HACE UNAS SEMANAS te hablé de mis problemas para encontrarle un conflicto adecuado a mi nueva historia. Como se trata de una reescritura de un proyecto anterior (en realidad, es casi que una nueva novela para los mismos personajes), tenía mucho camino recorrido en cuanto a caracterización de mis protagonistas: los conozco, sé qué voz tienen (esto es un chiste interno que podrás echarme en cara si alguna vez publico esta novela y llegas a leerla) y cómo actúan y, aunque he modificado un poco la dinámica entre los dos personajes principales para hacerla más creíble, la base de su relación es la misma y la comprendo lo suficientemente bien como para acelerar un poco esa fase previa a la escritura.
Pero, bueno, la gran noticia es que ¡ya tengo conflicto! Al final no me ha hecho falta meter a un malo malísimo que quiera gobernar el mundo (ni siquiera a un villano de segunda): como suele ocurrir la mayoría de las veces, la respuesta a los problemas está justo delante de tus narices. Para que nos entendamos: me he sacado un conflicto de la manga alterando las dosis de información que recibe el lector a lo largo de la historia. Mi conflicto va a ser un secreto que antes no lo era tanto (por supuesto, cuando me ponga a escribir tendré que encargarme de crear una atmósfera de intriga alrededor de dicho secreto para atrapar al lector… pero crear intriga y drama nunca ha sido un problema para mí, así que de momento lo tengo todo controlado).
Así que, teniendo idea y conflicto (y final: esto es muy importante), puedo pasar a la siguiente fase: voy a definir la estructura de mi novela.
Dale forma a tu novela: de la idea a la escaleta
Establece los puntos clave
Para que me quede una historia redonda, he decidido utilizar el famoso modelo de los tres actos: para ello, lo primero que he hecho ha sido decidir cuáles van a ser mi desencadenante (o llamada a la aventura), mis puntos de inflexión (tres), de giro (dos) y el clímax. Todos estos elementos son importantes, claro (son lo que define tu historia y el esqueleto mismo de esta), así que tienes que prestarles mucha atención; sin embargo, asegúrate especialmente de que tus puntos de inflexión y tu clímax tienen la suficiente fuerza como para que tu historia sea memorable.
Consejillo: aunque no es obligatorio, si estableces paralelismos entre los tres puntos de inflexión te quedarán guiños muy interesantes que puedes utilizar para reforzar el mensaje de tu novela. Por ejemplo, si tu historia va de, qué se yo, la importancia de rodearse de seres queridos, ¿por qué no haces que cada punto de inflexión se relacione con uno de los personajes más cercanos a tu protagonista?
Y, por supuesto, tu historia tendrá más interés si los problemas y obstáculos a los que se enfrenta tu protagonista son el resultado de sus propias decisiones y no solamente de las circunstancias: tu lector podrá identificarse más con un personaje que se equivoca porque actúa que con uno que nunca hace nada por miedo a meter la pata y que solamente se deja llevar de una trama a otra. Con esto lo que quiero decir es que un buen momento para incluir estas decisiones equivocadas son precisamente estos puntos de inflexión.
Los puntos de giro, por lo general, son escenas duras para tu personaje. Sobre todo el segundo, que marca ese punto de bajón máximo antes del clímax: estos suelen estar definidos por circunstancias ajenas a tu protagonista, pero aun así tu héroe siempre puede hacer algo para enredar aún más la madeja.
Esboza las escenas más importantes
¿Recuerdas que hace algún tiempo te hablé de la estructura que debe tener cada escena de tu novela? También recopilé en este otro artículo una serie de enlaces interesantes sobre el tema: te recomiendo que los repases antes de meterte con este paso. ¿Por qué? Porque, aunque no vamos a escribir nada todavía, sería interesante que tuvieras ya en mente esa estructura de cadena (objetivo, conflicto, problema, reacción, dilema, decisión) para ir definiendo las escenas más importantes de tu novela.
Yo lo he hecho con estas tarjetitas tan monas que puedes ver en la foto de arriba, aunque por supuesto existen miles de aplicaciones para el móvil que puedes usar (de hecho, querría pedirte que me recomendaras cuáles usas tú en un comentario, porque todavía no he encontrado ninguna que me guste).
Pues bien. Tomando como ejemplo esta novela que estoy planificando, en la cual el desencadenante sería el momento en el que los dos protagonistas hablan por primera vez (y lo que se dicen en esa conversación, claro está), en la primera tarjeta apunto las escenas que sé que quiero que ocurran en la primera parte (el planteamiento) del primer acto. Como ves, mis notas son muy escuetas: son eso, notas. Tú puedes extenderte todo lo que quieras: lo importante es que tú lo entiendas y te sirva. A mí me basta con saber que en la primera escena un personaje ve al otro a lo lejos. Siente curiosidad y quiere acercarse (objetivo), no van a ser capaz de comunicarse (porque no hablan el mismo idioma, esto sería el conflicto), no llegan ni a saludarse (problema, mi personaje ha fracasado). En la segunda escena (la secuela de la anterior), mi personaje se marcha frustrado y triste (reacción), se plantea si debería volver a intentarlo (dilema) y, finalmente, decide pedirle consejo a un tercer personaje (decisión).
Y así pasamos a la siguiente escena.
Por supuesto, no se reduce solo a eso: si por ejemplo una de mis subtramas tuviera que ver con un gato que el protagonista tiene en casa, podría aprovechar esos párrafos del dilema para mencionar al gato y dejar pistas que el lector, distraído con el monólogo interno del personaje, no se dará cuenta de que estoy sembrando pero que, después, cuando esa trama se desarrolle, agradecerá.
Aunque, por supuesto, no hace falta que tengas todas y cada una de las escenas de tu novela en la cabeza. Ve anotando las que sí que tienes claras (ordénalas, pon cada una en el momento de la historia en el que pasan), y completa poco a poco las tarjetas. No te preocupes si, por ejemplo, la tarjeta de la construcción del conflicto te queda llenísima pero la de recuperación la tienes medio vacía: aunque todas deberían quedarte más o menos equilibradas, siempre puedes alargar o añadir subtramas más adelante.
De hecho, esto es solo un primer esquema: puede considerarse una escaleta, pero una muy precaria y simple. Puedes empezar a escribir ya, si te gusta improvisar y prefieres no tenerlo todo atado, aunque yo voy a esperar a desarrollar aún más mi esquema antes de lanzarme a la piscina. ¡Pero vamos avanzando poco a poco! Y al final merecerá la pena todo el tiempo invertido en estas fases previas (que, al fin y al cabo, es tiempo que vas a ahorrarte después en la corrección).
Dime, ¿tú estás planificando tu próxima novela (la que vayas a escribir para el NaNo, por ejemplo)? ¿Utilizas este método para construir tu escaleta? ¡Déjame un comentario contándomelo todo y vuelve el miércoles que viene para leer mi próxima entrada!
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