Cuando fui a la biblioteca a recoger el libro que he utilizado como principal referencia para este artículo (La guerra de la Cochinchina, de Luis Alejandre Sintes), el bibliotecario que gestionó mi préstamo (fue además un préstamo interbibliotecario, que es una de esas maravillas que nos ofrecen las bibliotecas públicas y que todos deberíamos utilizar con más asiduidad) se sorprendió al leer el título, porque, según me dijo, nunca se había planteado que la Cochinchina pudiera ser un lugar real y no simplemente una hipérbole popular para referirnos a algo que está muy lejos.
Yo misma, antes de empezar a documentarme para escribir mi novela Un elefante bajo el parasol blanco (que, por cierto, está ambientada en la Indochina de la Segunda Guerra Mundial y va cosechando muy buenas críticas), ¡tampoco sabía nada de la Cochinchina! ¿Quién iba a imaginar, pues, que tan exóticos parajes tuvieran algo que ver con la Historia de España?
La Guerra de la Cochinchina
Para comenzar, situémonos:
Esto es la Península de Indochina. Hoy en día, las fronteras políticas dividen en ella cuatro países: Tailandia, Laos, Camboya y Vietnam. Este último, además, está a su vez dividido en tres regiones: Tonkin, al norte; Annam, en el centro; y Cochinchina, al sur.
En 1858, cuando en España reinaba Isabel II y presidía el Gobierno el General Leopoldo O’Donnell, dio comienzo la llamada Guerra de la Cochinchina, que marcaría el principio de la presencia francesa en la Indochina y a la que España contribuyó de manera bastante importante.
La Guerra de la Cochinchina
El detonante
Desde el año 1645 hay constancia de que había misioneros españoles en Indochina. De hecho, ya en el siglo XV había por aquellas tierras algún que otro español intrépido (¿has oído hablar de Blas de Ruiz y Veloso?), pero principalmente eran misioneros los que se asentaron en la zona.
En los años que nos ocupan, a mediados del siglo XIX, un grupo de misioneros se posicionó a favor de un pretendiente opositor al trono de Annam. Esto produjo una reacción violenta contra todos los misioneros extranjeros y, en 1857, el obispo español Díaz Sanjurjo fue ejecutado. El Gobierno español, desde su base de la Capitanía General de Filipinas, decidió entonces apoyar a un contingente francés en lo que en principio, parecía una misión para garantizar la estabilidad del territorio y la seguridad de los misioneros en la zona. Existía entre nuestro país y la Francia de Napoleón III una relación cordial desde 1853 (el Emperador estaba casado con la española Eugenia de Montijo, condesa de Teba). Francia vio la oportunidad de consolidarse como potencia colonial en Extremo Oriente siguiendo los pasos de Gran Bretaña y, de hecho, terminó instaurando en Indochina un protectorado que mantendría por casi cien años.
Tres meses después de la muerte del obispo, el 1 de septiembre de 1858, desembarcaron en la bahía de la ciudad hoy vietnamita de Touranne (actualmente, Đà Nẵng) las fuerzas españolas y francesas. La participación española en la guerra se prolongaría durante casi cinco años, harta que el 26 de mayo de 1863 se declara disuelto el Cuerpo Expedicionario Español.
El desarrollo
Probablemente la mayor contribución española en la Guerra de la Cochinchina, además de que, por supuesto, el motivo de toda la expedición fue la muerte de un obispo gallego, fuera la ofensiva contra Saigón (la actual Ciudad de Hồ Chí Minh).
Tras una primera conquista por parte de los franceses (con ayuda española), otros conflictos en China propiciaron que en la nueva colonia tan solo quedara una guarnición de 553 hombres en 1860 (algo menos de la mitad eran españoles). Por si fuera poco, desde Madrid, impacientes por firmar un tratado de paz, no se cumplían las promesas de envíos de suministros y tropas desde Manila.
En 1861, cuando se relajaron las tensiones en el frente chino, regresaron a Saigón tropas francesas, cpara asentar y consolidar la colonia en Saigón. A partir de entonces se redujeron las contribuciones españolas en el proceso de expansión territorial: mientras que Francia se asentaba con una colonia rica en Cochinchina, con intenciones de ampliar su territorio hacia el norte, la importancia comercial de Filipinas (y de España, por tanto) iría menguando.
¿El fin?
Desde Saigón, el ejército francés socavó la resistencia cochinchina y, el 5 de junio de 1862, se firmó el tratado de paz entre los tres reinos (Annam, Francia y España), que concedía a Francia el protectorado de tres provincias del territorio annamita.
En abril de 1863 abandonaban Saigón los últimos soldados españoles. Ese mismo año, Francia amplió su protectorado en Camboya y, en las décadas siguientes, se iría asentando paulatinamente en la región.
El último territorio en integrarse en la Unión Francesa de Indochina sería Laos, en 1893.
Cinco años después, en el llamado Desastre del 98, España perdería definitivamente sus colonias en Cuba, Puerto Rico y Filipinas.
Curiosamente, en 1966, volvió a haber españoles en Cochinchina. En esta ocasión, no se trataba de militares, sino de un contingente de médicos y sanitarios que se desplazó a Gò Công, en colaboración con el gobierno de Vietnam del Sur, para realizar labores humanitarias durante la Guerra de Vietnam. Precisamente a finales de este mes se publica un libro sobre estos sanitarios: El puente del Go-Cong, de Emilio G. Romero.
Si te ha picado la curiosidad y quieres saber más sobre la Guerra de Cochinchina, te recomiendo sin duda el libro de Luis Alejandre Sintes. Y, para tener otra visión sobre el conflicto, también te recomiendo la novela histórica La dama de Saigón, de José Luis Gil Soto, ambientada en esta misma contienda.
¿Sabías que el puente Long Biên, el de la foto de cabecera, fue una de las primeras obras de ingeniería que los franceses construyeron en Indochina, siguiendo un diseño de Gustav Eiffel? Suscríbete a mi lista de correo para recibir directamente en tu bandeja de entrada más curiosidades como esta. ¡Hasta la próxima!
Un elefante bajo el parasol blanco
Elena Álvarez
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Foto de Hoach Le Dinh en Unsplash
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