EL MIÉRCOLES PASADO, justo después de colgar esta entrada sobre novelas de espías, me fui al cine porque echaban el ballet Giselle en directo desde el Royal Opera House de Londres. No era la primera vez que veía un ballet, pero sí la primera que lo hacía en el cine: por si nunca lo has probado, es una experiencia totalmente recomendable.
La música, ella solita, ya habría bastado para enamorarme, pero si a eso le unes los saltos, los pas de deux, el vestuario, la forma que tienen los bailarines de llenar todo el escenario, la mímica… Pues eso, que salí del cine con corazoncitos en los ojos.
Por supuesto, lo que más impresiona son los protagonistas de la historia: llevan el peso de la acción y del baile y se quedan con las coreografías más espectaculares; sin embargo, una de las cosas que más me llamó la atención de esta producción (quizás por esto de que la vi en el cine, con cambios de plano y alta calidad, que son cosas que te permite fijarte en los detalles) fue el corps de ballet (es decir, toda esta gente que aparece por detrás de los protagonistas, como haciendo bulto: esa es básicamente su función principal).
Había escuchado muchas veces que el corps de ballet es el alma de cualquier compañía y que sin ellos el ballet no sería lo mismo, pero hasta la semana pasada no comprendí realmente por qué: por primera vez, pude fijarme en ellos. En sus caras de asombro cuando había una pelea y en sus miradas de complicidad cuando Giselle les presenta a su flamante prometido. Interactuaban: estaban vivos (que ya, que son personas y todo eso, pero a lo que me refiero es que no se limitaban a quedarse quietos mirando bailar a los protagonistas, como robots automáticos). Cuando se iban de la escena me entraba como una sensación de abandono, de intimidad forzada (un poco como cuando se empieza a marchar la gente de una comida familiar multitudinaria y os quedáis dos para limpiar).
Y es que, en efecto, el corps de ballet es el marco de la historia: no solo porque rodea a los protagonistas y, en cierto modo, los abraza con su presencia; también porque sitúa la historia en un lugar y un tiempo determinados. Unifica el contexto con su vestuario casi uniformado, para que Giselle, la protagonista, destaque ya simplemente por llevar una falda de otro color.
Dos cosas (y media) que los escritores podemos aprender de Giselle
1. Tienes que cuidar la ambientación de tu novela
Como digo, el corps de ballet es el marco de Giselle. Y, al fin y al cabo, el ballet lo que hace es contarnos una historia, al igual que una novela. Por tanto, es muy importante que no te olvides de tu corps de ballet, o lo que es lo mismo, de la gente que vive en el mismo lugar que tu protagonista, que se relaciona con él o ella con asiduidad: el dueño de la churrería a la que baja a desayunar y la vecina del tercero a la que siempre se le escapa el gato. Pero, también, tu corps de ballet sería ese olor a sal de la orilla del mar, la forma en la que la luz se cuela por entre la vegetación de un bosque o el sonido de la lluvia al caer contra un tejado de chapa. Es, en definitiva, tu ambientación.
Mímala. No vale con tener protagonistas que floten en un limbo: aunque floten tan bien como Giselle, necesitas a las Willis para completar la atmósfera. Para que tu historia sea creíble y a tus lectores se les haga real.
Esto, por supuesto, no significa que dos tercios de tu novela sean única y exclusivamente descripciones interminables (y farragosas) sobre la forma en la que el viento sacude la ropa tendida: menciona detalles como ese aquí y allá, de vez en cuando, para que tu lector, que se ha quedado prendado con esos protagonistas tan memorables que has creado, se enamore ya del todo con el contexto de tu historia.
2. Dale emoción al asunto
Esto no significa, como yo creía a los 12 años, que en cada capítulo tenga que morir un personaje para causar efecto. Más bien me refiero a que la corrección en la ejecución no es suficiente, ni en el ballet ni en la escritura: la expresividad y la emoción van a ser lo que haga que el lector conecte con los personajes. ¿Y cómo? Pues a través de esa ambientación (de tu corps de ballet), pero también de historias coherentes consigo mismas, con personajes humanos y sociedades complejas en vez de robots (a no ser que escribas ciencia ficción y tus personajes sean robots de verdad, claro). Dales siempre una personalidad a tus secundarios, aunque salgan poco: un pasado (con sentido, a ser posible) que los defina.
Los personajes secundarios, aunque digan solo un par de frases, son parte de ese decorado de tu novela. No metas a más personajes de los que te veas capaz de manejar ¡no vaya a ser que te olvides de alguno! Si hay cinco en una conversación, no permitas que solo intervengan dos (y con intervenir no me refiero a que tengan que hablar: una ceja levantada de vez en cuando o un mohín incómodo serían suficientes para crear esa sensación de verosimilitud que buscas).
Y, bueno, hay muchísimas más cosas que los escritores podríamos aprender sobre Giselle (y sobre los ballets en general). Por ejemplo, cómo contar una historia inolvidable en dos horas y media (o lo que es lo mismo, cómo elegir las escenas apropiadas para contar una historia). Pero voy a guardarme esta idea (y algunas más) para el futuro, para otras entradas.
Así que, de momento, cuéntame. ¿Te gusta el ballet? ¿Has visto Giselle? ¿Tienes problemas a la hora de manejar a tu corps de ballet? ¡Comenta y cuéntamelo!
Crédito de la foto: © Sébastien Mathé
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¡Me ha gustado mucho la entrada! Me encanta lo de relacionar otras cosas con la escritura, porque se pueden sacar lecciones de todo, ya que escribir es tan amplio y tan poco limitado a la hora de «tomar lecciones» que mola cuando te encuentras con entradas así.
Últimamente estoy metida en el tema de mejorar las ambientaciones de la historia, porque me he dado cuenta de que me gusta mucho, así que la entrada me viene todavía mejor y tengo ganas de esa que prometes sobre elegir escenas para contar una historia.
Y lo de la conversación con cinco y que no se te olvide ninguno, muy cierto y necesario, que parece mentira pero esos recordatorios no vienen nada mal ^^
Todo ayuda, claro que sí. ¡Y siempre se puede aprender algo nuevo!
La ambientación me parece algo importantísimo y, de hecho, en el trocito que leí tuyo de El Frío me pareció que la ambientación te había quedado tan realista que bien podría haber sido un personaje más 😉
Ay, a mí me ha pasado más de una vez que se me han olvidado personajes… Me dejo llevar por las emociones del diálogo y se me pierde el corps de ballet por el camino xD ¡Pero para eso están las correcciones! Así que, mientras te des cuenta, no pasa nada.
¡Muchísimas gracias por pasarte y comentar! Es un placer tenerte por aquí. ¡Besos!
/No sé por qué no comenté aquí en su momento, pero esta es mi entrada favorita de todo el blog. ¡UN ABRAZOTE GIGANTE Y ÁNIMO!
OH. También es una de mis entradas favoritas