La librería que me enseñó a leer

La librería que me enseñó a leer | Esquinas Dobladas

En Lisboa, hay una librería preciosa que se llama Ler Devagar. Es un nombre curioso (significa «leer despacio») para uno de esos sitios donde hay tantos libros que a una, inevitablemente, le entran ganas de mudarse allí para poder leer todas las historias que guardan sus estanterías.

Una librería, que no deja de ser un negocio, tendría que fomentar la lectura rápida, ansiosa: si esta noche termino el libro que he comprado hoy mismo, ¿no es más probable que vuelva mañana a por otro? Leer más rápido, más libros; terminar con tu pila de libros pendientes para poder por fin respirar: a veces nos obsesionamos con seguir leyendo y sumando libros, sin detenernos un solo momento.

Y, sin embargo, en Ler Devagar nos invitan a leer despacio. A saborear la lectura.

La librería que me enseñó a leer

¿Alguna vez, puestos a elegir entre un libro de 150 páginas y otro de 800, te has quedado con el corto solamente porque sabías que lo terminarías mucho más rápido? A todos nos gusta ese subidón cuando cerramos un libro y podemos decir: «¡Sí! Otro más que he acabado». Pero ¿no echas de menos atreverte con libros gordos y largos, de esos que te acompañan semanas y hasta meses, que viven contigo y se llevan también un pedacito de ti?

No siempre, es cierto, tenemos el tiempo y la capacidad mental de dedicarle toda nuestra atención a un libro exigente, que requiera de nosotros esa lectura pausada y atenta. Hay momentos en los que solo necesitamos un libro ligerito, fácil de leer, que nos ayude a olvidarnos de todos nuestros problemas al menos durante ese ratito que podemos arañarle al día para sumergirnos en la lectura. ¡Y, oye, eso es fantástico! Hay millones de libros que cumplen esa función, ¡y algunos muy buenos!

Pero, también, de vez en cuando, te animo a que le des una oportunidad a ese libro sesudo con el que siempre has querido atreverte. ¿Tal vez un clásico que tienes pendiente hace años? O una trilogía que sabes que te llevará todo el verano completar. Vuelve a leer despacio: seguro que descubres verdaderas joyas por el camino.

Yo misma, que acostumbro a leer varios libros a la vez y suelo terminarme un par, como mínimo, cada semana, tengo que recordarme a veces que lo importante no es sumar títulos por el simple hecho de alargar la lista, sino leer libros que me gusten.

Parece fácil, pero en la vorágine en la que vivimos, bombardeados todos los días por mil libros de portadas preciosas, recomendados por lectores en cuyo criterio confiamos, a veces se nos olvida que es imposible llegar a todo. Leamos porque lo disfrutamos, al ritmo que nosotros mismos nos marquemos.

Leamos también los libros publicados hace años, que ya no son novedad.

Más que cuestión de leer deprisa o leer despacio, se trata de disfrutar con la lectura.

Leer es un hobby maravilloso.

(¡Igual que lo es visitar librerías bonitas!)

¿Cuál ha sido el último libro que has leído despacio?


(Muy a propósito, aprovecho también para recomendarte que le eches un vistazo a la iniciativa #BookstagramSostenible, impulsada por Noelia de @missginesta_books, que nos invita a reflexionar sobre el ritmo que llevamos, en la vida y en los libros.)


Un elefante bajo el parasol blanco | Elena Álvarez

Un elefante bajo el parasol blanco

Elena Álvarez

Una novela de aventuras en la Indochina de la Segunda Guerra Mundial. ¡Ya a la venta!

Foto de Veronika Jorjobert en Unsplash

Elena

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