El otro día, con esto de que se cumplían 30 años desde la caída del Muro de Berlín, me dio por ver de nuevo una de mis pelis de la Guerra Fría favoritas: El espía que llegó del frío. La película en sí es una maravilla, como todas las demás de esta lista, y también lo es el libro en el que está basada: The spy who came in from the cold, de John Le Carré.
Es de hecho uno de los libros obligados de cualquier lista de novelas sobre el Muro de Berlín o la Guera Fría. Hace años ya la leí, cuando empezaba a escribir mi novela Esa nube tiene forma de oveja: fue mi primera toma de contacto con Le Carré, el maestro de las novelas de espionaje, y fue también una de las primeras novelas que leí a modo de documentación.
Desde entonces he leído un par de novelas más de Le Carré: todas muy buenas, con muchísima jerga de espías y un vocabulario bastante complejo en inglés que me hace agradecer la función de diccionario de mi Kindle, un montón de viajes e intrigas y, sobre todo, un elenco maravilloso de personajes.
Los personajes de John Le Carré
Permíteme que me centre en la última novela de Le Carré que he leído: The Honourable Schoolboy (‘El honorable colegial’). La verdad es que escogí esta novela porque me habían dicho que era un libro de espías ambientado en Laos y yo, por esto de que estaba buscando ejercer un poquito de documentación pasiva, pues me lancé a la piscina. No tuve mucha suerte en este sentido, la verdad, porque de Laos, lo que es Laos, solamente aparecen un par de menciones a la Ruta de Ho Chi Minh, y hay un trozo de un capítulo que se desarrolla en la ciudad de Vientián. Vamos, nada que ver con The Coroner’s Lunch, de Colin Cotterill.
Pero volviendo a The Honourable Schoolboy, lo cierto es que es una novela (efectivamente de espías) que transcurre en su mayor parte en Hong Kong. Sí que es cierto que mi parte preferida es precisamente una en la que Jerry, el protagonista, se va a Camboya, porque esas escenas están tan magistralmente escritas que sientes verdaderamente el peligro de los Jemeres Rojos soplándote en la oreja.
No la incluiría, por tanto, en una lista de novelas sobre Laos, porque no lo es, pero sí en una lista de libros con inmejorables descripciones de personajes.
Porque, a ver, las novelas de Le Carré tienen muchos personajes. Y cuando digo muchos, quiero decir muchos. Muchísimos. Y además esta concretamente es una novela larga, lo cual unido al tema de la jerga de espías que te comentaba antes hace que sea bastante difícil de leer. Entretenido, porque lo es, pero yo al menos no conseguía avanzar mucho si la dejaba como lectura para antes de dormir: necesitaba tener la cabeza fresca para poder procesar.
Este tipo de trabas, en cualquier otro libro, habría sido un detonante claro para abandonar la lectura. Y, sin embargo, Le Carré no me deja hacer eso, porque crea unos personajes tan, tan carismáticos (un Leamas, un Jerry) que es imposible no querer saber qué les pasa. Además, Le Carré es también un maestro en el manejo de la información: lejos de caer en el temidísimo infodumping, apenas sabemos un par de pinceladas del pasado de estos personajes tan maravillosos, pero lo poco que conocemos nos basta y nos sobra para entender y congeniar de inmediato con la psicología de dichos personajes. Por ejemplo, Jerry, el protagonista de The Honourable Schoolboy, es adicto al riesgo: tanto, que antepone su trabajo y sus misiones a su relación con su hija. Y esto lo vemos en un par de escenas genialmente construidas y planteadas, sin que nadie, y mucho menos el propio Jerry, tenga que venir a contárnoslo.
¡Y esas descripciones! Solo por ellas merece la pena leer a Le Carré. De verdad que no sé cómo se las apaña para manejar a millones de personajes (hipérbole clara, aunque en esta lista aparecen 41, pero puedo asegurarte que hay bastantes más). Todos ellos, por supuesto, con personalidad propia, bastante memorables por sí solos, con una manera de hablar definida (y cuando dejan el inglés normal para pasarse al slang son una auténtica pesadilla, también es cierto) y características físicas que los hacen únicos. Vamos, nada que ver con los maniquíes de Dime quién soy o, a veces, con esas listas de nombres de Ken Follett.
Para muestra, un botón: te voy a traducir la descripción introductoria de un personaje que, realmente, no tiene una importancia suprema en el grueso de la novela, pero que aun así recibe esta caracterización tan detallada, que no por ello extensa:
Dentro, la chica huesuda de Westerby, a quien la aldea llamaba La huérfana, martilleaba un pedazo testarudo de carne de cabra, vehementemente, igual que lo atacaba todo. El ojo codicioso de la cartera la encontró, por la ventana abierta y desde bien lejos: los codos destacaban por todos lados y el labio superior trabado al inferior. El ceño fruncido, sin duda, como de costumbre.
—Zorra —se dijo la cartera apasionadamente—, ¡ahora recoges lo que has sembrado!
¿Ves a lo que me refiero? Un par de líneas, tres adjetivos apretujados y ¡voilá! Tienes un personaje que parece de verdad. Ojalá sea yo capaz de llegar algún día a este nivel a la hora de presentar a mis personajes.
¿Has leído otros libros que sean capaz de introducir personajes con tan buen tino? ¿Sabrías recomendarme novelas que de verdad estén ambientadas en Laos? ¿Eres un fanático de las novelas de espías? ¡Cuéntamelo en un comentario! Y no te olvides de suscribirte para no perderte ningún artículo ¡y de echarle un vistazo a mi novela Esa nube tiene forma de oveja, también ambientada en la Guerra Fría!
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