9 webs que utilizo para documentar mis novelas históricas

9 webs que utilizo para documentar mis novelas históricas | Esquinas Dobladas

Supongo que no seré la única a la que de vez en cuando le dan ataques agudos de Síndrome del Impostor, pero lo cierto es que todavía, después de tantos años escribiendo y publicando novelas, hay ocasiones en las que tardo en contarle a la gente que soy escritora

También, claro, influye el hecho de que tengo otro trabajo, que es el que me da de comer, pero también es verdad que es ese y no el de escritora el primero que menciono cuando me preguntan a qué me dedico.

Total, que esto me lleva a situaciones como la que viví ayer mismo, cuando comentando con unos compañeros de trabajo que el mes que viene publico una nueva novela (Un elefante bajo el parasol blanco, con Plaza & Janés), me decían que qué sorpresa que me dedicara también a esto de la escritura.

Esta, ya lo tengo comprobado, es la reacción más común que tiene la gente cuando le dices que eres escritora. Justo a continuación, cuando digo que escribo novela histórica, vienen las caras de asombro y esta pregunta: ¿pero cómo se escribe una novela histórica?

La respuesta es bien fácil: igual que cualquier otro tipo de novela. Solo que tienes que documentarte un poquito más. Puede que haya gente a la que esto le parezca extremadamente complicado, pero a mí es que me encanta documentarme. ¡Es una de las partes del proceso que más disfruto!

Así que hoy vengo con una lista de recursos gratuitos y accesibles para todo el mundo que yo uso prácticamente todos los días como ayuda para documentar mis novelas históricas.

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El análisis DAFO en la novela corta

El análisis DAFO en la novela corta – Esquinas Dobladas

HACE UN PAR DE MESES leí este artículo en el blog de Eduardo Norte: análisis DAFO para escritores. Debo decir que me sorprendió, porque aunque estoy familizarizadísima con los DAFO (creo que junto con la pirámide de necesidades de Maslow son las dos cosas que más trabajé en la carrera) nunca se me habría ocurrido aplicarlo a mi faceta como escritora ¡y como lectora! Pero la verdad es que es una buena idea: es una herramienta económica que normalmente se utiliza en el mundo de los negocios y el marketing, pero podemos utilizarla prácticamente en todos los aspectos de nuestra vida.

Y, sin embargo, precisamente porque he hecho más de una y de dos matrices DAFO a lo largo de los años, también tengo que decirte que no son la panacea y que, por hacer una, no vas a darle la vuelta a tu negocio ni a tu estrategia como escritor de la noche a la mañana. Básicamente este artículo es un desarrollo de la idea que quise dejar caer en este tweet (que obviamente no me cabía del todo), con ejemplos prácticos, que es como me gusta a mí hablar de las cosas.

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¿Cómo pueden ayudarte los juegos de rol a escribir mejor?

HACE UN PAR DE SEMANAS me di un paseo por el blog del también escritor de novela histórica Alejandro Fernández Monte, La taberna de Brottor (te animo encarecidamente a pasarte por allí y pedirte algo para tomar, sobre todo si te interesan la historia, los libros y, sobre todo, ¡los juegos de rol!).

Lo cierto es que yo fui hasta La taberna para tomarme algo también, pero Álex terminó liándome y me puse a hablar de vikingos… Así que hoy he invitado al administrador de La taberna (y autor de la novela Rebelión en el norte) para que me devuelva la visita y se quede a doblar un par de esquinas conmigo: y ya que está, lo he convencido para que nos hable de un tema que le apasiona y del que sabe un rato: los juegos de rol y cómo pueden ayudarte a mejorar tu escritura.

Así pues, te dejo con Alejandro Fernández Monte:


¿Cómo pueden ayudarte los juegos de rol a escribir mejor? – Esquinas Dobladas

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Los comentarios en Microsoft Word | Las herramientas del escritor (7)

Los comentarios en Microsoft Word | Las herramientas del escritor (7) – Esquinas Dobladas

EN LA ENTRADA DE la semana pasada ya te conté que este verano, con esto de las vacaciones y gracias a una escasez de acceso a internet, he tenido que reaprender a escribir sin documentarme. O, lo que es lo mismo, he hecho un esfuerzo por seguir escribiendo: nada de pararme a completar detalles y, por supuesto, nada de pasar tres horas de reloj mirando a la pantalla porque hay una palabra que no me viene a la mente. Al fin y al cabo, ya habrá tiempo de volver a todo eso  cuando comience a corregir la novela.

No quiero ponerme pesada repitiendo lo mucho que ha aumentado mi productividad desde que he decidido regresar a mis orígenes y escribo sin distracciones, pero es que es así. Una media de 1000 palabras al día, un grandísimo empujón a la novela y, sobre todo, la sensación de que estoy avanzando; de que por fin esto toma forma, que es algo que, sinceramente, con este proyecto no me pasaba desde que comencé a planificar su estructura hace cosa de un año (además, tuve un bache allá por la mitad, que por suerte pude superar). ¿Y cuál ha sido la clave? Puede parecer simple, pero ponerme a escribir.

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Cómo las vacaciones me han ayudado a dejar de procrastinar

Cómo las vacaciones me han ayudado a dejar de procrastinar

HASTA NO HACE MUCHO TIEMPO, yo escribía siempre a mano. De verdad: novelones enteros de miles y miles de palabras a boli sobre papel cuadriculado; montones de patatas que nunca verán la luz y que recibían la primera corrección cuando me dedicaba con muchos sudores a pasarlas a ordenador. Abandoné este sistema cuando vivía en Alemania y empecé a escribir mi novela sobre la Guerra Fría, no porque decidiera modernizarme de repente, sino porque no me llevé libretas en blanco cuando me mudé y no quería comprarme muchos cacharros que luego tuviera que traer de vuelta a España.

Me ha hecho falta irme de vacaciones a un sitio donde mi acceso a internet era bastante limitado para recuperar un método de escritura que me había funcionado siempre muy bien y que tenía abandonado: no, no he vuelto a escribir a mano. Alguna hoja suelta, alguna escena clave y mil esquemas, sí, pero el grueso del borrador está directamente en Word. Lo que he vuelto a hacer es escribir sin documentarme.

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Por qué Instagram se ha convertido en mi red social favorita

 Por qué Instagram se ha convertido en mi red social favorita

HACE MENOS DE UN MES que me abrí una cuenta en Instagram. Bueno, en realidad esto es mentira: ya tenía otra cuenta personal desde hace años, sin apenas actividad y medio abandonada. Y, en realidad, llevaba tiempo dándole vueltas a dejar que Esquinas Dobladas también entrara en Instagram, porque es una red muy visual (y que, junto con Pinterest, de la que ya te hablé por aquí, es mi favorita), pero no terminaba de animarme. Entre otras razones, porque apenas subo fotos a mi cuenta personal y me daba un poco de miedo crearme una cuenta nueva, empezar con mucho fuelle y dejarla también de lado al cabo de dos o tres semanas.

Así que, ¿por qué me he hecho una cuenta? Pues fue casi de casualidad. En cuestión de pocos días leí dos artículos sobre los usos de Instagram para escritores: este, de María José Moreno en su blog, simplementemj; y este otro, de Jaume Vicent (que seguro que te suena de Excentrya) en el blog de MOLPE (recomendadísimos todos, por cierto). ¡Y me entró el gusanillo! Así que, después de una conversación en la que le mencioné de pasada a María Vogel (mi queridísima repostera literaria) que estaba planteándome hacerme Instagram, me puse a enredar una tarde y me creé la cuenta. Y no pensaba utilizarla realmente, al menos de momento, pero hay una opción que no desactivé que empezó a notificar a mis seguidores (los de mi cuenta personal) que había abierto una nueva… y lo tomé como una señal.

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La ironía dramática o cómo manipular al lector

La ironía dramática o cómo manipular al lector

EL OTRO DÍA estaba leyendo sobre (¡sorpresa!) técnicas de escritura y análisis literarios y me encontré con este término: ironía dramática. Y como me pareció que sonaba bien (prueba a decirlo: ironía dramática), me puse a buscar de qué iba el asunto y descubrí un par de cosas muy interesantes.

Para empezar, que todos los resultados de Google sobre ironía dramática van sobre obras de teatro escritas hace varios siglos (hola, Shakespeare) o milenios, incluso (véase Edipo Rey). Y esto me ha sorprendido bastante, porque desde que sé cómo se llama se ha convertido en mi nuevo recurso literario favorito.

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Un glosario en Microsoft Word | Las herramientas del escritor (6)

Las herramientas del (1)

¡HOLA! Hacía mucho tiempo que no enredaba con el Word (tampoco me había hecho falta), pero hace unos días me puse a preparar Esa nube tiene forma de oveja, mi novela sobre la Guerra Fría para dejarla presentable y poder mandarla a algún sitio… ¡y resulta que me hacía falta un glosario!

Allá por mayo del año pasado te hablé ya de la ingente cantidad de notas al pie de página que tenía en mi manuscrito (que, por supuesto, ha crecido desde entonces). De hecho, tenía dos categorías de notas: las que eran simplemente la traducción de términos extranjeros, principalmente, del alemán (notas al pie), y las que eran anotaciones culturales o históricas, sobre personajes que existieron realmente o cosas por el estilo (notas al final del documento).

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Cómo aprendí a escribir niños

Cómo aprendí a escribir niños

NUNCA HE ESCRITO para niños y, de hecho, me parece una de las cosas más difíciles que puede intentar un escritor: creo que me volvería loca intentando adaptar la trama, el vocabulario y, en realidad, toda la historia para un público al que, desgraciadamente, no termino de comprender. El tipo de historias que me gusta leer y escribir no son precisamente infantiles (qué le vamos a hacer, me encantan los dramas y las tragedias y los argumentos complicados y tristes), así que de momento no es algo que me vea intentando. Eso sí, admiro profundamente a los escritores de libros infantiles. Muy, muy profundamente.

Pero lo que sí que he hecho (o más bien me he forzado a hacer) ha sido escribir (crear) personajes que son niños. Es algo que estuve evitando durante mucho tiempo: ya en mi primera patata (esa que escribí con doce años y que por alguna razón sigo mencionando de vez en cuando) me dije que no me interesaba escribir sobre personajes de mi edad y planté a mi protagonista en la universidad (y en Nueva York), sin tener obviamente ni idea ni de cómo manejar  ni una cosa ni la otra. Un consejo bastante extendido en el mundo de la escritura es que escribas sobre lo que sabes, pero a mí me parecía más seguro meterme en camisas de once varas que escribir sobre niños. Y, desde entonces, esa aparente fobia que tengo se ha ido incrementando.

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