LA EXTENSIÓN DE UNA NOVELA es uno de los factores más determinantes a la hora de elegir mi próxima lectura. Creo que es el segundo en importancia, detrás de la omnipotente temática. Cuando me voy de viaje, por ejemplo, tengo que guardar un equilibrio muy precario entre un libro lo suficientemente largo como para durarme todas las vacaciones pero que no pese tanto que termine saliéndome una contractura por llevarlo en la maleta.
Cuando escribo, la extensión (el número de palabras) es también algo que me preocupa. Suelo quedarme corta porque tiendo a obviar descripciones importantes y a resumir más de lo que me convendría (es algo en lo que estoy trabajando, de todas formas), aunque sí que es cierto que a la mayoría de los escritores con los que he tenido oportunidad de hablar suele ocurrirle lo contrario (pese a todo, ¡he conseguido escribir 600 000 palabras en novelas!)