SI ESTA NO ES LA PRIMERA vez que llegas a mi blog probablemente sepas (porque soy una pesada y lo repito ochenta veces en cada artículo) que lo que más me gusta de escribir novela histórica es documentarme. Me chifla, y desde que descubrí Pinterest y Airtable tengo toda la información que encuentro ordenadita y a punto. Recuérdame que algún día te hable de mi sistema de recogida y clasificación de la documentación, que llevo perfeccionando desde que empecé a escribir patatas.
Pero, en fin, que me voy del tema. Decía que me encanta documentarme, pero hete aquí que cada historia es diferente y para cada caso necesitas un tipo de información (o todos a la vez, que a mí me pasa).
Lo cierto es que no todo es igual de fácil de encontrar. Por supuesto, cuanto más cercana sea la época al día de hoy, más sencillo es encontrar fuentes: testimonios, mapas, documentos y hemeroteca. Y a veces, si me apuras mucho, hasta Wikipedia (pero, ojo, no todo vale. Tengo un hilo en twitter sobre esto).
Pero, aunque estés escribiendo sobre algo que ocurrió el siglo pasado, tienes que hacer un esfuerzo por comprender la mentalidad y la cultura del momento. Y a mí es lo que más me cuesta, porque puedes describir la ropa y los postres, hablar de las comunicaciones e investigar sobre la televisión, pero en cada momento y lugar las personas tienen una manera de ver y entender el mundo y a veces es muy difícil evitar que la nuestra propia empape nuestros textos.
Y yo, para bien o para mal, nunca he vivido en un país en guerra, por ejemplo. Ni he vivido en una época en la que no pudiera comunicarme con cualquiera tirando de teléfono.
Cómo me documenté para escribir sobre la Guerra Fría
Cuando empecé a escribir mi nueva novela, Esa nube tiene forma de oveja, una de las cosas que me fue más difícil de entender fue cómo era la vida en un país comunista. Y para entenderlo y poder transmitirlo en mi novela me ayudaron mucho mucho todas estas películas y un libro: El fin del homo sovietucus, de Svetlana Aleksiévich (Acantilado, 2015).
Svetlana Aleksiévich ganó el Premio Nobel de Literatura en 2015 y en esta, como en el resto de sus obras, Ella recoge testimonios reales y los unifica en un texto de esos que son tan fuertes que a veces tienes que parar de leer, de la impresión que te dan. Tengo las páginas de mi ejemplar (la edición de Acantilado, como la de cualquier otra obra de su catálogo, es impecable) llenitas de dobleces, de todo lo que quería llevarme del libro.
Svetlana Aleksiévich ganó el Premio Nobel de Literatura en 2015 y en esta, como en el resto de sus obras, recoge testimonios reales y los unifica en un texto de esos que son tan fuertes que a veces tienes que parar de leer, de la impresión que te dan. Tengo las páginas de mi ejemplar (la edición de Acantilado, como la de cualquier otra obra de su catálogo, es impecable) llenitas de dobleces, de todo lo que quería llevarme del libro.
Por ejemplo, estos pedacitos imprescindibles que se meten en las casas de personas reales que vivieron en la antigua Unión Soviética.
(Haz click para ver las imágenes en tamaño completo)
O estos, si cabe todavía más interesantes, del tema principal que trata el libro: qué ocurrió con el homo soviéticus tras la desaparición de la Unión Soviética.
Aunque, debo admitirlo, no solo utilicé este libro para documentarme sobre la Guerra Fría. Leí otros muchos, de ficción y no ficción. Y también escuché podcasts y hasta buceé en Instagram y creé un tablero de Pinterest.
Y escribí un relato sobre la Operación Gomorra de la Segunda Guerra Mundial que puedes descargarte gratuitamente al suscribirte a mi lista de correo (y que viene con un artículo extra sobre una tipografía que a Hitler no le hacía nada de gracia).
¡Hasta la próxima!
Photo by Tbel Abuseridze on Unsplash
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