¡Y CON ESTA ya van once entrevistas! La escritora de novela histórica a la que he invitado este mes de noviembre a doblar un par de esquinas, como parte de la iniciativa #UnAñoDeAutoras, es Carolina Molina.
Un año de autoras
La iniciativa
Por si acabas de llegar a este blog, antes de pasar a la entrevista quiero contarte brevemente en qué consiste esta iniciativa tan bonita que se llama #UnAñoDeAutoras. Se trata de un proyecto impulsado por María del Mar González Gómez, del blog Escribir Ciencia Ficción), cuyo objetivo, en sus propias palabras, es «difundir, visibilizar y dar a conocer a escritoras de todos los géneros, fundamentalmente de habla hispana, a través de blogueras de nicho». Cada vez hay más gente que ha querido formar parte de este proyecto, lo cual implica que hay más y más autoras que están ganando visibilidad.
En mi caso, estoy descubriendo y conociendo a muchas escritoras de novela histórica ¡a las que además he podido entrevistar! Un lujazo.
La autora de noviembre: Carolina Molina
Esta es Carolina Molina:
Carolina Molina (Madrid, 1963) es licenciada en Periodismo por la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid. Ha colaborado en diversos medios, prensa escrita y digital en Granada y Madrid, como la revista de El legado andalusí, Garnata, el Boletín del Centro Artístico y Literario de Granada, Entrerríos y la revista National Geographic.
Ha coordinado varios libros de cuentos y es autora de las novelas históricas: «La luna sobre la Sabika» (2003/ 2010), «Mayrit entre dos murallas» (2004), «Sueños del Albayzin» (2006), «Guardianes de la Alhambra» (2010), «Noches en Bib-Rambla» (2012), «Iliberri» (2013) y «El falsificador de la alcazaba» (2014).
Ha coordinado en 2016, junto a la escritora Ana Morilla, la antología «Cervantes tiene quien le escriba» para conmemorar el centenario cervantino que incluyó a diecinueve autores del panorama literario español. Fue codirectora de las Jornadas de Novela Histórica de Granada, que completaron hasta seis convocatorias y en la actualidad es directora de las Jornadas Madrileñas de Novela Histórica que en 2018 se realizarán en colaboración con la Biblioteca Regional de Madrid.
Ha impartido charlas en bibliotecas y con cierta asiduidad en el Centro Artístico y Literario de Granada. Es la presidenta de las asociaciones culturales Papel Bermejo (Granada) y Verdeviento (Madrid) con las que ha iniciado diferentes actividades, como la colaboración con Ferias del Libro de ambas ciudades, rutas literarias o el club de lectura las «Tardes de la Regional» de la Biblioteca Regional de Madrid. También realiza actividades con la madrileña Librería Pasajes Internacional.
Su última novela es «Carolus» (Ediciones B, 2017) una novela histórica desenfadada, con escenarios en Madrid y Granada y que recupera la figura de Carlos III como monarca y hombre ilustrado. En breve publicará «El último romántico».
Cuando abrí Carolus (B de Books, 2017) por primera vez, no sabía que me iba a encontrar con una comedia de enredo y picaresca entremezclada con el relato de al vida de Carlos III desde su llegada a Madrid. Y cuando digo comedia, quiero decir comedia: esta novela se ríe de sus personajes y de la época en la que está ambientada y, al mismo tiempo, nos presenta no una, sino dos historias de amor, con sus identidades secretas, sus malentendidos correspondientes y hasta algún que otro duelo. Una de las novelas más divertidas que he leído este año.
¡Por eso ha sido un placer hacerle esta entrevista a Carolina Molina!
La primera pregunta es, creo, la más difícil: ¿Por qué empezaste a escribir?¿Qué te hizo decidirte para dar el paso hacia la publicación?
Mi primer cuento lo escribí con diez años, todavía lo conservo. Era una niña bastante introvertida y necesitaba expresarme, supongo que esa necesidad combinada con una gran dosis de imaginación que me venía ya de herencia, me impulsó a ser escritora. Todo en mí ha sido bastante tardío. Aprendí a leer bien con casi nueve años, pero escribir fue algo que hice prematuramente. Yo no entiendo que se quiera ser escritora sin tener el deseo de hacerlo público. Pienso que la finalidad de escribir es la de comunicar y por lo tanto era obvio llegar al segundo peldaño, que era intentar publicar. Me costó muchos años. Lo primero que publiqué fue con 18 años, un ensayo, pero mi primera novela no la publicaría hasta cumplir los cuarenta. Fue un proceso larguísimo y de grandes decepciones. Por eso siempre digo que hay que ser muy perseverante si te dedicas a este oficio.
¿Podrías decirme qué es, para ti, lo mejor de ser escritora? ¿Y lo peor?
Lo mejor es poder crear mundos, hacer de una idea algo casi tangible. La elaboración de una novela es algo adictivo, empiezas y no puedes parar. Te encuentras como enamorada, tienes una energía que no tenías antes. Pero también debes ser consciente de que al terminar te tienes que enfrentar a las decepciones y al fracaso. El sector editorial, tal y como está montado, no es equitativo. Es complicadísimo que las editoriales te abran sus puertas y más si intentas ser independiente. Eso es lo peor de ser escritora.
Todas tus obras publicadas se enmarcan dentro del género histórico. ¿Por qué este género y no otro? ¿Es el tipo de libro que también sueles leer?
He escrito muchas cosas, diferentes géneros, desde el cuento al ensayo y al artículo periodístico. Pero es cierto que la novela histórica es lo que más me gusta y de alguna manera, en casi todos esos géneros diferentes siempre introduzco una recreación histórica. Me gustan la Literatura y la Historia, como disciplinas, también la Arqueología y el Arte. Si las fusionas sale la novela histórica. Como soy periodista veo la novela histórica como un gran reportaje de investigación al que hay que poner un poco de ingenio. Respecto a mis lecturas más frecuentes, sí, suelen ser novelas históricas y ensayos históricos. Me gustan mucho las biografías y los libros sobre urbanismo. Leo casi más ensayo que novela, tengo que reconocerlo.
Uno de los hilos conductores de tus novelas es la ciudad de Granada. ¿Qué te hizo escoger esta ciudad como telón de fondo para tus historias?
Aunque soy madrileña, llegué a Granada hace más de veinte años y hubo un flechazo inmediato. Es mi segunda tierra, mi tierra de corazón y mi refugio. Allí tengo a la mayoría de mis amigos. Cuando estoy en Granada siento que soy querida y eso me da vitalidad suficiente para escribir. Dije hace mucho tiempo que iba a llevar a Granada por todas partes a las que fuera y así lo estoy manteniendo. Aunque en mis novelas también se desvela Madrid, total o parcialmente aparece Granada en las ocho novelas que he publicado hasta el momento y saldrá en las dos que quedan por publicar.
Tu última novela, Carolus, se acerca quizás más a las convenciones de la comedia romántica que a las de la típica novela histórica. ¿Cuál fue la semilla de esta novela? ¿Qué te hizo querer contar esta historia de esta manera?
Carolus no tiene batallas, ni dramas y además está contada desde el ingenio y el humor. A veces tendemos a pensar que la novela histórica siempre tiene que recrear escenas dantescas, batallas cruentas y últimamente, casi por necesidad, escenas eróticas. La novela histórica puede ser el armazón de una novela policiaca, romántica o de suspense, por poner varios ejemplos. Solo es necesario que se recree con pericia el momento histórico elegido. El equilibrio entre lo histórico y lo literario es lo más complicado en este género. Por eso pensé que ya era hora de introducir el humor en la novela histórica. Además que Carlos III y el s. XVIII era un momento histórico que se prestaba muy bien a verlo con picaresca.
Como escritora también de histórica y, como me gusta definirme, friki de la documentación, tengo que preguntar: ¿cuál es el proceso que sigues para caracterizar las épocas de tus novelas?
La concepción de cada novela es diferente, pero también es cierto que según vas teniendo experiencia la labor documental te resulta mucho más fácil. Con la primera novela que escribí dediqué dos años a la documentación. Llené mi casa de notas. Pero luego con la práctica y la ayuda de la informática todo se vuelve mucho más llevadero. A veces no es tan complicada la labor de documentación sino el engranaje que tienes que realizar entre la Historia y «la historia» que cuentas en la novela. Todo tiene que ser fluido, que no se note que introduces un hecho histórico solo para alardear de tus conocimientos. En la actualidad me resulta más difícil mantener el ritmo y no tener que abandonar el desarrollo de la novela por causas externas: familia, organización de las Jornadas Madrileñas de Novela Histórica u otros proyectos. Lo difícil, hoy por hoy, es empezar a escribir y hacerlo de un tirón. Por eso me resulta muy práctico llevarme todo a casa, la mayoría de los libros que utilizo los compro y luego están las maravillosas bibliotecas digitales, como la Biblioteca Virtual de Andalucía que es una maravilla, o las hemerotecas digitales que te ofrecen muchísima información.
Para aquellos que todavía no conocen tus novelas, ¿por qué recomendarías su lectura?
Me resulta muy complicado recomendar mis novelas, solo puedo decir que me gustaría que me leyeran también aquellas personas que no están habituadas a la novela histórica. A veces este género impone un poco, parece que al abrir el libro solo vamos a encontrar fechas y datos, pero en mis libros no es así. Me gusta ofrecer una historia verosímil, con personajes humanos y poniendo el acento en el aspecto puramente literario. Antes que novelista histórica soy escritora, así que lo que realmente me importa de mis novelas son sus diálogos, sus personajes y su recreación. Lo que sí puedo hacer es animar a los lectores a perder el miedo al género histórico, porque a través de él puedes entretener pero también enternecer.
Ahora, ya como lectora, ¿qué otra novela histórica nos recomiendas? ¿Alguna autora que pudiera formar parte también de esta iniciativa?
No me atrevo a dar nombres porque, afortunadamente, tengo muchas buenas amigas escritoras y no sería justo. Lo que sí recomiendo a los lectores es que busquen, que den oportunidades, que si les gusta una novela que lo digan, que hablen de ella. A veces el boca a boca es lo mejor que nos puede pasar a los que nos dedicamos a esto.
¿Crees que existe en la novela histórica una tendencia a invisibilizar aquello escrito por mujeres frente a las historias creadas por hombres?
Totalmente. Si además escribes sobre el siglo XIX o XX, todos te tildarán de escribir novela romántica. Los hombres tienden a leerse entre sí. De hecho la mayoría de las actividades (jornadas, encuentros, festivales) que se hacen centrados en este género tienen una fuerte condensación de autores masculinos. Y eso que en este género hay bastantes mujeres, de hecho, desde mi punto de vista la ficción histórica en España se hizo comercial gracias a mujeres como Ángeles de Irisarri, Toti Martínez de Lezea o Magdalena Lasala. Creo que tenemos que gestionar esto mucho mejor, dar más oportunidades de visibilizar el gran trabajo que se hace pero para eso primero hay que concienciar de que la novela histórica no es por necesidad una cadena de batallas y violencia. Cuando prestemos más atención a la riqueza literaria que al mero hecho de la descripción conseguiremos una interpretación diferente de la novela histórica.
¿Tienes algún otro proyecto literario en mente para el futuro?
Sí, tengo varios. El primero que llegará será la continuación de la saga que comencé con Guardianes de la Alhambra y que se titulará El último romántico. Y cuidado con el título porque es una novela histórica, no romántica. En breve también habrá sorpresas sobre un género que no había tratado antes y finalmente en noviembre, los días 21, 22 y 23, tendremos las III Jornadas Madrileñas de Novela Histórica que realizamos la Asociación Verdeviento, un grupo de escritores de histórica y ensayistas que nos estamos tomando muy en serio esto de enseñar la historia de Madrid a través de la novela. Este año contamos con mayoría de autoras, que vienen con unas novelas excelentes, así que invito a todos a la Biblioteca Regional de Madrid.
Y la pregunta obligada: cuando lees, ¿doblas las esquinas o utilizas marcapáginas?
Jamás, no doblo las páginas. Y marcapáginas muy pocos porque siempre se me quedan dentro de los libros y no los reutilizo. Lo que hago es doblar una página en blanco, meterla como marcapáginas en el libro y usarla para anotar mis apreciaciones sobre la lectura. Eso sí, si un libro me sorprende, pongo en corchetes con lápiz las citas que me han gustado.
(¡Qué gran idea!).
Muchísimas gracias, Carolina, por haber respondido tan amablemente a todas mis preguntas. ¡Ha sido un auténtico placer leerte y conocerte!
Para encontrar a Carolina, además de por supuesto leer sus novelas, puedes echarle un vistazo a su página web o acercarte a los días 21, 22 y 23 de noviembre a la Biblioteca Regional de Madrid (o echarle un vistazo a este tablero de Pinterest).
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Photo by lucas ricci on Unsplash
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