LOS PROFES DE INGLÉS (entre los que a veces se me olvida incluirme) tienen una expresión para definir ese estadio del aprendizaje en el que te encuentras cuando sabes lo suficiente de un tema (ya sea de inglés o de cualquier otro idioma o habilidad) como para ser consciente de que lo mucho que te queda por aprender y en el que parece que te atascas: llega un punto en el que tienes un conocimiento medio y te cuesta mucho más avanzar que al principio y empiezas a buscar causas y culpables y puede que termines tirando la toalla. Es lo que suele conocerse como intermediate plateau, y está íntimamente relacionado con el famoso Síndrome del Impostor del que nos habla Isaac Belmar en este artículo y que también menciona Gabriella Campbell en este otro.
Puede que no estés demasiado interesado en sacarte un B2 en inglés, pero el intermediate plateau es algo que también afecta a tu vida como escritor, sobre todo cuando te embarcas en un proyecto ambicioso: ¿no te ha pasado nunca que, después de llevar meses trabajando en la misma novela, pese a escribir una cantidad decente de palabras al día, te parece que te has atascado a la mitad del segundo acto y que nunca va a llegar ese momento climático que fue la única razón por la que empezaste a escribir tal tocho? ¿No te ha dejado el NaNo un mal sabor de boca porque, pese a haber completado el reto de las 50k palabras (por cierto, si lo has hecho ¡enhorabuena! Yo me conformo con haber superado las 20k), no estás ni siquiera cerca de terminar esa novela que llevas años planeando y que parece que nunca acabarás?
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