A PETICIÓN POPULAR, y por una razón que no voy a desvelar hasta el final (aprovechándome del efecto Zeigarnik y todo eso), esta (¡la decimotercera ya!) entrada de la categoría Documentación extrema va a ir sobre (¿a que todavía no lo habías adivinado?) ¡barcos vikingos!
Encuesta rápida: ¿sobre qué os gustaría que hiciera una entrada de #documentaciónextrema?
— Elena Álvarez (@esq_dobladas) 20 de septiembre de 2017
(Vale, sí, en el futuro escribiré alguna entrada sobre dioses vikingos, que no cunda el pánico).
Los barcos vikingos
Los barcos son quizás el elemento más característico de la cultura vikinga: eran su principal modo de transporte y la navegación fue una de las actividades en las que más sobresalieron.
Pues bien, lo cierto es que, al contrario de lo que ocurre con los famosos cuernos de los cascos de los vikingos, la imagen que tenemos de sus barcos sí que se corresponde con la realidad. No exclusivamente, pero la mayoría eran tal que así:
El drakkar
Son los barcos vikingos más famosos: los drakkar, también llamados långskip («barco largo»), los que utilizaban para las expediciones de guerra y de asalto, porque su diseño alargado los dotaba de una gran velocidad (unos 14 nudos, que serían poco más de 25 km/h). Como eran muy ligeros, también podían ser transportados por tierra cuando la ocasión lo requería y hasta navegar por ríos poco profundos.
El número de remos variaba según el barco, aunque la media era de unos cincuenta; los escudos que colgaban en los laterales, además de ser utilizados después en las batallas en tierra, servían para proteger a los remeros.
También tenían una vela para aprovechar las corrientes de aire y el típico diseño a rayitas tiene una explicación: las velas, cuadradas, se reforzaban con tiras de tela para hacerlas más resistentes.
El nombre de drakkar proviene de la palabra en islandés para dragón, porque en la proa de muchos de estos barcos se tallaban cabezas de dragones a modo de decoración (y supongo que también como parte de su estrategia de marketing, que consistía básicamente en asustar al enemigo). Después, cada barco solía tener un nombre rimbombante, como el Serpiente Temible de mi novela Cuando la luna brille.
El knorr
También llamados knarr, eran más grandes, pesados y lentos que los drakkar (menos manejables), pero más útiles para actividades como el transporte de mercancías y el comercio. Como podían transportar carga y personas, solían ser usados por los comerciantes y artesanos que iban de un asentamiento a otro ofreciendo sus mercancías, aunque también parece ser que se emplearon en la colonización de los territorios conquistados (Islandia y Groenlandia, por ejemplo).
Enterramientos en barco
Ya te he dicho que los barcos eran una parte muy, muy importante de la vida de los vikingos, y la prueba está en que se han descubierto enterramientos funerarios en barcos. Por supuesto esto solamente estaba al alcance de los más ricos, pero cuando moría un señor importante era relativamente corriente que viajara al Asgard (mundo de los dioses) en un barco: o bien lo cremaban o bien lo enterraban. La historiadora Laia San José tiene en su blog The Valkyrie’s Vigil (que te recomiendo encarecidamente) un artículo muy completo a propósito de este tipo de enterramientos.
En definitiva, que los vikingos eran unos excelentes navegantes y que sus barcos son tan fascinantes como ellos. Para conocer un poco más sobre sus dotes como marineros, te recomiendo este artículo de Irene Berg Petersen para Science Nordic. Y, como siempre, puedes echarle un vistazo a mi tablero de Pinterest dedicado a Cuando la luna brille.
Y ya por último, si tienes planeado un viaje a Oslo, no dejes de visitar el Museo de Barcos Vikingos: yo de momento no he tenido la oportunidad de ir, pero me han dicho que merece mucho la pena.
Aunque si tu presupuesto es un poco más modesto, te invito a que vengas a verme este sábado día 30 de septiembre a la Biblioteca Pública Municipal Santa Ana de Badajoz, en la Sala de Adultos: voy a dar una Conferencia sobre vikingos, así que si te interesa el tema o quieres conocerme, ¡pásate por allí a las 11:30! Sobre todo si has leído Cuando la luna brille ¡o si la tienes en tu lista de pendientes!
Aunque, si te pilla lejos, siempre puedes ayudarme compartiendo esta entrada, dejándome un comentario o suscribiéndote a mi lista de correo para no perderte nada:
Y con esto y un bizcocho (con forma de dragón, por supuesto) ¡nos vemos el sábado!
Crédito de la foto: modificada de jl.cernadas via Foter.com / CC BYY-SA
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