DESDE QUE VOLVÍ DE VACACIONES, a principios de septiembre, he cambiado muchas cosas: en mi vida laboral, en mi casa y, también, en la manera en la que voy a enfrentarme al mundo a partir de ahora. Me he replanteado algunas ideas que tenía desde hacía tiempo, he hecho un poco de retrospectiva, y me he dado cuenta de que todos esos cambios eran necesarios.
Por ejemplo, te habrás dado cuenta de que he modificado mi calendario de publicación de artículos: he dejado de publicar de manera semanal, lo cual me está permitiendo relajarme un poco más y dedicarle más tiempo preparar el contenido que sí publico. Y a escribir. Y a planificar mis próximos pasos.
Hace algún tiempo te conté cómo era mi rutina como escritora. Sigue siendo más o menos la misma, aunque hace bastantes meses que no me sumerjo de verdad en un proyecto.
Después de haber terminado de escribir mi última novela me dediqué a revisar y reescribir por completo otra novela antigua, que también terminé (hará cosa de un año), pero cuando lo hice me di cuenta de que no era algo que quisiera publicar. Tenía que escribirlo, porque me lo debía (y se lo debía a mi yo del pasado), pero creo que no ha llegado el momento de compartirlo. No sé si algún día llegará.
Después de ese pequeño respiro, quería volver a escribir novela histórica. Pero me entraron ganas de hacer algo totalmente diferente, que no hubiera intentado nunca, y quise probar suerte con una ucronía.
De una ucronía a Indochina y tiro porque me toca
Para empezar, el de la historia conterfactual me parece un concepto interesantísimo. Básicamente, para escribir una ucronía coges un momento histórico y le das la vuelta, y te imaginas qué habría pasado si tal y cual, y una cosa lleva a la otra y, cuanto más te alejas del punto de inicio, más y más diferente es el mundo que tú creas del mundo real. De hecho, es fascinante intentar adivinar hasta qué punto puede una pequeña cosa, un pequeño accidente, influir en el futuro y cambiarlo por completo.
(Para saber más sobre ucronías, te recomiendo el blog de Alejandro Valentín, que le ha dedicado varios artículos al concepto).
Volviendo al tema: por supuesto, escribir una ucronía iba a ser un reto, porque a mí lo que me gusta de escribir novela histórica es la documentación y al fin y al cabo en las ucronías terminas por dejar paso a la imaginación y a la especulación, y todo ese trabajo de investigación con el que yo tanto disfruto, aunque por supuesto debe estar ahí, se queda en un segundo plano.
Bueno, pero de perdidos al río, me dije, así que me puse a pensar y decidí que estoy lo suficientemente obsesionada con la Guerra Fría y el Muro de Berlín para intentar escribir una ucronía respondiendo a la pregunta de ¿qué habría pasado si nunca se hubiera levantado el Muro de Berlín? Aunque, para serte sincera, no llegué muy lejos respondiéndola, más allá de que habríamos tenido Tercera Guerra Mundial fijo, porque me compré una maravilla de libro que se llama Berlín 1961, de Frederick Kempe (G.P. Putnam’s Sons, 2011), y empezó a picarme el gusanillo de la curiosidad por todas las veces que se mencionaba a Kennedy en relación con una tal crisis en Laos de la que yo no sabía absolutamente nada.
Vamos, que por no saber, ni siquiera sabía dónde estaba Laos. Sonaba exótico. Un par de búsquedas en Google más tarde tenía montado un tablero de Pinterest y me estaba planteando seriamente si no sería mejor escribir sobre Laos y dejarme de ucronías, que eso de salir de la zona de confort siempre trae consigo dolor y frustración.
Pero al final lo que me hizo decidirme fue que me enteré del papel de Laos en la Guerra de Vietnam (hola, Guerra Fría, sí, he vuelto). Y le dije hasta luego a mi ucronía en pañales. Así que ahora mismo estoy planificando una nueva novela ambientada en la Indochina Francesa (y creo que ni siquiera llegaremos a la Guerra de Vietnam, pero es que es todo tan interesante que quizás me dé para más de una novela), todo gracias a Kennedy.
¿Y sabes qué? Sigo utilizando Pinterest ara documentarme. Y para organizar lo que encuentro cuando me documento (y sigue gustándome más que Evernote).
Pero he descubierto una nueva herramienta.
Se llama Airtable y para explicarlo de manera sencilla es algo así como un crossover entre una hoja de cálculo y una base de datos, pero con una interfaz bastante amigable y fácil de usar y con muchas plantillas que solo tienes que adaptar a lo que necesites. Desde planificar una novela (yo la estoy utilizando con esta y estoy encantada) hasta un viaje, tu presupuesto mensual o el calendario editorial de tu blog (yo he mudado el mío casi por completo desde Trello, que era la herramienta que estaba utilizando desde hacía cosa de un año y que nunca me terminó de convencer).
Mira qué ordenaditas tengo las obligadas imágenes para inspirarme (y de hecho he adaptado todo lo que me gusta de yWriter5 porque la interfaz de Airtable, repito, no parece salida del Cretácico):
Por cierto, hablando de organización: otra cosa que he hecho este verano ha sido reorganizar el archivo de entradas antiguas (¿a que me ha quedado bonito?): te invito encarecidísimamente a que te pases a doblar un par de esquinas, si quieres bucear entre los artículos que he ido escribiendo desde que abrí el blog hace casi tres años (¡tres!).
Y, de momento, voy a dejar a mi proyecto de ucronía aparcado (aunque quizás lo retome en un futuro, ¿quién sabe? Este verano vi en una papelería en el aeropuerto un ejemplar de esta revista y, de no ser porque tenía bastante prisa, me la habría traído en la maleta: ¿será una señal?) y voy a seguir explorando Airtable y leyendo sobre Laos.
Por supuesto, antes de irme te recuerdo que, como ya no publico todos los miércoles, para estar siempre al día con el blog puedes suscribirte a mi lista de correo (además, casi todas estas cosas que te he contado hoy ya las había ido anunciando en mi newsletter). Y no te olvides tampoco de dejarme un comentario si crees que las ucronías son una pérdida total de tiempo (o si son tu género favorito), si también usas Airtable o si puedes aconsejarme algún libro, novela o no ficción, sobre Laos o Indochina. ¡Soy toda oídos!
Un elefante bajo el parasol blanco
Elena Álvarez
Una novela de aventuras en la Indochina de la Segunda Guerra Mundial. ¡Ya a la venta!
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