ÚLTIMAMENTE tengo poquísimo tiempo para todo: para escribir, para intentar mantener una vida social que se cae a trocitos, para ver películas y, sobre todo, para leer.
Siempre, desde pequeñita, he sido una lectora voraz: no podía no leer antes de dormir y traía a mi madre de cabeza. Pasaba más tiempo en la biblioteca que en los parques y en mi mesilla siempre había tres o cuatro libros esperando un turno que no tardaba en llegar (llevo listas con todos los libros que me leo desde 2006 y por aquella época mi media era de unos 100 libros al año).