EL BESO MÁS FAMOSO del Muro de Berlín es esta réplica del artista Dmitri Vrúbel de una foto tomada en 1979 de un beso entre Leonid Brezhnev y Erich Honecker, que no fue sino una muestra de igualdad y fraternidad entre las desaparecidas URSS y RDA en un momento en el que era importante para ambas naciones mantener una relación cordial. Es sin duda parada obligada para todo aquel que visita la East Side Gallery, sobre todo desde que fue restaurada en el 2009.
Pero yo hoy no vengo a hablarte de este sino de los otros besos del Muro de Berlín.
Los otros besos del Muro de Berlín
Concretamente, voy a hablarte de una historia de amor de las muchas que hubo tras el Muro de Berlín. En este caso, ficticia, pero que podría haber sido real: una de esas historias de las que a mí me gustan, costumbristas, que no tienen nada que ver con dirigentes ni batallas ni gente de la que sale en los periódicos.
Todo esto viene a raíz de que este año se me ocurrió celebrar San Valentín con un relatillo: el año pasado me tocó hablar de phrasal verbs del tipo de tie the knot y este me dije que tocaba una cosa nueva.
No sé si te lo he confesado alguna vez, pero se me da fatal escribir historias de amor. Fatal, pero fatal. Coge Cuando la luna brille y verás que no te miento. De verdad, penoso todo. Me da casi urticaria leer un final feliz. ¿Escribirlo? Puaj.
¿Y qué pasa? Pues que en Esa nube tiene forma de oveja (y en mi proyecto sobre Laos, también) hay un par de historias de amor. Que más o menos funcionan porque se cuece todo entre bastidores, en unas elipsis fantásticas que me saqué de la manga en su día, pero de las que no puedo seguir viviendo por más tiempo.
Y me dije: valor, y al toro. Hale, a echarle romanticismo al asunto.
(No te creas que me fue bien).
Pero, en fin, con mucho esfuerzo y 80 revisiones por párrafo y dos meses para escribir 5 000 palabras, al final terminé mi relato. Una cosa cuquísima: la primera cita entre dos personajes que, en Esa nube tiene forma de oveja, se casan entre los capítulos cuarto y quinto. Muchas hormonas, sonrisillas tontas y ese tipo de cosas.
Trovadores
La idea para el relato me surgió en un viaje en autobús por Yorkshire con dos amigas, en el que veíamos ovejas por la ventana (esto sin duda tuvo algo que ver) y de alguna manera empezamos a hablar de mi novela. Pero, claro, es una cosa muy distinta decir ah, sí, me gustaría escribir la primera cita entre Fulanito y Menganita, son muy monos y otra muuuuy distinta escribirla de verdad. Sobre todo cuando la novela en cuestión está ya en imprenta. Más aún cuando tienes la relación que tengo yo con las historias de amor.
Heme aquí, pues, boli en mano y con un folio en blanco delante, escribiendo tres principios y al final decidiéndome por una cosa que originalmente estaba en la página tres para que haga de comienzo. Un poco del pasado de ella, que apenas se había tocado en la novela. Un poco de shock y un pelín de síndrome de estrés postraumático por parte de el, porque esto es justo después de cierta cosa que le pasa al pobre en el capítulo cuatro y que, en fin, no te voy a espoilear.
Venga, ahora me falta un conflicto. Vale: que ella vive en un sitio y él, en otro. Y que no había Whatsapp en el 83.
Tuve que pedirle consejo a mi hermana porque la cosa estaba sosísima, y fue ella la que me sugirió que incluyera el detalle del libro. Ahora solo necesitaba un libro que hubiera sido publicado antes de 1983 que tuviera algo que ver con esta gente y su conflicto.
Fue casualidad que el siguiente libro que me tocaba leer de mi lista de pendientes fuera Al otro lado del muro, de Ibon Zubiaur (Errata Naturae, 2014).
Al otro lado del muro: la RDA en sus escritores
Como ya te dije cuando hice esta lista de novelas de la RDA, el catálogo de Errata Naturae es para enmarcarlo. Hace unos años publicaron esta antología de pequeños fragmentos de obras en las que diferentes escritores de la RDA hablan sobre la literatura y el proceso de publicación en la antigua RDA.
Aparte de ofrecer una visión muy interesante sobre la situación de la literatura en este país, que estaba por supuesto subvencionada y apoyada por el Estado siempre y cuando ofreciera una visión favorable del régimen, pero que además, tenía un gran apoyo por parte de los lectores, esta antología me ha servido para descubrir a algunos escritores a los que no conocía y a los que me gustaría investigar más a fondo (la lista de lecturas pendientes nunca se hace más pequeña).
Atención además al detalle de la última página del libro:
Pero vamos a lo que vamos: uno de esos descubrimientos es una obra que, desgraciadamente, no está aún traducida en su totalidad al español: Vida y aventuras de la trovadora Beatriz, a partir de los testimonios de su juglaresa Laura, de Irmtraud Morgner, publicado originalmente en alemán en 1974.
La premisa de esta novela es, cuanto menos, intrigante: una trovadora del siglo XIII, Beatriz de Día, hiberna en su época hasta despertar tras mayo del 68, y aparece en la RDA. Un choque cultural nivel 87, una amiga muy particular, conductora de trenes, y una parodia de lo más enriquecedora del sistema editorial de la RDA.
Aún no he podido leerla, pero solo con eso tenía ya material más que suficiente para utilizarlo en el relato. Entre otras cosas, porque su importancia en este dice mucho de la personalidad de los dos personajes protagonistas (y no digo más, porque quiero que lo leas y no tiene gracia si te cuento todo lo que pasa). Así que, hale, hazme ahí click y descárgatelo en Lektu, que es gratis y solo te cuesta un tweet.
En abril de 1983, Gabi Pfeiffer viaja a
Sajonia desde Berlín Este para visitar a
Niels Vogel, al que no ve desde
hace seis años.
(Si quieres saber si hay finalmente beso o no, no tienes más que leerlo).
Y si ya has terminado Esa nube tiene forma de oveja también y te has quedado con ganas de saber más de Frau Pohlmann, recuerda que puedes descargar totalmente gratis el relato Operación Gomorra al suscribirte a mi lista de correo.
¡Hasta la próxima!
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