COMO HACE UN PAR DE SEMANAS me puse a reorganizar las notas al pie de página de uno de mis manuscritos para convertirlas en un glosario, me dio por incluir una a propósito de que se mencionaba en el texto a la Pan Am. Y, de verdad, te prometo que solamente quería comprobar una fecha, pero me lié y terminé prácticamente estudiándome la historia de la aerolínea americana.
De periódicos viejos
De alguna manera llegué a esta noticia, publicada en el semanario Flight International del 26 de septiembre al 2 de octubre de 1990 (es decir, la semana previa a la Reunificación Alemana): se titula El Este es el Oeste ¿y el Oeste…? y trata sobre el impacto de la Reunificación sobre los aeropuertos y el sector de las aerolíneas. Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, ninguna aerolínea alemana (la nacional de la RFA o Alemania Occidental era Lufthansa) tenía permitido volar desde o hasta Berlín: los vuelos domésticos de la RFA, es decir, entre el resto de Alemania Occidental y Berlín Oeste, eran cubiertos por la americana Pan Am (que quebró en 1991). El artículo habla un poco sobre esto pero, mayormente, sobre las consecuencias de la caída del Muro de Berlín en asuntos como el espacio aéreo, y sobre la capacidad real de los aeropuertos berlineses para acoger al gran número de pasajeros previsto a partir de los cambios que se avecinaban.
El artículo, por tanto, no solo ofrece información factual sino que proporciona una visión bastante clara de la situación de incertidumbre generada por la inminente Reunificación: hay que remarcar que la división de Alemania en dos países tras la Segunda Guerra mundial fue un proceso bastante chapucero (en mi opinión), porque por supuesto no estaba planificado desde un principio y dio lugar a situaciones de contingencia, temporales, por así decirlo, que se convirtieron en permanentes: revertir esas situaciones en el territorio oriental (porque de facto se asimilaron todas las estructuras burocráticas e institucionales de la RFA y, hoy en día, el país se llama oficialmente Bundesrepublik Deutchland, es decir, República Federal Alemana) para adaptarse a lo que llevaba 30 años vigente en el lado del Oeste no era tarea fácil, precisamente.
Aunque, por supuesto, como mi novela no va en realidad de esto ni, por supuesto, de aerolíneas, el artículo no me sirve nada más que para hacer un poquito más larga la nota al pie sobre la Pan Am. Y, sin embargo, ha contribuido a la idea general que yo tengo sobre el momento histórico. Y es que, como bien apuntaba Susana en este comentario, tirar de hemeroteca puede ser una estupendísima fuente de información: no solo por las noticias en sí, sino también por el modo en el que están contadas esas noticias. Puede darte una noción de las preocupaciones de la gente de la época ¡y hasta de su forma de hablar!
Una herramienta muy útil para consultar periódicos viejos (españoles, en este caso, pero existen bases de datos similares en otros países) es la Biblioteca Virtual de Prensa Histórica, un servicio gratuito ofrecido por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. Por ejemplo, yo tuve que utilizarla hace un par de años, cuando estaba escribiendo una patata que estaba en su mayor parte ambientada en 1824. La trama tenía cierta relación con el primer pronunciamiento militar que hubo contra Fernando VII en España tras la llegada de los Cien Mil Hijos de San Luis: un coronel llamado Francisco Valdés, la noche del dos al tres de agosto de 1824, desembarcó en Tarifa al grito de «¡Viva la Constitución!» (la de 1812, se entiende). Aquello no llegó a nada: los asediaron los absolutistas, a la mayoría los fusilaron y aquel intento mío de novela se quedó en patata, pero eso no quita que me documentara para escribirla. Y lo hice, aparte de releyéndome El terror de 1824 y viendo un par de documentales, buscando Francisco Valdés en los periódicos de la época, lo cual me llevó al número del día 13 de agosto de 1824 del Diario Mercantil de Cádiz, el cual incluye un pequeño apunte con respecto al hecho:
Se ha publicado aquí lo siguiente: Aviso al público. — Una facción pérfida compuesta de unos 200 de los refugiados españoles y otros habitantes obscuros de la plaza de Gibraltar, se armaron y prepararon una expedición que saliendo por mar de su bahía à las órdenes del Ex-Coronel Don Francisco Valdés, logró apoderarse de la plaza é Isla de Tarifa sorprendiendo à su corta y descuidada guarnición en el momento en el que se abrían las puertas en la madrugada del día 3. […] Viva el Rey; pero abran los ojos sus leales vasallos y defensores por si esta trama, que aquí no pega, tuviese reunificaciones en otra parte. — Algeciras 9 de Agosto de 1824. — El comandante general del Campo de Gibraltar — O’Donell.
Pero no es esto lo único que puede sacarse de ese periódico: en la primera página de todo pone que cada ejemplar costaba 10 cuartos y que ese día en Cádiz salió el sol a las 05:11 y se puso a las 18:49. ¡Y en la última hay una lista de los «precios corrientes en esta plaza» del día anterior! (Y, también, un texto explicando la equivalencia de medidas entre unas provincias y otras… ¡vamos, una joya!)
También es interesante, en el caso de hechos históricos provocados o que provocasen algún tipo de legislación, repasar esta un poco: por ejemplo, esto es la Real Orden sobre los acontecimientos de Tarifa, publicada en la Gaceta de Madrid (el antepasado del BOE) el 24 de agosto de 1824; tampoco hay que memorizar decretos ni nada por el estilo, pero todo puede ayudar a que comprendamos mejor aquello sobre lo que pretendemos escribir.
¡Y esto es todo por hoy! La hemeroteca no es algo que suela utilizar continuamente (aunque quizás debería hacerlo más a menudo), pero también es cierto que depende mucho de cada proyecto que estés escribiendo: por ejemplo, no tiré de periódicos en ningún momento cuando escribía Cuando la luna brille (más que nada, porque los vikingos no tenían periódicos), pero a veces no solo encuentras noticias interesantes, sino también reportajes o entrevistas a autoridades sobre el tema que estés tratando que pueden ayudarte. ¡Rebusca en las hemerotecas! ¿Lo has hecho alguna vez? ¿Te ha servido para documentarte?
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¡Muy bueno! La documentación cuando estás escribiendo algún relato histórico es apasionante (o aunque solo sea por pura curiosidad) 😀 A mí me pasa igual, empiezo buscando solo un dato y acabo haciendo una tesis del tema jajaj Acabo de descubrir tu hilo de entradas sobre el tema y está genial 🙂
¡Un saludo!
¡Muchísimas gracias! Me alegro de que te guste ¡y de no estar sola en esta obsesión por la documentación!
Un abrazo