvado la vida en varias ocasiones, en la que encontramos un listado muy completo de los precios que tenían los productos que podían comprarse en los supermercados (lo cual de paso confirma mi teoría de que no había lecheros en la RDA). Una cosa fantástica que tienen los países que siguen un sistema comunista (al menos a la hora de documentarse) es que como la economía está planificada los precios son impuestos por el Estado. ¿Y esto en qué se traduce? En que, desde 1954 hasta 1984 los precios de la mayoría de los productos se mantuvieron fijos. Cuando aparecía un nuevo producto, en este caso, una televisión, se fijaba su nuevo precio de venta. De modo que una televisión (en el año que nos ocupa, que en este caso es 1977), podía costar entre 1500 y 5000 Marcos de la RDA, dependiendo de las características y de si era en blanco y negro o en color.
Y aquí es donde la cosa se complica, porque resulta que esto de las televisiones en color es una cosa muy compleja y existen varios sistemas. Y la cosa es que estos sistemas no suelen ser compatibles entre sí. La RFA (Alemania Occidental), que empezó antes a emitir en color, escogió un sistema que se llama PAL y que aparentemente es el que también utilizábamos en España cuando se teníamos televisión analógica. La RDA decidió entonces que iba a utilizar un sistema diferente (por llevar la contraria), el que se empleaba en Francia, que se llama SECAM, y que por supuesto no es compatible con el primero.
Obviamente, esto no fue casualidad: En la RDA prácticamente todo el mundo tenía acceso a la televisión del otro lado del Telón de Acero (este mapa tan aparente nos muestra que, por ejemplo, a Dresden no llegaba la cosa). A la gente le gustaba saber qué ocurría en el resto del mundo (según el director de investigación del Museo de la RDA) y la televisión nacional (que, por si te lo estabas preguntando, era estatal y contaba con dos cadenas, una en blanco y negro y otra en color) no contaba por descontado nada de eso. Los dirigentes de la RDA sabían lo que quería la gente, como es natural. Así que, cuando empezaron venderse televisiones en color, a partir de 1969, solo eran compatibles con el sistema SECAM. Voilà, ya no se podían ver las noticias de la RFA. Bueno, hasta que empezaron a aparecer aparatos que hacían posible ver el otro tipo de televisión, en plan pirata (porque el ser humano tiene mucha inventiva cuando le interesa).
Finalmente, en diciembre de 1977 se autorizó la venta de televisiones compatibles tanto con el sistema PAL como con el sistema SECAM. Y después de la reunificación toda Alemania volvió al sistema PAL, el de la RFA.
Respecto a la programación de uno y otro lado he descubierto varias cosas interesantes:
- La primera, que resulta que en la RDA echaban Curro Jiménez.
- La segunda, que en la publicidad se ha engañado de toda la vida, como podemos ver en este instructivo vídeo.
- La tercera, que había un simpático personaje que mandaba a los niños a la cama cuando empezaba la programación para adultos (a las 19:00).
De todo esto (y después de haber buceado largamente en páginas tan farragosas como esta), en resumen, me quedo con un par de cosas que pueden serme útiles para mi novela:
- Una televisión era cara pero asequible para la población (y el Estado se encargaba de que así fuera), aunque no había una en todas las casas (dato curioso: en 1989, tan solo un 24,6% de la población de la RDA tenía teléfono fijo).
- La RDA y, especialmente, Berlín Oriental, eran un lugar privilegiado con respecto al resto de países pertenecientes al Pacto de Varsovia en cuanto a comunicaciones y contacto con los países occidentales se refiere.
- En los supermercados de la RDA podía comprarse de todo: desde electrodomésticos hasta decoración navideña.
¡Y eso es todo por hoy!
¿Te ha parecido una entrada interesante? ¿Te ha hecho sentir una profunda nostalgia de los tiempos que precedieron al apagón analógico? ¿Tienes una televisión tan prehistórica que hay quien te pregunta que si es en color (esto es tal cual lo que me dijo mi madre cuando se compró la suya, para restregármelo por la cara)? ¡Comparte la entrada y cuéntamelo en los comentarios!
Crédito de la foto: © Cynthia Bodnar for https://pixabay.com/
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