Mal que nos pese, a todos los escritores, más si somos de novela histórica, se nos escapa de vez en cuando un poquito de infodumping.
Especialmente cuando estamos escribiendo el primer borrador, en el que todavía estamos volcando información desordenada, cuando todavía no nos hemos puesto serios y se nos cuelan diálogos demasiado literales, repetimos el mismo dato tres veces en cuatro páginas y, a veces, ni siquiera hemos decidido quién va a ser nuestro narrador.
Todos estos vicios se pueden corregir después, algunos con más trabajo que otros, pero el infodumping por accidente tiene cura.
Pero a veces se trata de una cepa muy resistente y el virus se reproduce y te come la novela entera, y a mí me entra como urticaria cada vez que me acuerdo de Dime quién soy (que es un ejemplo extremo de infodumping en dosis peligrosísimas para la salud).
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