LO QUE VOY A CONTAROS no es ningún secreto: adoro a Maggie Stiefvater.
A la mayoría de la gente, el nombre le sonará de la saga Los lobos de Mercy Falls. A decir verdad, yo misma entré en contacto con Maggie a través del primer libro de la saga, Temblor, siendo adolescente. Sin embargo, no me llamó especialmente la atención y no volví a leer nada suyo hasta muchos años después, cuando la autora hizo una presentación en Madrid del primer libro de su nueva saga The Raven Boys. Fui sin tener ni idea acerca del libro y sin saber tampoco gran cosa de Maggie. Me hacía ilusión conseguir un libro firmado por una autora extranjera, pero no me esperaba mucho más.
Pues bien, me equivocaba: la presentación me encantó, Maggie me pareció fascinante y divertida y me lo pasé genial… hasta que me llegó el turno para que me firmase el libro. Y el problema no fue ella, sino yo, que me quedé totalmente muda. ¿Qué iba a decirle? No sabía realmente de qué iba la nueva novela y no había leído ninguna de las anteriores salvo Temblor, del que casi no recordaba nada. Así que me puse muy roja, sonreí sin decir nada y suspiré de alivio cuando me hubo firmado el libro y pude alejarme de allí.
Me arrepiento profundamente.