HACE YA DOS AÑOS y medio que me embarqué en esta aventura de tener un blog y pasarme a doblar esquinas cada miércoles. Han sido muchas semanas de artículos y he escrito sobre muchas cosas, aunque (quizás te hayas fijado si eres lector asiduo) en los últimos meses he intentado darle un nuevo aire al asunto, enfocándome mucho más en mi faceta como lectora y compartiendo contigo, sobre todo, mis impresiones sobre las novelas que leo (y la mayoría son históricas). Pero, pese a que cada semana traigo nuevo contenido (y una entrevista a una fantástica escritora cada mes), hay dos entradas que siguen colmándome las estadísticas del número de visitas. ¿Y cuáles son?, te preguntarás. Pues esta receta tan fácil del pastel de cumpleaños de Harry Potter (uno de los postres litearios de María Vogel, también una vez al mes) y este tutorial para hacer un glosario en Microsoft Word.
Y quizás sea por eso, porque veo esa entrada mucho en las estadísticas, el otro día se me ocurrió buscar glosarios entre los libros que tenía por casa. Descartando los de no ficción, que no vienen ahora mismo al caso, me quedé con una pila nada desdeñable (muy parecida a la de lecturas pendientes, que no deja tampoco de crecer) que me hizo plantearme si los escritores no tiramos de glosario demasiado alegremente.
De ahí la pregunta de hoy.
¿Son necesarios los glosarios en la novela histórica?
Antes de entrar propiamente en materia, déjame decirte que, si me centro en este género, es ni más ni menos porque tengo muchas más novelas históricas que, qué sé yo, de ciencia ficción o románticas. Y quizás esto me haga llegar a conclusiones condicionadas, pero me da que los glosarios son mucho más comunes en las novelas históricas (aunque no son exclusivos del género ¡y tengo un ejemplo para demostrarlo!) que en otro tipo de novelas, donde por lo general no tienes que ponerte a explicar palabras.
Y, total, que estuve revisando así por encima un montón de libros y encontré glosarios de todo tipo.
Por ejemplo, aparece un glosario en Endrina y el secreto del peregrino, de Concha López Narváez, que por cierto es una novela histórica juvenil a la que le tengo mucho cariño porque es una de los pocos libros que me pusieron de lectura obligatoria cuando estudiaba en el instituto que realmente me encantó. Y tiene un glosario que, dicho sea de paso, es como un cajón de sastre, porque incluye desde palabras en euskera a refranes del siglo XII. Pero, más que para explicar los refranes (que, bueno, los que aparecen en el libro también tienen su miga), creo que el glosario está porque es una novela que no deja de estar publicada en una colección a partir de 12 años. Pero, aunque aparezca un asterisco al lado de palabras como refectorio y vieira, no son tantas como para interrumpir la lectura.
Aunque hay otros casos en los que no se interrumpe nada de nada, porque no aparecen asteriscos ni numeritos en superíndice ni ningún tipo de marca para señalar las palabras recogidas en el glosario. Como ocurre con La curandera de Atenas (una de mis novelas favoritas de todos los tiempos, así que te podrás imaginar los saltos de alegría que di cuando su autora, Isabel Martín, aceptó concederme una entrevista). Habré leído la novela mínimo tres veces, pero nunca me acuerdo de que incluye un glosario hasta que paso la última página y ahí lo tengo, explicándome por fin qué son un arconte o un kitón. Y lo cierto es que durante la lectura no es que eche de menos el glosario (si lo hiciera me habría dado por intentar averiguar si había uno), porque más o menos se intuye el significado de muchas de las palabras incluidas por el contexto en el que están presentadas (sin caer en el infodumping, eso sí), pero cuando te pones a revisarlo sí que ayuda.
También podemos tener glosarios en novelas que están ambientadas en culturas con otros idiomas. Aunque hay novelas que consiguen hacerlo sin incluir ningún glosario (como Pachinko, de Min Jin Lee, sin ir más lejos, donde a pesar de que aparecen frases enteras en japonés [romaji] sin traducir, como la protagonista tampoco las entiende pues nos quedamos como ella), la mayoría de las veces se agradece. Un ejemplo similar (pero con glosario) sería El guerrero a la sombra del cerezo, de David B. Gil (y de hecho, me animé a leer esta maravillosa novela por este comentario de Blas Cabanilles, precisamente sobre glosarios y notas al pie).
Pero creo que los glosarios son especialmente necesarios en los casos en los que el autor decide incluir ese tipo de términos que no son fácilmente traducibles porque son parte de la cultura (esos, esos que a mí me gustan tanto). Por ejemplo, en Stasi Child, de David Young, que es una novela negra ambientada en Berlín Este en 1975 y que incluye un glosario de términos en alemán (por cierto, recomendadísima, porque además aparece un pueblecito perdido en las montañas en el que estuve viviendo durante un año).
O el de El caso de la sirvienta desaparecida, de Tarquin Hall (y sí, mi segundo género favorito, después de la novela histórica, es la novela negra y de misterio), que está ambientada en la India. En esta novela, las palabras recogidas en el glosario aparecen en cursiva, como extranjerismos que son. Curiosamente, casi todos los términos del glosario son referentes a comida.: cuando estaba revisándolo no pude evitar pensar en lo bien que se lo pasaría leyendo la novela la protagonista de otro libro ambientado también en la India (La ciudad de las sombras, de Victoria Álvarez), y resulta que también aparecen en esta novela (y en su glosario) los churma ladoo que María Vogel hizo hace un par de meses.
ladoos: dulce que se prepara para celebrar festivales o fiestas familiares, como las bodas. Básicamente, los ladoos son bolas de harina cocinadas con jarabe.
Una novela donde no hay glosario pero yo lo echo de menos es La cortesana de taifas, de Magdalena Lasala. Aparte de ser una novela histórica totalmente desternillante (creo que es el libro en el que he doblado más esquinas para señalar pasajes muy graciosos), cada vez que aparece un personaje femenino es introducido como «Fulanita, que significa tal» (entiéndase que Fulanita siempre es una palabra árabe). Lo cual no deja de ser infodumping, porque como se supone que todos los personajes hablan el mismo idioma rompe mi suspensión de la incredulidad.
Así pues, creo que hay casos en los que los glosarios son necesarios. O, al menos, están justificados. Sobre todo en las novelas históricas o en aquellas en las que los personajes hablan idiomas muy diferentes al mío. Aunque no dejaré de admirar a los autores que consiguen obviar los glosarios y aun así nos sumergen totalmente en la época o lugar de la novela.
¿Y a ti? ¿Te molestan los glosarios o los encuentras imprescindibles? Si escribes, ¿te planteas incluir glosarios?
(Sí, mi novela Esa nube tiene forma de oveja incluye un glosario. También notas a pie de página. Vamos, que lo tiene todo).
- Europa después de Carlomagno - 11/11/2024
- Quién lee a un premio Nobel - 11/10/2024
- 9 novelas para empezar a leer literatura asiática | #marzoasiático - 21/02/2024
Siempre me quedo con ganas de seguir leyendo. Pero, como ya te comenté mi opinión al respecto hace tan poquito, prefiero simplemente decirte que me gusta mucho cómo te ha quedado el artículo y que tu lucha contra el infodumping a este paso va a cambiar el mundo. ¡Un abrazón con requesón!
Muerte al infodumping 😉
En algunos casos son muy necesarios y en otros no, aunque siempre son una información extra para el lector, quien decide si quiere consultarnos o no. Lo no acertado sería que el lector busque esa información y no la encuentre.
Uno de los trabajos que estoy haciendo estas semanas es una novela histórica ambientada en la época visigoda. Tiene un índice terminológico (12 entradas), un índice de personajes históricos mencionados en la novela (16) y un índice topográfico (45), además de un mapa.
Totalmente de acuerdo: nunca están de más, sobre todo en novelas históricas. Y a veces los glosarios, como dices, no vienen solos, sino que traen consigo toda una serie de apéndices que, por lo menos a mí, me resultan interesantísimos de leer. ¡Muchas gracias por tu comentario! 🙂
También aparecen a veces en novelas de fantasía!
Sobre todo cuando se centran en una mitología concreta, a veces aparece un glosario al final porque sus personajes saben qué es cada ser, pero tú no tienes por qué saberlo y siempre está bien tener una pequeña chuleta.
Otro tipo de «glosario», aunque no sé si entra en la categoría son los que recogen todos los personajes importantes y los clasifican por ambientes/familias/etc. A mí me vienen genial, personalmente, pero reconozco que, aunque aparezcan al principio y sepa que existen, la mitad del tiempo se me olvida que están ahí y me tiro de los pelos igual x’D
¡Es cierto! Agatha Christie utiliza también ese tipo de «lista de personajes» en sus novelas. Y se me viene a la mente la clasificación por familias que hace Ken Follett también… Aunque a mí me pasa también como a ti la mayoría de las veces: ¡se me olvidan!