En Lisboa, hay una librería preciosa que se llama Ler Devagar. Es un nombre curioso (significa «leer despacio») para uno de esos sitios donde hay tantos libros que a una, inevitablemente, le entran ganas de mudarse allí para poder leer todas las historias que guardan sus estanterías.
Una librería, que no deja de ser un negocio, tendría que fomentar la lectura rápida, ansiosa: si esta noche termino el libro que he comprado hoy mismo, ¿no es más probable que vuelva mañana a por otro? Leer más rápido, más libros; terminar con tu pila de libros pendientes para poder por fin respirar: a veces nos obsesionamos con seguir leyendo y sumando libros, sin detenernos un solo momento.
Y, sin embargo, en Ler Devagar nos invitan a leer despacio. A saborear la lectura.
Continuar leyendo «La librería que me enseñó a leer»