Mal que nos pese, a todos los escritores, más si somos de novela histórica, se nos escapa de vez en cuando un poquito de infodumping.
Especialmente cuando estamos escribiendo el primer borrador, en el que todavía estamos volcando información desordenada, cuando todavía no nos hemos puesto serios y se nos cuelan diálogos demasiado literales, repetimos el mismo dato tres veces en cuatro páginas y, a veces, ni siquiera hemos decidido quién va a ser nuestro narrador.
Todos estos vicios se pueden corregir después, algunos con más trabajo que otros, pero el infodumping por accidente tiene cura.
Pero a veces se trata de una cepa muy resistente y el virus se reproduce y te come la novela entera, y a mí me entra como urticaria cada vez que me acuerdo de Dime quién soy (que es un ejemplo extremo de infodumping en dosis peligrosísimas para la salud).
Otras veces, los autores conseguimos llegar a un equilibrio delicado entre lo que es infodumping y lo que no, siempre que no nos caemos de la cuerda floja y se nos va de las manos.
Y no me malinterpretes: si estoy leyendo una novela y me encuentro con un par de párrafos de infodumping, puedo ignorarlo.
Infodumping con alevosía en la novela histórica
Por ejemplo, en Carolus, de Carolina Molina, hay unas páginas excesivamente detalladas sobre la Puerta de Alcalá que nos podríamos haber ahorrado, que a lo mejor me impiden darle al libro las cinco estrellas en Goodreads, pero que no son suficientes como para disuadirme de recomendarlo. Es un buen libro, desternillante y entretenido: léelo.
Hay veces en las que el infodumping es todavía más obvio y tajante, como en La dama y el león, de Claudia Casanova.
La dama y el león
Esta novela es, ante todo, entretenida, y un buen retrato de la sociedad medieval francesa. Pero peca de un infodumping bastante acusado en ciertos momentos, como en el ejemplo que te voy a poner a continuación (aunque lo arregla justo después, apenas tres páginas más adelante, y por eso se lo perdonamos).
Pero antes quiero dejar claro que también opino que, si el infodumping aparece al principio, cuando todavía no te ha dado tiempo a meterte en la cabeza de los personajes y a querer saber lo que les pasa pese a los ladrillos de datos históricos, es peor. Corres el riesgo de que tu lector se vaya por patas y no vuelva a coger un libro tuyo en su vida.
(Haz click en las imágenes para agrandarlas)
En fin. Todos estos ejemplos que te vengo enumerando son de infodumping del que se puede llamar accidental. Obviamente, el autor decidió incluirlos y escribió esos párrafos, pero estoy segura de que en la mayoría de los casos fue una decisión motivada por las ganas de dar a conocer una historia, un dato que has descubierto, un detalle que te ha parecido increíblemente jugoso mientras te documentabas y que crees que puede interesarle también al lector.
La mayoría de las veces no es así, porque los escritores somos los frikis de la documentación y los que nos paramos a buscar minucias como si había lecheros en Berlín en 1961 (a los lectores les interesa si el Personaje A acaba liándose con el Personaje B y si Fulanita completa su venganza hacia Menganita, y no que el rey tal tuvo siete consejeros y les cortó la cabeza a seis. A no ser que el quinto sea el Personaje B, claro). Y, cuando este infodumping accidental aparece cada tres páginas, pues a mí me revienta el libro y me hace leer en diagonal, qué quieres que te diga.
Mi problema aparece cuando se da el caso de un infodumping no accidental. Con alevosía, vamos. Como es el caso, por ejemplo, de la novela Las tres bodas de Manolita, de Almudena Grandes.
Las tres bodas de Manolita
Y lo cierto es que, en general, me ha gustado mucho la novela. Los personajes son tremendamente entrañables y reales: te identificas con ellos hasta el final, sientes con ellos sus desgracias y te llevan de la mano por toda la historia. Además siempre me recordará al viaje que hacía cuando la empecé y ya por eso tiene un rinconcito especial en mi corazón.
Sin embargo, me sobra y mucho el infodumping: y es que resulta que ay varios capítulos de no ficción en la novela. Como uno entero dedicado a la vida y obra de un personaje (no espoileo, pero se titula La trayectoria de un ejemplar servidor del Estado, y sabrás de qué hablo en cuanto lo leas): se trata de unos añadidos que, en mi opinión, podrían haber funcionado mucho mejor contados a través de otros personajes y en una sucesión de fechas y hechos que, por otra parte, te explican otra vez de otras tres o cuatro maneras diferentes más adelante o más atrás. Estos capítulos reiterativos, explicativos y, al fin y al cabo, repetitivos, hacen que una buena novela se quede a las puertas de ser una novela magnífica. Y en este caso está muy claro además que se trata de un infodumping no accidental: no es algo que la autora haya hecho sin darse cuenta, sino que es una decisión totalmente consciente (con alevosía) que yo, al menos, no comparto.
Pero no todo va a ser malo: en el mismo libro encontramos también el ejemplo contrario: son los propios personajes y su experiencia los que nos cuentan la batalla de Gelsenkirchen; los que nos informan de lo que pasa y del contexto sin sacarnos de la narración, y además todo ello contribuye a la caracterización de dichos personajes.
Pero ¿qué opinas tú? ¿Has leído a Almudena Grandes? ¿Piensas leerla en el futuro?
Aprovecho para hablarte de mi última novela, Esa nube tiene forma de oveja, que es histórica pero que no tiene infodumping. Puedes empezar a leer las primeras páginas y, si ves que te convence, puedes comprarla en cualquier librería, en la web de Letrame y, en digital, en tu tienda habitual.
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A mí me pasó eso mismo leyendo Las hijas del capitán. No me importa si los nombres de las tiendas coincidían con la realidad en esos años. Eso no le quita ni le pone al argumento. Hay datos necesarios y hay otros que sobran por todas partes. Muy interesante.
¡Efectivamente! No he leído Las hijas del capitán, pero lamentablemente es algo que ocurre con muchas novelas del género y es en parte la razón por la que la novela histórica tiene fama de ser pesada e infumable. Una pena
Me acabas de meter el miedo en el cuerpo, que lo sepas.
Sobre todo porque normalmente no describo esas cosas, pero ahora ando con una novela de viajes y es como… si lo explico todo, ¿me estaré pasando? Si no explico nada, ¿se entenderá algo? Y cada vez que escribo me veo en la cuerda floja de un equilibrio inestable..
Mujer, no es cuestión de asustar a nadie >.< Yo en estos casos siempre tiro por lo bajo: si la cosa queda confusa o demasiado en el aire, siempre puedo preguntarles al respecto a mis lectores cero y meter después un par de párrafos de descripciones... También es cierto que las descripciones de paisajes, que supongo que pegan más en una novela de viajes, se hacen mucho menos pesadas que las narraciones innecesarias de batallas y nombres de personajes históricos, que son lo que suele proliferar en las novelas históricas
Me ha parecido un post tremendamente interesante! Apuesto que no dejará a ningún escritor indiferente. Me encantaría dejar por aquí nuestro blog de escritura, espero que te guste! 🙂
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