¿OS HE DICHO ALGUNA VEZ que el otoño es mi estación favorita? Me encanta cómo todo cambia de color, el tiempo empieza a refrescar y llegan los días de lluvia en los que nada apetece más que hacerse con una manta, una bebida caliente y un buen libro. Además, el otoño es la época de cosechar productos deliciosos como las manzanas, las setas, mis adoradas castañas… y las calabazas. Me encanta cocinar con calabaza, como ya he demostrado en alguna ocasión. Así que, aunque parece que en todas partes nos estamos preparando ya para la Navidad, quiero aprovechar lo que nos queda de otoño para traeros una receta con calabaza, junto con un libro perfecto para esas tardes lluviosas que tanto me gustan.
Tengo que confesar una cosa, sin embargo: en realidad, es posible que la receta original de este postre literario no llevara calabaza. He tenido mis dudas al respecto. Resulta que, en mi edición de La leyenda de Sleepy Hollow, me encontré con este fragmento que hace la boca agua:
Me encantaría llenar estas páginas con el relato pormenorizado del montón de placeres que se mostraron a los ojos de mi héroe apenas entró en el salón principal de la casa de Van Tassel […]. Ese universo de placeres era, por el contrario, cuanto se ofrece a la degustación de un buen paladar y de un estómago de enormes tragaderas en las fiestas de los granjeros prósperos, más si son holandeses y celebran las bondades del otoño. ¡Qué enorme cantidad de fuentes llenas de todos los pasteles habidos y por haber, y de pastas, y de otros dulces cuya relación sería inacabable, delicias cuyas recetas se cuidaban muy mucho de decir a las otras aquellas hacendosas amas de casa holandesas! Y el muy ilustrísimo doughnut, y el oly koek tan esponjoso, y el cruller crocante y de sabor tenue, delicadísimo… Y bizcochos, y una exquisita tarta de jengibre, e incontables pastelitos de miel… Y tartas de manzana, de melocotón… Y jamón cortado en lonchas, y carne ahumada, y conservas y confituras de ciruelas, de pera y de membrillos… Y enormes parrilladas de pescado, y pollos asados por docenas… Y cuencos rebosantes de leche recién ordeñada. Y más cuencos, hasta arriba de crema dulce… Todo, arbitrariamente puesto sobre las mesas; tan arbitrariamente como mi propia enumeración de las viandas, pero, eso sí, todo parecía girar alrededor de una enorme tetera que de continuo silbaba anunciando que ya tenía la infusión presta. ¡Que Dios los bendiga! Me faltan el tiempo y la capacidad necesarios para describir convenientemente aquel banquete cual sería debido y justo hacerlo, y pues tengo que apresurarme en la conclusión de la historia, sigamos a otra cosa.
Creo que de aquí podría sacar un año entero de postres literarios. Pero lo importante es que, en la parte que he resaltado en negrita, había una nota al pie que decía lo siguiente: “El doughnut y el oly koek son pasteles hechos con calabaza, mantequilla y miel”. Dado que quería hacer un postre de calabaza, esto me venía perfecto. El problema llegó cuando me puse a investigar qué eran los oly koek… y me encontré con que en ningún otro sitio se decía que uno de sus ingredientes era la calabaza. En realidad, al parecer, el oly koek fue el antecesor del doughnut, o sea, la misma masa pero sin agujero. Lo del agujero llegó más tarde como solución porque el centro siempre se quedaba crudo.
En resumen, que me vi ante el dilema de si hacerle caso a la nota al pie o a la maravillosa Bryton Taylor de Food In Literature, de donde saqué la información sobre los oly koek. Al final, decidí que, aunque la versión original probablemente no llevara calabaza, bien podía modificarlo un poco y crear mi propia versión… y de ahí salieron los doughnuts de calabaza. Al fin y al cabo, si habéis leído Sleepy Hollow o visto alguna de sus versiones, sabréis que aparecen muchas calabazas en la historia, así que bien podían haberlas utilizado en la receta.
Antes de pasar a la receta, quería contar una cosilla: ¡tengo Instagram! Creé la cuenta hace algo menos de un mes y desde entonces no he parado de compartir fotos de postres y libros. También lo uso para dar pistas de los próximos postres literarios y enseñar más imágenes de las recetas, así que, si queréis estar al día de lo que leo y lo que hago en la cocina, podéis encontrarme en @bakerbookdragon. 😀
Ahora sí, sin más dilación, os dejo con mi receta apócrifa de los doughnuts de calabaza de Sleepy Hollow.
Ingredientes:
- 250 g de puré de calabaza*
- 1 paquete de levadura seca instantánea de panadería**
- 200 ml de leche
- 50 g de mantequilla
- 150 g de azúcar moreno
- 1 huevo
- 650 g de harina
- 1 cucharada de nuez moscada
- 1 cucharada de clavo molido
- 1 cucharada de canela en polvo
- 1 cucharada de jengibre en polvo
- Aceite abundante (para freír)
* Aquí se explica cómo hacer puré de calabaza.
** Aquí hay una explicación sobre los tipos de levadura.
Preparación:
1. Combinamos la harina con la levadura y las especias. Mezclamos bien.
2. En otro recipiente mezclamos el azúcar, la mantequilla y los huevos.
3. En un cazo, calentamos la leche con el puré de calabaza. Removemos hasta que quede una mezcla homogénea.
4. Vertemos la mezcla de leche y puré sobre la mezcla de azúcar, mantequilla y huevos y removemos hasta que se incorpore por completo.
5. Mientras esta mezcla todavía está templada, vamos añadiendo la mezcla de harina poco a poco. Si la masa está demasiado pegajosa, podemos añadir algo más de harina.
6. Es el momento de amasar. Sobre una superficie enharinada, durante 5-10 minutos. Es normal que la masa se pegue un poquito a los dedos; si no os impide amasar, no añadáis más harina o los doughnuts quedarán demasiado secos.
7. Después de amasar, colocamos la masa en un cuenco untado en mantequilla, la cubrimos con un trapo o papel de horno y la dejamos reposar al menos una hora en un lugar cálido.
8. Tras el reposo, estiramos la masa con un rodillo hasta que quede una lámina de 1-2 cm de grosor.
9. Cortamos la forma de los doughnuts. Hay cortadores especiales, pero yo utilicé un vaso para el círculo grande y una boquilla de manga pastelera para quitar el centro.
10. Una vez cortados los doughnuts (y los circulitos centrales), volvemos a dejarlos reposar otra hora o hasta que veamos que han crecido hasta casi duplicar su altura.
11. Para freír los doughnuts, necesitamos suficiente aceite como para que cubra por completo los doughnuts. Es más fácil hacerlo en una cazuela baja, aunque una sartén bien grande también puede servir.
12. También necesitaremos azúcar y canela para rebozarlos. Es suficiente con poner un par de puñados de azúcar y dos cucharadas de canela en un plato y remover para que se mezclen.
13. Sumergimos los doughnuts en aceite caliente (¡con cuidado de no salpicar!). Hay que comprobar la parte de abajo y darles la vuelta en cuanto empiecen a dorarse. Deberían quedar como en la imagen:
14. Cuando estén bien dorados los retiramos de la sartén, los rebozamos en azúcar y canela mientras todavía están calientes y los dejamos en un plato… y a por la siguiente tanda.
¡Y listo! Los doughnuts estarán dulces, tiernos y calentitos, perfectos para saborear en un día de otoño con un buen libro a mano.
Espero que os animéis a probar la receta y a leer el libro, y que me contéis vuestra opinión, ya sea en los comentarios o en Instagram. ¡Hasta la próxima!
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Jopé, Mary, qué bien escribes y qué rico parece todo. En este caso sí que se puede decir que comemos con los ojos. ¡Tengo las pestañas llenas de legañas de calabaza!
Ay, tú que me lees con buenos ojos (?).