HASTA NO HACE MUCHO TIEMPO, yo escribía siempre a mano. De verdad: novelones enteros de miles y miles de palabras a boli sobre papel cuadriculado; montones de patatas que nunca verán la luz y que recibían la primera corrección cuando me dedicaba con muchos sudores a pasarlas a ordenador. Abandoné este sistema cuando vivía en Alemania y empecé a escribir mi novela sobre la Guerra Fría, no porque decidiera modernizarme de repente, sino porque no me llevé libretas en blanco cuando me mudé y no quería comprarme muchos cacharros que luego tuviera que traer de vuelta a España.
Me ha hecho falta irme de vacaciones a un sitio donde mi acceso a internet era bastante limitado para recuperar un método de escritura que me había funcionado siempre muy bien y que tenía abandonado: no, no he vuelto a escribir a mano. Alguna hoja suelta, alguna escena clave y mil esquemas, sí, pero el grueso del borrador está directamente en Word. Lo que he vuelto a hacer es escribir sin documentarme.
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