YA TE HE CONTADO más de una vez que empecé a escribir un poco más en serio allá por 2006, cuando tenía 12 añitos y mucho tiempo libre. Esta entrada es un viaje al baúl de los recuerdos para demostrarte dos cosas: la primera, que todos tenemos un pasado oscuro en el que cultivábamos patatas; la segunda, que aquí no se tira nada y que con las patatas más feas también se puede hacer una tortilla.
Una curiosidad: en Potsdam (Alemania), la gente deja patatas en la tumba del kaiser Federico II de Prusia, el Grande. Dicen que mandó custodiar con tanto celo una plantación de patata que la gente empezó a pensar que las patatas eran algo valioso (frente a la concepción popular de que eran comida del diablo) y que a partir de esto se generalizó su consumo entre las personas.
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