El señor Baza y su esposa, la bella doña Rosenda,
estaban muy preocupados, pues no encontraban vivienda.
Pero un día se toparon con una gran calabaza
y allá fueron a instalarse los pobres señores Baza.
Así empieza uno de los cuentos preferidos de mi infancia: Calabaza Villa Baza, de Colin y Moira Maclean. No recuerdo quién me lo regaló o cómo llegó a mis manos; solo sé que ha estado ahí desde siempre y que me lo leían tantas veces que antes de aprender a leer ya me lo sabía de memoria.
La historia, por si aún no lo habéis adivinado, trata sobre la familia Baza, que se instala en una calabaza (suena un poco ridículo contado así, lo sé). Y viven allí tan tranquilos… hasta que alguien empieza a robar trozos de la calabaza dejando cual colador el hogar del señor Baza. El pobre hombre trata de averiguar quién es el culpable, pero no hace más que encontrarse con posibles sospechosos por todas partes. Por ejemplo, un niño está comiendo un pastel de… ¿lo adivináis?
De pequeña, la idea de hacer un pastel de calabaza me parecía rarísima, pero al mismo tiempo siempre me moría de curiosidad por probarlo, sobre todo viendo lo feliz que parecía el perrito del dibujo. Así que, unas dos décadas más tarde, por fin lo he probado. Y tengo que decir que no me extraña que tanto Jorge como el perrito lo estén devorando, porque está buenísimo.
Sé que es un poco extraño traeros un postre literario de un cuento infantil que nadie conoce (porque nadie lo conoce, ¿verdad? Si alguien tenía este cuento o alguno de la misma colección, por favor, ¡quiero saberlo! Me siento sola en mi amor por este cuento), pero el caso es que me parecía la entrada ideal para este mes por varias razones. Bueno, en realidad son solo dos, pero ¡eh! son convincentes.
La primera razón: octubre es el mes de Halloween, de las calabazas, de las historias inquietantes en noches de tormenta. Y puede que Calabaza Villa Baza no cumpla con todos estos requisitos, pero al menos se acerca:
Y la segunda razón: octubre es el mes de mi cumpleaños (de hecho, es mañana :D), así que ¿qué mejor momento para compartir con vosotros un cuento de mi infancia?
Este pastel es delicioso, dulce y especiado, y en mi opinión es el acompañamiento perfecto para un café y un libro en una tarde lluviosa. Además, he decidido hacer la versión vaga fácil y comprar la masa quebrada ya hecha en vez de prepararla yo. (De todos modos, si queréis hacerla vosotros mismos, no tenéis más que seguir las instrucciones para la masa de recetas anteriores, como la de la tarta de manzana o el pastel de merengue de limón). Por otro lado, necesitaréis puré de calabaza para el relleno, y sé que en algunas tiendas lo venden envasado, pero yo no conseguí encontrar ninguno que contuviera únicamente calabaza, así que decidí hacerlo yo misma. En la receta os explico cómo. Así que ¡allá vamos!
INGREDIENTES
- 500 g de puré de calabaza (o una calabaza de 1kg aprox.)
- 3 huevos
- 200 g de azúcar moreno
- 1 cucharada de harina de maíz (maizena)
- 1 pizca de sal
- Especias (canela, jengibre, nuez moscada, clavo molido y pimienta negra) al gusto
- 240 ml de nata
- 60 ml de leche
- 1 paquete de masa quebrada (en la foto podéis ver que hay dos rollos; al final de la entrada sabréis por qué)
PREPARACIÓN
Para el puré de calabaza:
1. Lo primero que haremos será coger una calabaza de aproximadamente un kilo, cortar la parte superior para quitarle el rabo y partirla a la mitad.
2. Con una cuchara le quitamos todas las pepitas hasta dejarla limpia.(Nota: no le quitéis la piel; la cocinaremos sin pelarla).
3. Hacemos cortes en la pulpa en forma de cuadrícula. No hay que cortarla del todo, únicamente abrirla un poco para que se cocine mejor, como en la foto:
4. ¡Toca hornear! Colocamos las dos mitades de la calabaza bocabajo sobre la rejilla del horno a 200 ºC. El tiempo depende mucho del tamaño y la forma de la calabaza, así que tendréis que estar atentos, pero yo diría que entre media hora y una hora es suficiente. Cuando la piel se vuelva marrón y arrugada, clavad un palillo. Si entra sin resistencia, la calabaza está lista.
5. Usamos una cuchara para extraer toda la pulpa de la calabaza y ponerla en un bol. Debería desprenderse de la piel con facilidad. Si no es así, probad a hornearla un poco más.
6. Ya solo queda pasarle la batidora para convertirlo en puré.
Para el pastel de calabaza:
1. Batimos los huevos y el azúcar hasta integrarlos perfectamente.
2. Añadimos el puré de calabaza y removemos bien.
3. Añadimos la nata, mezclamos y ponemos la mezcla en un cazo a fuego fuerte hasta que hierva.
4. Diluimos la maizena y las especias en la leche y reservamos.
5. Mientras esperamos a que hierva el puré, extendemos la masa quebrada y la ponemos en un molde. Pinchamos la base con un tenedor para que no suba.
6. Horneamos la base a 180 ºC durante unos 10 minutos o hasta que empiece a dorarse.
7. Cuando la mezcla del puré esté hirviendo, añadimos la leche con maizena y removemos constantemente hasta que se espese y vuelva a hervir.
8. Echamos la mezcla en la base de masa quebrada. No sube, así que podéis llenarlo hasta arriba.
9. Horneamos todo durante aproximadamente una hora a 180 ºC. El relleno seguirá pareciendo un poco blando en el centro, pero quedará más denso en cuanto enfríe… si es que sois capaces de esperar hasta entonces. 😉 ¡Y la tarta está lista!
Extra:
Es posible que os estéis preguntando para qué era el segundo rollo de masa quebrada que aparecía en la foto de los ingredientes. Y también es posible que os haya sobrado puré de calabaza y no os atraiga la idea de comerlo a cucharadas sin más (cosa que no entiendo, porque está buenísimo). Pues no os preocupéis: ¡tengo la solución!
Empanadas de calabaza de Harry Potter
Cuando vivía con los Dursley nunca había tenido dinero para comprarse golosinas y, puesto que tenía los bolsillos repletos de monedas de oro, plata y bronce, estaba listo para comprarse todas las barras de chocolate que pudiera llevar. Pero la mujer no tenía Mars. En cambio, tenía Grageas Bertie Bott de Todos los Sabores, chicle, ranas de chocolate, empanada de calabaza, pasteles de caldero, varitas de regaliz y otra cantidad de cosas extrañas que Harry no había visto en su vida. Como no deseaba perderse nada, compró un poco de todo y pagó a la mujer once sickles de plata y siete knuts de bronce.
Ron lo miraba asombrado, mientras Harry depositaba sus compras sobre un asiento vacío.
—Tenías hambre, ¿verdad?
—Muchísima —dijo Harry, dando un mordisco a una empanada de calabaza.
Ron había sacado un arrugado paquete, con cuatro bocadillos. Separó uno y dijo:
—Mi madre siempre se olvida de que no me gusta la carne en conserva.
—Te la cambio por uno de éstos —dijo Harry, alcanzándole un pastel—. Sírvete…
—No te va a gustar, está seca —dijo Ron—. Ella no tiene mucho tiempo —añadió rápidamente—… Ya sabes, con nosotros cinco.
—Vamos, sírvete un pastel —dijo Harry, que nunca había tenido nada que compartir o, en realidad, nadie con quien compartir nada. Era una agradable sensación, estar sentado allí con Ron, comiendo pasteles y dulces (los bocadillos habían quedado olvidados).
Esta es una de mis escenas preferidas de Harry Potter y la piedra filosofal. Es difícil de explicar, pero Harry y Ron me parecen absolutamente adorables. No sé, es entrañable cómo se hacen amigos compartiendo dulces en el Expreso de Hogwarts.
Por cierto, tengo que decir que este verano, en Irlanda, conseguí hacerme con algunas de las golosinas que se mencionan aquí. Y como necesitaba presumir de ello con alguien, aquí os dejo la foto:
En fin, volviendo al tema que nos ocupa, había pensado guardarme las empanadas de calabaza para otra entrada, pero al final he decidido añadirla aquí como extra, porque en realidad la receta es exactamente la misma. Os cuento cómo hacerlas:
Preparación:
1. Extendemos un rollo de masa quebrada y cortamos círculos de unos 10-15 cm de diámetro. (Es más fácil si usáis un recipiente redondo como guía).
2. Ponemos dos cucharadas del relleno del pastel de calabaza en el una mitad del círculo de masa. Hay que dejar un poco de espacio en el borde para poder cerrarlo con facilidad.
3. Cubrimos el relleno con la mitad libre de la masa, enroscamos los bordes para que no se salga nada y lo sellamos calcando con un tenedor.
4. Horneamos a 180 ºC durante media hora o hasta que se vuelvan doradas.¡Y listo! Unas empanadas de calabaza deliciosas, perfectas para acompañar una relectura de Harry Potter o cualquier otra lectura otoñal.
Ahora sí, esto es todo. Como siempre, espero que os animéis a probar la receta (cualquiera de ellas) y me contéis qué tal. También estaré encantada si queréis sugerirme algún otro postre literario para que lo haga, o simplemente alguna lectura apetecible para el otoño.
¡Hasta el próximo Postre Literario!
*Por cierto, el señor Baza es deshollinador, por eso en el dibujo aparece en la chimenea. No es un psicópata que se cuela en las casas de la gente ni nada por el estilo. Pensé que querríais saberlo.
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Yo también me lo sabía de memoria antes de empezar a leer! Era mi cuento favorito. El problema es que lo tengo bastante roto, con pegatinas, pintado… de tanto trote que le dimos mi hermana y yo. estoy intentando conseguir otro porque era super importante para mi.
Esos cuentos de la infancia tienen siempre aromas de nostalgia entre sus páginas… Espero que consigas encontrar otra copia ♥