La tarta de cumpleaños de «Harry Potter y la piedra filosofal»

HOY TENGO VARIAS HISTORIAS que contaros.

La primera: mi cocina sigue igual de destrozada que hace un mes, con un añadido: se nos ha muerto el lavavajillas. Pero muerto al nivel de que ayer estaba funcionando y de repente se puso a echar humo. Vamos, que aunque veáis unas fotos muy bonitas, tenéis que saber que el postre de hoy ha sido cocinado en medio del más absoluto desastre cocinil imaginable.

La segunda: este no es el postre que tenía planeado para este mes. Aunque me encanta el resultado y creo que es perfecto para esta fecha, tengo que confesar que ha sido una decisión de última hora, después de un desastre culinario del que, me temo, no le puedo echar toda la culpa al estado de mi cocina. Así que sí, lo admito: algunas de mis recetas tienen resultados catastróficos. Pero esa historia me la guardo para otra ocasión, porque ahora vamos a hablar de que…

¡Estamos de cumpleaños!

No vosotros, ni yo. Me refiero a los Postres Literarios. ¡Sí! Hace exactamente un año y cuatro días que compartí con vosotros mi primera receta: el pudding de navidad de Harry Potter. ¿Os acordáis? Sí, aquel que echaba fuego. Desde entonces hemos ido probando nuevos postres y explorando nuevos libros, y tengo que decir que me lo he pasado genial en el proceso y he aprendido un montón. Así que quería celebrarlo con todos vosotros. Y, una vez descartada la catástrofe culinaria de la que os hablaré algún día, me di cuenta de que lo que realmente hacía falta este mes era una tarta de cumpleaños.

La verdad es que me planteé hacer una tarta de cumpleaños sin más, no relacionada con ningún libro. Pero al fin y al cabo, esto se llama Postres Literarios por alguna razón. Así que empecé a pensar en libros donde hubiese tartas de cumpleaños… y se me ocurrió uno que haría la celebración todavía más redonda.

Curiosamente, al día siguiente de tomar la decisión, Dory me enseñó esta publicación en Facebook , muy relacionada con lo que yo tenía en mente.

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Volvemos a nuestros inicios o, si preferís una referencia más Potterhead, «me abro al cierre».

¿Ya lo habéis adivinado? Sí, volvemos a nuestros inicios con Harry Potter y la piedra filosofal. ¿Recordáis la famosa escena en que Hagrid le dice a Harry «Eres un mago, Harry» y le entrega su carta de Hogwarts? Pues antes de eso le hace entrega de algo casi tan importante: una tarta de cumpleaños. Probablemente, la primera tarta de cumpleaños que Harry ha tenido en su vida.

‘Anyway — Harry,’ said the giant, turning his back on the Dursleys, ‘a very happy birthday to yeh. Got summat fer yeh here — I mighta sat on it at some point, but it’ll taste all right.’ From an inside pocket of his black overcoat he pulled a slightly squashed box. Harry opened it with trembling fingers. Inside was a large, sticky chocolate cake with Happy Birthday Harry written on it in green icing.

Os lo pongo en inglés por una razón: para que veáis que la versión de la tarta que nos ofrece la película no es exactamente fiel al libro.

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No lo digo por la cobertura rosa, que me da bastante igual, sino por el hecho de que pone «Happee Birthdae Harry». Y ahora es cuando saco mi vena friki y hago una apología de Hagrid. Pero es que Hagrid no es tonto. Lo expulsaron de Hogwarts injustamente cuando estaba en su segundo curso, negándole acceso a la educación y a la magia, pero está claro que, si había llegado a segundo, sabía escribir perfectamente. Por eso me indigna que en la película lo pongan como alguien que no sabe ni escribir «Happy Birthday». De hecho, para probar que tengo razón, he hecho una búsqueda en google de las cartas que Hagrid le escribe a Harry a lo largo de la saga. ¿Y sabéis qué? Que todas están perfectamente escritas. Al igual que en la imagen de la tarta que nos ofrece Pottermore. Porque sí, entré en Pottermore para documentarme (se ve que Dory me está pegando esto de obsesionarse con la documentación). Y ya que estamos, hice todos los tests habidos y por haber, y os informo de que soy Slytherin (al igual que la primera vez que hice el test, hace ya años), mi varita es de secuoya con núcleo de pluma de fénix y mi patronus es un mirlo. Para que lo sepáis.

Pero basta de enrollarme. La cuestión es que el libro nos habla de una gran tarta de chocolate, pegajosa, con las palabras «Happy Birthday Harry» escritas en verde. La teoría estaba clara, pero tenía que encontrar una receta pegajosa en lugar del clásico bizcocho de chocolate. Tras mucho investigar, me decidí por adaptar esta receta de Alma Obregón. Así que vamos allá.

INGREDIENTES:

Para la base:

1

  • 1 vaso de leche
  • 4 cucharadas de cacao en polvo
  • 1 paquete de galletas María

Para el relleno:

2

  • 350 g de chocolate negro, troceado
  • 700 g de queso mascarpone
  • 250 g de azúcar
  • 230 g de nata líquida (mínimo 35% de mat. grasa)
  • 3 huevos

Para la cobertura:

3

  • 220 g de chocolate negro, troceado
  • 220 ml de nata líquida
  • 1 cucharada de mantequilla

Para las letras:

4

  • 1 taza de azúcar glace
  • Agua
  • Colorante alimentario verde

PREPARACIÓN:

1. Para la base, mezclamos la leche en el cacao, mojamos las galletas en la mezcla y las colocamos sobre la base de un molde (previamente untado con mantequilla).
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Reservamos. (Y de paso, acordaos de poner a precalentar el horno a 180-200 ºC).

2. Tras trocear los 350 g de chocolate, los ponemos en un bol. Calentamos la nata hasta que hierva y la vertimos sobre el chocolate, removiendo despacito para derretirlo.
6

3. En otro recipiente, batimos el azúcar y el mascarpone. Añadimos los huevos y seguimos batiendo hasta que se incorporen totalmente.
74. Añadimos a esta mezcla el chocolate fundido y removemos bien hasta que la mezcla quede homogénea.
85. Vertimos la mezcla en el molde, sobre la base de galleta. Es una masa espesa, así que extendedla bien para que quede igualada.
96. Horneamos a 180 ºC durante 15 minutos. A continuación, a 120º durante al menos una hora, puede que incluso una hora y media. Tened en cuenta que la tarta no parecerá completamente hecha, sino que se notará bastante líquida. Es normal; se endurecerá al enfriarse.

(Lo admito: yo no las tenía todas conmigo a este respecto y la dejé más rato en el horno, pero seguía estando líquida y solo sirvió para que quedase más baja. Al enfriar quedó perfectamente sólida. Aprended de mis errores).

Cuando la tarta esté a temperatura ambiente, la dejamos en la nevera y pasamos a hacer la cobertura:

1. Una vez más, ponemos el chocolate picado en un bol, ponemos la nata a hervir y la echamos por encima, removiendo despacio para fundir el chocolate.

2. Cuando el chocolate esté perfectamente derretido, añadimos la mantequilla y seguimos removiendo despacio hasta que se funda también.
10.jpg3. Dejamos reposar hasta que se enfríe del todo (podéis incluso dejarlo en la nevera) y luego batimos de nuevo. Ya no será una mezcla líquida, sino que tendrá una consistencia cremosa perfecta para cubrir la tarta.

4. Así que ¡cubrimos la tarta! Por supuesto, tendréis que esperar hasta que esté perfectamente fría y sólida. Yo recomiendo dejarla una noche entera en la nevera antes de este paso. Después, extender el chocolate por la superficie y los lados de la tarta será pan comido.

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(Que no os asuste lo verde: es para hacer las letras. La explicación viene ahora mismo).

Y vamos con las letras. No he puesto cantidades exactas en los ingredientes porque esto es cuestión de prueba y error. Además, no he usado ningún «aparato» para escribir sobre la tarta, sino que he ido haciendo las letras con el borde de una cuchara. Naturalmente, se puede usar un lápiz de pastelero, una manga pastelera con una boquilla muy fina o cualquier otro método que se os ocurra, pero yo no me imaginaba las manos gigantescas de Hagrid dándose maña con cualquiera de estas cosas, así que opté por un estilo más «rústico». Y la verdad es que igual me he pasado un poco y no se lee tan bien como debería, pero eh, Hagrid se sentó sobre la tarta durante el viaje para ir a buscar a Harry, así que la suya tampoco estaría perfecta. (Lo sé, lo sé, es una excusa muy mala).

En resumen, las instrucciones para las letras:

1. Ponemos el azúcar glace en una taza o un cuenco pequeño.

2. Vamos añadiendo agua cucharada a cucharada, removiendo cada vez hasta que la mezcla tenga una consistencia parecida a la de la pomada.

3. Vamos añadiendo el colorante poco a poco. Dependiendo del tipo de colorante necesitaréis más o menos cantidad; id experimentando hasta que encontréis el tono que más os guste.

4. Para aseguraros de que las letras quedarán legibles, podéis practicar antes sobre papel de horno. Cuando estéis listos, es hora de escribir sobre la tarta.

¡Y listo! Ya tenemos nuestra tarta de cumpleaños.

Espero que hayáis disfrutado con esta receta y con todas las demás tanto como yo. Brindemos (con tarta) por otro año lleno de postres y de libros.

¡Hasta la próxima!

María Vogel

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