A veces, la percepción que tenemos de nosotros mismos no se corresponde con la realidad. No solo porque en muchas ocasiones tendemos a menospreciar nuestro trabajo, o a compararnos con los demás, y pensamos que lo que hacemos nosotros vale menos que lo que hace el vecino (aunque, al fin y al cabo, en todas partes cuecen habas, y quién te asegura a ti que ese mismo vecino no piensa lo mismo de ti).
Yo misma, por ejemplo, siempre me he considerado una persona de mentalidad bastante abierta, dispuesta a lanzarse a la aventura, y sin embargo cada vez me doy más cuenta de lo mucho que me cuesta dar el paso y atreverme a probar según qué cosas (como los sabores de helado. Estoy segura de que habrá por ahí sabores maravillosos, pero cómo voy a querer probar otros cuando existe el de turrón).
Por ejemplo, tardé muchísimo en animarme a comprarme un eReader. ¡Años! Me decía que no era para mí, que a mí me gustaban más los libros físicos. Lo cual es absurdo, porque no hay forma de saber si una cosa te gusta más que otra si no las has probado las dos.
Quién me ha visto y quién me ve: ahora, si un libro no tiene edición en digital, tiene muchas posibilidades de pasarse años en mi lista de pendientes.
Todavía este otoño, cuando mi bibliotecaria me hablaba de las ventajas del servicio de préstamo de libros digitales de muchas bibliotecas, le puse una cara rara cuando me mencionó los audiolibros (vamos, que dio igual que las dos lleváramos mascarilla, porque a mí se me nota todo lo que estoy pensando hasta en las arrugas de la frente).
La verdad sea dicha, de no haber sido por este mismo servicio de préstamo bibliotecario, nunca les habría dado una oportunidad a los audiolibros. Por lo que te comentaba antes: a veces necesito un pequeño empujoncito para animarme a probar cosas.
Total, que anda que no podría haber amenizado tardes de montañas de ropa para planchar que con un buen audiolibro, o esos viajes en autobús en mis años de estudiante, cuando volvía a casa cada dos o tres fines de semana. Si solo me hubiera atrevido antes a darle al play.
Por qué deberías escuchar audiolibros
Muchas veces, esa resistencia al cambio está basada en prejuicios e ideas preconcebidas. Yo, antes, pensaba que los audiolibros eran simplemente la lectura en voz alta del texto. Que, técnicamente, es eso.
Y, al mismo tiempo, no podría haberme quedado más corta. Escuchar un audiolibro es, más bien, como si te contaran un cuento. Como si la voz del lector te arropara por la noche y te diera las buenas noches, susurrándote una gran historia al oído. Es una manera maravillosa de aprovechar esos tiempos muertos camino al trabajo, o de tener por fin una razón para llorar cuando cortas cebolla si da la casualidad que muere tu personaje favorito mientras estás con un ojo en el sofrito.
Sin haberle dado siquiera una oportunidad al audiolibro, me convencí de que, con la facilidad que tengo para distraerme hasta cuando me hablan por teléfono, iba a costarme muchísimo seguir el hilo de una historia si se me iba el santo al cielo cada dos por tres (que a veces todavía me pasa, pero para eso hay un botón maravilloso en los reproductores para rebobinar unos segundos). Y que, como suelo leer bastante rápido, iba a aburrirme esperando a que el lector del audiolibro terminara cada frase (pero para eso también hay un botón, que te permite escuchar a velocidad 1,25 ó 1,5 y todos contentos).
Hazme caso y anímate con el audiolibro ¡si no lo has hecho ya!
(Si por casualidad ya escuchas audiolibros y aun así has seguido leyendo hasta aquí, aprovecho para pedirte consejo: estoy buscando un buen servicio de suscripción para escuchar audiolibros sin dejarme en ello el sueldo. ¿Me recomiendas alguno?)
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Holi ^^
Los audiolibros fueron mi gran descubrimiento cuando empecé a ir en coche dos horas al día con zonas de poca radio.
Yo los escucho de la ebiblio, en Spotify (hay verdaderas obras de arte), iVoox (aunque este me resulta más caótico) y me recomendaron Storytel, que de vez en cuando lanzan promociones de 3 meses gratis, pero reconozco que aún no me he animado con esta última.
Tengo que reconocer que si empiezo uno y la voz no me convence en los primeros 15 minutos (por lo que sea. Muchas veces es que yo me he despertado así y la voz me cae mal), lo dejo aparcado hasta otra ocasión. Pero en general me encantan y me permiten seguir leyendo incluso ahora que apenas tengo tiempo, así que disfruto y me quito el gusanillo xD
¡Hola! ¡Tienes toda la razón! Los audiolibros son geniales para el camino al trabajo, y si además tienes poco tiempo para leer en general es un formato estupendo para aprovechar mientras haces otras cosillas. A mí me pasa lo mismo que a ti: a veces empiezo un audiolibro y por lo que sea no me convence la voz o la dicción del narrador y lo dejo (o lo apunto para leerlo en otro formato). Mi primer audiolibro fue de eBiblio, pero se me está empezando a quedar corto el catálogo. Estoy probando Nextory ahora mismo pero quiero también ver si hay alguna otra plataforma que me guste más antes de suscribirme, así que probablemente cuando termine este periodo de prueba me anime con Storytel, a ver qué tal. Ya te contaré