¡Y HEMOS LLEGADO AL FINAL! Esta es la última reseña que me toca este año como miembro del jurado de los Premios Guillermo de Baskerville, organizados por la web Libros Prohibidos. Puedes leer el resto de reseñas que he publicado durante estos meses en esta misma categoría de Novela Corta (y también las de mi participación el año pasado como jurado de Relato Corto). Y, si te pica el gusanillo de la curiosidad, de momento las cosas en el Premio van así.
«Los príncipes de madera», Daniel Pérez Navarro
El príncipe de madera, de Bartók, contiene en sus compases una bomba de relojería. Al menos así lo siente el grupo de David, los cerebritos de Collins, un grupo de ocho jóvenes que se preparan para convertirse en ingenieros y ser enviados a la luna de Agarttha, donde dirigirán la extracción de una valiosa materia prima llamada Jebo. En aquel apartado lugar, sus pensamientos volverán una y otra vez sobre quiénes son y cuál es su verdadero cometido en la vida, como si recorrieran a cada paso el extraño solo de xilófono de la mítica pieza. Los problemas que se cruzarán en su camino acabarán por enfrentarlos con su verdadera naturaleza, con su yo más íntimo, en un vertiginoso in crescendo de acontecimientos.
He dejado este libro para el final, entre otras razones, porque me llamaba mucho la atención la sinopsis y quería tomármelo con calma. Si me conoces un poquito sabrás que soy pianista y que dos de mis pasiones son los cuentos y el ballet, así que Los príncipes de madera tenía los ingredientes perfectos para engancharme con su planteamiento.
Por supuesto, mi parte favorita son los detalles: especialmente, la presencia omnipotente de la música, tanto la de Bach como la de Béla Bartók (y el simbolismo que traen consigo, que esconde muchas cosas como esta que nos revelan desde Cerbero en exclusiva). Fangirleé terriblemente cuando pillé que la novela se titula así por un ballet (que, además, me recuerda a Las zapatillas rojas aunque realmente no tiene mucho que ver) y, como no podía ser de otra manera, busqué la música y me la puse de fondo durante toda la lectura (hice bien).
Otra cosa que me gusta y mucho es que, incluso siendo una obra con inclinaciones claramente científicas, no solo las matemáticas o la física sean importantes. O el worldbuilding tan bien argumentado que nos presenta Daniel Pérez Navarro: sin caer en el infodumping, pistas como el bullying del principio, la pelota de Showalter o lo que ocurre con Pickering (¡y la reacción del resto de personajes, sobre todo de los profesores!) nos van dejando caer que no todo es lo que parece. Otro ejemplo de esto mismo, que me parece magistral, es que el insulto más repetido en la novela sea cafetera. Ayuda a reforzar la idea de que, sobre todo al principio, los personajes son niños que parecen pequeños por la madurez de la forma de los diálogos pero mayores por su contenido. Al principio, además, pensaba que se trataba de un insulto gratuito, así que tengo que felicitar al autor por su gran labor de foreshadowing.
El narrador, que se hace simpático por su desparpajo e ironía, ayuda y mucho a agrandar ese ambiente opresivo que va creciendo a medida que van quedando menos príncipes (un poco a lo Diez negritos, salvando las distancias).
Lo único que podría decir como negativo es que, en algunas partes, la narración se hace quizás demasiado explicativa, especialmente en las escenas de acción, en las que me ha faltado algo de efectismo, pero, sobre todo, al final. Puedo pasar por alto las casualidades y que nos quedemos con ganas de saber más sobre qué ocurrió con el resto de personajes cuando les perdemos la pista, pero creo que un poco más de show, don’t tell y de profundidad en la caracterización de los personajes (me habría encantado explorar un poco más la paranoia final de Janus) habrían conseguido que la novela fuera verdaderamente redonda.
Aunque, quitando esto, Los príncipes de madera es una novela buenísima, con una estructura impecable (y joyas como el capítulo cuatro) y un enorme homenaje a la música, la esperanza y las obras clásicas de la ciencia ficción. Léela, y ponte de fondo a Béla Bartók.
¡Y esta ha sido la última reseña de Novela Corta de los Premios Guillermo de Baskerville 2017! Ha sido un enorme placer haber podido participar en esta fiesta de la literatura independiente ¡y espero que no sea la última! Muchas gracias a Libros Prohibidos por haber confiado en mí como jurado, a las editoriales Sportula y Cerbero por la cesión de los ejemplares y, sobre todo, a los cuatro autores de esta categoría, por haber escrito historias tan maravillosas.
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