La novela histórica: ¿adictiva o aburrida? Ken Follett vs. Carmen Posadas

La novela histórica: ¿adictiva o aburrida? Ken Follett vs. Carmen Posadas – Esquinas Dobladas

YA SÉ QUE LAS COMPARACIONES son odiosas y que cada libro tiene sus cosas buenas y su público, pero como en realidad no me dedico a hacer reseñas sino a analizar algunos aspectos de ciertas novelas históricas y la mejor manera de hacerlo es con ejemplos concretos, hoy vengo a hablarte de por qué hay algunas novelas (históricas, pero también de otros géneros) que se nos hacen aburridísimas y otras que devoramos en cuestión de días, sin importarnos su (en ocasiones) abultado número de páginas.

Y para ello he escogido estas dos novelas: La caída de los gigantes, de Ken Follett, y El testigo invisible, de Carmen Posadas. Son ambas la primera de cada autor que he tenido la oportunidad de leer y, salvando las distancias, porque cada una tiene una intención claramente diferente, puede decirse que ambas comparten, al menos en parte, la misma ambientación: la Primera Guerra Mundial en lo que entonces era el Imperio Ruso y la Revolución Bolchevique de 1917.

Pero ahí se terminan las semejanzas: aunque terminé de leer los dos libros, como es mi costumbre, uno de ellos se me hizo entretenidísimo mientras que el otro me pareció un auténtico tostón.

Ken Follett vs. Carmen Posadas

La novela histórica aburrida

Para mí, El testigo invisible es una novela histórica aburrida.

¿Y por qué? Por varios factores, en realidad, pero el más importante, al menos en mi opinión, es el hecho de que, con El testigo invisible, no conseguí meterme en la historia. Está contado de tal manera que parece un ensayo al que la autora hubiera decidido en el último momento camuflar de novela, añadiéndole un personaje protagonista que nos llevara de la mano por los sucesos que quería mostrar, pero sin terminar de hacer que nos sintamos partícipes de esa historia. Los leemos todos desde fuera, porque nuestro testigo invisible, Leonid Sednev, no deja de ser eso, un testigo que se cuela en la narración y nos arrastra tal y como él se ve arrastrado, tal y como los Romanov se vieron arrastrados por los acontecimientos.

Cuando leí la novela no supe identificar qué era eso que me hacía preocuparme tan poco por lo que pudiera pasarle a los personajes: hay acción y el estilo de Carmen Posadas me gusta, está maravillosamente documentado… ¿qué era lo que fallaba?

Hasta que lo comprendí leyendo este fantástico artículo de Rachel Giesel sobre los personajes y el argumento. Especialmente esta joya de aquí (la traducción es mía):

Queremos personajes activos, que tengan objetivos y actúen para conseguir esos objetivos. En vez de simplemente tener fuerzas externas que muevan la historia hacia adelante, necesitamos tener fuerzas internas que entren en conflicto con las primeras. Todas las historias deben contar con ambas.

En una novela (como casi todas) que esté planteada sobre la estructura de los tres actos, son las decisiones de los personajes las que deben provocar los giros de la trama. En esta novela de Carmen Posadas, los personajes se dejan arrastrar por la trama y las decisiones que toman otros.

Por supuesto, esa es la intención de la autora. Por eso la novela se titula El testigo invisible y por eso el protagonista es un chico anónimo y no la propia María Nikoláyevna Románova. Pero, gracias a la maravillosa ironía dramática y la 20th Century Fox todos sabíamos cómo iba a terminar la cosa, así que la tensión se diluyó hasta el punto de que seguí leyendo más por inercia que por otra cosa.

Por eso yo prefiero escribir sobre personas anónimas antes que sobre grandes hitos de la historia de los cuales ya sabemos más o menos cuál va a ser el desenlace. No soy mucho de biografías noveladas, ¿sabes?

La novela histórica adictiva

Ahora bien, no por el hecho de escribir sobre personas de la calle como tú y como yo, pero que vivieran en el pasado, ya tienes una novela histórica adictiva, como por arte de magia. O puede que la tengas, pero que sea de esas como las de Sarah Lark, que no puedes parar de leer pero que, al terminar, te des cuenta de que no sabes por qué te estaba gustando tanto.

No hay un solo elemento que haga que una novela histórica sea buena: es una mezcla de muchas cosas, como todo. Buena documentación, detalles en vez de infodumping, un buen comienzo y, algo de lo que hablaré en un artículo futuro, cuanta menos contaminación de miradas actuales (u, ¡horror! Una visión partidista, como el fiasco de La luz que no puedes ver), mejor. Pero, en el caso que nos ocupa, una buena estructura también es crucial.

Y es lo que consigue que un libro como La caída de los gigantes (que, en mi edición de extra-bolsillo, que pese al papel cebolla y la letra tamaño -7 no deja de tener 920 páginas), resulte una lectura agradabilísima, adictiva y, sobre todo, rápida. Porque yo no tengo apenas tiempo para leer, pero conseguí acabarme esta novela (a finales de diciembre, además, que es un mes terrorífico para todos los que trabajamos en la enseñanza) en ¿dos semanas?

Y déjame decirte que tenía muchos prejuicios antes de empezar. Muchos. No me gustan los bestsellers, porque suelen salirme rana. Y creo que no hay mayor superventas en novela histórica que Ken Follett. Pero hay un elemento que diferencia a este escritor de otros (y, sí, es cierto que no hace infodumping, lo cual también agradezco enormemente), es que los personajes hacen avanzar la historia.

Y sí, sabemos qué va a ocurrir, pero la ironía dramática juega en favor de la novela y el hecho de que todo el mundo sepa que Alemania perdió la Primera Guerra Mundial no implica que supiéramos qué iba a ocurrir con nuestros protagonistas.

Y, ojo, no todo está bien llevado en la novela: hay muchísimos personajes y se nota que algunos le caen mejor al autor que otros (o que está más de acuerdo con sus opiniones que otros). Y hay varias oportunidades con un par de reencuentros (mi debilidad) que podría haber explotado bastante mejor, creando más tensión.

Pero, pese a todo, es una gran novela. Ambiciosa, sí. Compleja. Pero te metes en la piel de los personajes, pese a que son tantos. ¿Por qué? Porque están muy bien desarrollados y toman decisiones. Y se equivocan. Y esas equivocaciones traen consecuencias, y son esas consecuencias las que hacen que la trama avance.  Por supuesto que te interesa el contexto, que para eso estás leyendo novela histórica, pero lo que hace que sea algo adictivo es, precisamente, cómo los personajes se desenvuelven intentando arreglar esas consecuencias. Como en la vida cotidiana, vamos.


¡Y hasta aquí el artículo de hoy! ¿Estás de acuerdo conmigo? ¿Has leído algún otro libro de estos dos autores y crees que mi análisis está sesgado porque aún no he podido ampliar la muestra de mi investigación? ¿Conoces algún otro libro recomendable sobre la Revolución Rusa? ¡Déjame un comentario! Y no te olvides de compartir la entrada y de suscribirte a mi lista de correo para no perderte nada de nada. ¡Hasta la semana que viene!

Photo by Eli Francis on Unsplash

Elena

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