SI HABÉIS ESTADO atentos a twitter, ya sabréis que este mes toca postre de El talismán albanés de Marta Huelves (la autora de este mes de #UnAñoDeAutoras). Tengo que confesar que todavía no lo he leído —este mes he estado muy liada terminando un curso de corrección de estilo y otro de informes de lectura— pero ya lo tengo en mi Kindle esperando pacientemente a que vuelva a tener horarios de persona normal. Sea como sea, cuando Elena me propuso hacer un postre de este libro y me enseñó el fragmento donde se menciona el pan de nueces, no tuve dudas: tenía que hacerlo. La descripción es tan maravillosa que hace la boca agua.
Antes de que alguien diga que un pan no es un postre: de acuerdo, no es el concepto que solemos tener de postre, pero sí está ligeramente dulce. Y lo más importante: está tan bueno que dan ganas de comérselo en el postre, en la merienda, en el desayuno… a todas horas.
La receta está adaptada muy libremente de esta, pero la he simplificado bastante. Sé que hacer pan puede sonar muy intimidante, pero la realidad es que es increíblemente sencillo. Vamos con la receta:
El pan de nueces de «El talismán albanés»
Ingredientes
- 500 g de harina
- 2 cucharaditas de sal
- 1 sobre (7g) de levadura seca instantánea de panadería
- 200 g de nueces peladas
- 1 cucharada de miel
- 350 ml de agua
Preparación
1. Combinamos la harina, la sal y la levadura en un bol y removemos.
2. Añadimos las nueces, asegurándonos de que queden bien repartidas.
3. Ponemos el agua en una taza y añadimos la cucharada de miel. Lo calentamos en el microondas y removemos hasta que la miel se disuelva. Luego dejamos que se temple.
4. Una vez que el agua con miel esté templada (si está demasiado caliente, «matará» la levadura), la añadimos al bol con los ingredientes secos.
5. Removemos hasta obtener una masa pegajosa.
6. Llegados a este punto, añadimos más harina muy poquito a poco y la amasamos con las manos hasta que consigamos formar una bola con la masa. Seguirá siendo pegajosa si la apretamos, pero no lo bastante como para quedarse pegada a la superficie de amasado. Es importante que no quede demasiado seca.
7. Ponemos la bola de masa en un bol, lo cubrimos con film transparente y dejamos reposar al menos dos horas, o hasta que la masa haya doblado su tamaño.
8. Si hay tiempo, repetimos el proceso: volvemos a amasar hasta que vuelva a su tamaño original y dejamos que repose y crezca nuevamente. Esto elimina las burbujas de aire más grandes, que pueden dejar el pan lleno de agujeros.
9. Con nuestro pan ya reposado, estamos listos para meterlo en el horno. Ponemos la bola sobre una bandeja con papel de horno y cortamos una X en su superficie con un cuchillo bien afilado.
10. Metemos la bolla en el horno (precalentado a 200º C). Un buen truco para evitar que se queme y que la corteza se endurezca excesivamente es poner en la parte inferior del horno un recipiente con agua. El vapor ayudará a que el pan se haga sin quemarse, pero se mantendrá crujiente.
11. Como cada horno es un mundo y el mío ha dejado de regular la temperatura y tengo que abrirlo y cerrarlo constantemente, no os puedo decir un tiempo exacto de horneado. La clave está en estar pendientes de que la corteza se dore pero no llegue a quemarse. Si no estáis seguros de que se haya cocido del todo por dentro, podéis cortar la bolla a la mitad. Si sigue cruda, hornead las dos mitades separadas.
12. Una vez horneado, dejamos que se enfríe (recordad, niños, no es bueno comer cosas con levadura cuando todavía están calientes, por muy irresistible que sea el olorcito) y ya tenemos nuestro pan.
Como veis, es realmente fácil, y el olor que dejó en la cocina solo puede ser superado por el sabor que deja en el paladar. En mi casa desapareció en menos de veinticuatro horas. Como variante, se le pueden añadir otras cosas además de nueces. Por ejemplo, yo he probado a hacerlo con nueces y dátiles troceados y estaba de muerte, y en cuanto llegue el otoño probaré a hacerlo con castañas.
Espero que hayáis disfrutado de la receta y que os animéis a probarla. Yo, por mi parte, voy a preparar otra hornada para comérmela leyendo El talismán albanés. Y, como siempre, ya sabéis que podéis plantearme cualquier duda o sugerirme nuevos postres literarios en los comentarios del blog o a través de twitter. ¡Hasta la próxima!
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Tan apetitoso como siempre 😉