Este verano, con esto de las vacaciones y gracias a una escasez de acceso a internet, he tenido que reaprender a escribir sin documentarme. O, lo que es lo mismo, he hecho un esfuerzo por seguir escribiendo: nada de pararme a completar detalles y, por supuesto, nada de pasar tres horas de reloj mirando a la pantalla porque hay una palabra que no me viene a la mente. Al fin y al cabo, ya habrá tiempo de volver a todo eso cuando comience a corregir la novela. ¿Cómo recordarás dónde está el huequecito que tienes que llenar con el nombre del postre o del personaje tal, entre tantos miles de palabras en tu manuscrito?
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