LO QUE VOY A CONTAROS no es ningún secreto: adoro a Maggie Stiefvater.
A la mayoría de la gente, el nombre le sonará de la saga Los lobos de Mercy Falls. A decir verdad, yo misma entré en contacto con Maggie a través del primer libro de la saga, Temblor, siendo adolescente. Sin embargo, no me llamó especialmente la atención y no volví a leer nada suyo hasta muchos años después, cuando la autora hizo una presentación en Madrid del primer libro de su nueva saga The Raven Boys. Fui sin tener ni idea acerca del libro y sin saber tampoco gran cosa de Maggie. Me hacía ilusión conseguir un libro firmado por una autora extranjera, pero no me esperaba mucho más.
Pues bien, me equivocaba: la presentación me encantó, Maggie me pareció fascinante y divertida y me lo pasé genial… hasta que me llegó el turno para que me firmase el libro. Y el problema no fue ella, sino yo, que me quedé totalmente muda. ¿Qué iba a decirle? No sabía realmente de qué iba la nueva novela y no había leído ninguna de las anteriores salvo Temblor, del que casi no recordaba nada. Así que me puse muy roja, sonreí sin decir nada y suspiré de alivio cuando me hubo firmado el libro y pude alejarme de allí.
Me arrepiento profundamente.
Llegué a casa, empecé a leer el libro y lo devoré. Y entonces se me ocurrieron mil cosas que podría haberle dicho, montones de preguntas que podría haberle hecho a Maggie. Pero era demasiado tarde.
Así que este mes os traigo un postre literario [con el que espero atraer a Maggie de vuelta a España si algún día por casualidad se encuentra con este blog. Solo espero que no use el traductor de google…] sacado del tercer libro de The Raven Boys: El tercer durmiente (que, por cierto, tiene un título mucho más bonito en inglés: Blue Lily, Lily Blue):
La mujer tecleó rápidamente algo en su ordenador.
—Veo que alguien acaba de cumplir años… —comentó.
—¡No me digas que ha sido tu cumpleaños! —exclamó Noah, y Blue tuvo que hacer un esfuerzo por contestarle a la orientadora en vez de a él.
—Eeeh… Yo… Sí.
Había sido hacía dos semanas. En un año normal, Maura le habría hecho los brownies pegajosos que eran su especialidad; pero ese año, Maura no estaba. Persephone se había esforzado por recrear aquella delicia pegajosa, pero sus brownies, accidentalmente, habían acabado por salir secos y perfectos, adornados con diseños de azúcar glas. Cala le había preguntado a Blue si estaba enfadada con ellas, y a Blue le había hecho gracia la idea. ¿Por qué iba a enfadarse con ellas? Era a Maura a la que le habría gustado abofetear. O abrazar.
Como veis, se trata de unos deliciooooooosos brownies de chocolate. La receta no podría ser más sencilla. Y el resultado… madre mía, el resultado. Digamos que no sé si estoy más enamorada del postre o de los personajes. Y eso, con los Raven Boys (especialmente Ronan ♥), es mucho decir.
Pero basta de fangirleo; vamos con la receta (basada en esta de Alma Obregón):
Los brownies de El tercer durmiente
Ingredientes
- 300 g de crema de chocolate y avellanas (más extra para decorar)
- 2 huevos
- 100 g de harina
- 50 g de pepitas de chocolate (más unas pocas extra para decorar)
Preparación
1. Ponemos todos los ingredientes (excepto los extras para decorar) en un bol y mezclamos con una cuchara hasta que estén perfectamente integrados.
2. Forramos un molde cuadrado con papel de horno.
3. Vertemos la mezcla en el molde procurando que tenga entre 3 y 5 cm de altura.
4. Introducimos en el horno (precalentado a 180º C) y dejamos que se haga durante 10-15 minutos, dependiendo de si queréis que os salgan pegajosos, como los de Maura, o más secos, como los de Persephone. (Personalmente, me inclino más hacia Maura. El interior a medio hacer, con el chocolate fundido, está de muerte).
5. Sacamos el brownie del horno, lo desmoldamos cuando esté templado, lo cubrimos con la crema de chocolate (calentadla unos segundos en el microondas si está demasiado espesa) y lo decoramos con unas cuantas pepitas más de chocolate. Al hacerlo cuando el brownie todavía está templado, el chocolate se derrite añadiendo una «pegajosidad» extra que lo hace todavía más perfecto.
¡Terminado! Os reto a no probarlo inmediatamente después de decorarlo, cuando aún está calentito. Todavía no sé de nadie que lo haya conseguido.
Normalmente, aquí os repetiría lo fácil que es y lo bueno que está, pero esta vez dejaré que las imágenes hablen por sí solas. ;P
¡Nos vemos en el próximo postre literario!
- Los dulces de melocotón de «Hierro y seda» - 11/07/2018
- Los rollitos de canela de «Las carreras de escorpio» - 27/06/2018
- El pan de nueces de «El talismán albanés» - 30/05/2018
¡Qué buena pinta! Y, sobre todo, parece sencillito. A ver si me animo y lo intento 😉
Creo que es el postre literario más sencillo que he hecho. ¡Y de los más ricos!
me gusta 🙂