ES POSIBLE QUE MÁS DE UNO haya mirado el calendario al ver el título de esta entrada. ¿Pastelillos de noviembre? ¡Pero si estamos en octubre! Lo sé, lo sé. No me he saltado un mes. Pero es que, en Las carreras de Escorpio, estos pastelillos son parte de una celebración que tiene lugar el 1 de noviembre, así que la única forma de que podáis hacerlos a tiempo como buenos reposteros frikis es compartir la receta con vosotros antes de ese día. De modo que aquí estamos.
Tengo que decir que esta receta es un postre literario con todas las de la ley. ¿Por qué? Porque la autora de Las carreras de Escorpio, Maggie Stiefvater (ya os he hablado de mi adoración por ella, ¿recordáis?), se inventó los pastelillos de noviembre específicamente para su libro. En su blog nos cuenta que llevaba tiempo queriendo crear una comida imaginaria:
I’ve always loved reading food descriptions in books, and one of my favorite agonizing pleasures was reading about foods that didn’t exist. I still remember the 42 century butter pies on a stick that Diana Wynne Jones wrote about in A Tale of Time City. Completely delicious sounding. Completely not real. I always wanted to be that author. The one that torments loads of readers by inventing food so delicious they can’t resist it . . . and then laughing meanly when they realize it’s not real.
Pues bien, eso es lo que hizo. Pero, por si fuera poco… ¡después inventó la receta! En efecto, se puso manos a la obra, creó su propia versión real del postre imaginario y lo compartió con sus lectores:
Definitivamente, de mayor quiero ser como Maggie.
Ni que decir tiene que, en cuanto descubrí todo esto, quise probar la receta. Y, desde luego, estoy enamorada del resultado, que ha pasado a convertirse en uno de mis postres preferidos. Mi versión es prácticamente igual a la de Maggie, aunque con un poco más de harina porque al principio la masa me quedó demasiado pegajosa. Pero, antes de ponernos manos a la obra, os dejo por aquí una de las descripciones de los pastelillos de noviembre que podemos encontrar en el libro:
—[…] Oye, ¿exactamente qué son los pastelillos de noviembre?
Lo pregunta con una curiosidad tan auténtica que mi hermano se anima todavía más y parlotea sin cesar. Le describe la húmeda miga, el néctar que fluye de su base, el glaseado que empapa todo el dulce antes de que puedas darle un lametón.
Puedo confirmar que la descripción le hace justicia al postre, pero la mejor forma de comprender cómo son los pastelillos de noviembre es, sin duda, haciéndolos. Así que vamos con la receta.
Ingredientes:
Para la masa:
- 250 ml de leche
- 125 ml de agua
- 50 ml de aceite
- 20 g de mantequilla
- 500 g de harina
- 7 g (una bolsita) de levadura seca instantánea de panadería*
- 50 g de azúcar
- 1 cucharadita de sal
- 2 huevos
*¡Ojo! La levadura seca de panadería no es lo mismo que la levadura en polvo que usamos normalmente para los bizcochos, pero tampoco es levadura fresca (que parece una pasta). Se trata de una levadura granulada instantánea, como la de la derecha en esta foto.
Para el relleno:
- 50 ml de mantequilla derretida
- 5 ml de extracto de naranja
Para el glaseado:
- 130 g de azúcar moreno
- 30 ml de nata de montar
- 110 g de mantequilla
- 5 ml de extracto de vainilla (o 1 cucharadita de aroma de vainilla)
- 120 g de miel
Para la cobertura:
- 75 g de azúcar glas
- 1 cucharada de agua
- 2 cucharadas de mantequilla derretida
Preparación
Para la masa:
1. En un cazo, ponemos a calentar la leche, el agua, el aceite y la mantequilla. Solo necesitamos templarlos, pero a una temperatura a la que podamos tocar la mezcla sin quemarnos. De lo contrario, mataríamos la levadura.
2. Añadimos los huevos a la mezcla y batimos hasta que se incorporen.
3. En otro bol combinamos la mitad de la harina (250 g), la sal, el azúcar y la levadura.
4. Vertemos sobre la harina la mezcla templada de los ingredientes líquidos, removiendo constantemente.
5. Añadimos la harina restante (otros 250 g) poco a poco, removiendo tras cada adición.
6. Si tenemos una batidora con gancho para amasar, la ponemos a mínima potencia durante 4 minutos. Alternativamente, amasamos a mano unos 8 minutos (añadiendo algo más de harina si es necesario).
7. Ponemos la masa en un bol untado con mantequilla y harina, la cubrimos con una lámina de papel de horno y la dejamos reposar durante una hora en un lugar cálido (por ejemplo, el horno apagado después de haberlo tenido funcionando un rato). La masa crecerá hasta doblar su tamaño, así que procurad dejarla en un recipiente amplio u os pasará como a mí y tendréis que cambiarla de bol porque empezará a salirse por fuera.
8. Tras el reposo, colocamos la masa en una superficie enharinada y la estiramos dándole forma de rectángulo. Se puede hacer con un rodillo, aunque yo preferí hacerlo con las manos para no aplastarla demasiado y conseguir que se mantenga más esponjosa. Debería tener aproximadamente el grosor de un dedo.
Una vez hecho esto, estamos listos para pasar al relleno:
Para el relleno:
1. Derretimos la mantequilla, incorporamos el extracto de naranja y removemos para que quede homogéneo.
2. Con un pincel (o, en su defecto, una cuchara) extendemos la mezcla sobre la superficie del rectángulo de masa hasta que quede totalmente cubierto.
3. Enrollamos el rectángulo hasta formar un tronco largo y estrecho.
4. Cortamos el tronco en horizontal para obtener varios rollitos (entre 6 y 12, dependiendo del tamaño de nuestro rollo).
5. Engrasamos un molde para magdalenas/muffins y colocamos los rollitos boca arriba en cada uno de los huecos.
6. Volvemos a dejar que reposen en un lugar cálido, esta vez durante media hora.
7. Horneamos en el horno precalentado a 200 grados durante aproximadamente 15 minuos. Luego los dejamos enfriar unos minutos y desmoldamos.
Para el glaseado:
1. Mientras enfrían los rollitos, mezclamos la miel, la mantequilla y el azúcar en un cazo a fuego medio sin dejar de remover.
2. Dejamos que la mezcla burbujee durante 2 minutos (todavía removiendo sin parar) y añadimos la nata y el extracto de vainilla.
3. Retiramos la mezcla del fuego, dejamos que se temple y con una cuchara cubrimos con ella los bollos.
Para la cobertura:
1. Mezclamos el azúcar glas con la mantequilla derretida y el agua hasta obtener una mezcla líquida pero algo más espesa que el glaseado anterior (añadiendo más agua o más azúcar si es necesario).
2. Regamos con esta cobertura los pastelillos trazando rayas blancas sobre ellos, decorándolos al gusto.
Y por fin están listos. Sé que esta receta es algo laboriosa (aunque no es nada en comparación con hacer un dragón, jeje), pero os prometo que merece muchísimo la pena. Dulces, calentitos, pegajosos… es el postre perfecto para estos meses de otoño. Y si encima lo hacéis el 1 de noviembre y lo disfrutáis leyendo Las carreras de Escorpio, no hay nada mejor. ¡Palabra de repostera friki!
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¡Me encantan! Tienen una pinta… A ver cuándo empezamos a compartir el resultado de los postres, querida 😉
Jajaja, quizás cuando haya AVE entre tu pueblo y el mío… 😛