Los andamios de la novela histórica | No digáis que no tenemos nada

Los andamios de la novela histórica | No digáis que no tenemos nada — Esquinas Dobladas

PUES NO, NO ME ESTOY refiriendo a los Andamios de Mario Benedetti (¿lo has leído? No lo conocía, pero investigando un poco para este artículo he leído muy buenas críticas), sino a los andamios que constituyen la estructura de una novela: he tomado prestada la expresión de una entrevista de la escritora Madeleine Thien, que resulta que es la autora de la novela histórica de la que quiero hablar hoy: No digáis que no tenemos nada.

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La novela histórica: ¿adictiva o aburrida? Ken Follett vs. Carmen Posadas

La novela histórica: ¿adictiva o aburrida? Ken Follett vs. Carmen Posadas – Esquinas Dobladas

YA SÉ QUE LAS COMPARACIONES son odiosas y que cada libro tiene sus cosas buenas y su público, pero como en realidad no me dedico a hacer reseñas sino a analizar algunos aspectos de ciertas novelas históricas y la mejor manera de hacerlo es con ejemplos concretos, hoy vengo a hablarte de por qué hay algunas novelas (históricas, pero también de otros géneros) que se nos hacen aburridísimas y otras que devoramos en cuestión de días, sin importarnos su (en ocasiones) abultado número de páginas.

Y para ello he escogido estas dos novelas: La caída de los gigantes, de Ken Follett, y El testigo invisible, de Carmen Posadas. Son ambas la primera de cada autor que he tenido la oportunidad de leer y, salvando las distancias, porque cada una tiene una intención claramente diferente, puede decirse que ambas comparten, al menos en parte, la misma ambientación: la Primera Guerra Mundial en lo que entonces era el Imperio Ruso y la Revolución Bolchevique de 1917.

Pero ahí se terminan las semejanzas: aunque terminé de leer los dos libros, como es mi costumbre, uno de ellos se me hizo entretenidísimo mientras que el otro me pareció un auténtico tostón.

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Qué necesitas saber para construir las escenas de tu novela

Cuando la luna brille

LA SEMANA PASADA te hablé un poco de la estructura de las escenas y de cómo elegir las escenas que necesitas para contar una historia. Hoy vengo para añadir un poco de teoría a todo eso, con una lista de artículos muy interesantes sobre las escenas y la escaleta que espero que te ayuden con la estructura y la planificación de tu novela.

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Cómo separar el grano de la paja en tu novela

Cómo separar el grano de la paja en tu novela

CUANDO ESTABA ESCRIBIENDO el primer borrador de la novela que estoy en proceso de corregir ahora mismo (para la que me puse a buscar como loca si había lecheros en Berlín en 1961), tuve varios baches de escritura. No es la primera vez que me atasco, ni será la última, pero sí que ha sido especialmente duro para mí terminar esta novela, entre otras cosas porque he tardado más de lo que suelo en acabarla (también porque es más larga que las que he escrito antes) y porque la empecé antes de tiempo: sabía cómo quería que fuera el final pero no tenía claros puntos muy importantes de la estructura (como quién quería que fuera mi narrador) ni del tono que quería darle, así que no sabía cómo iba a llegar a ese final.

Normalmente, suelo planificar las cosas con mucho más cuidado y me hago una escaleta o lista de escenas, o por lo menos de lo que quiero que pase en cada capítulo. Pero esta vez me lancé a la piscina demasiado rápido, con cosas como «1971, Heike» como TODA indicación de lo que iba a ocurrir en el capítulo 3 (un capítulo que debía tener cerca de 15.000 palabras y que, claramente, iba a necesitar algo más que monólogos internos del personaje cuyo punto de vista quería explotar para funcionar).

Además, como me marqué a mí misma un objetivo diario de 700 palabras que me decidí a cumplir, la consecuencia clara de todo esto es que había días que me sentaba ante el Word sin saber qué se suponía que tenía que hacer con mis personajes. Así que ahora, corrigiendo, me toca leer (y eliminar o, al menos resumir), párrafos y párrafos de descripción de cómo mi Heike se prepara un café, se lo toma, mira el reloj de pared de la cocina, se levanta y lava los cacharros, limpia la encimera, se mira al espejo del pasillo, va al cuarto de baño, decide que es buen momento para fregar el suelo, etc. Es decir: paja. Relleno que escribí para cumplir con las 700 palabras diarias mientras encontraba la manera de hacer que Heike se decidiera a salir de casa y a ir a hablar con Fulanito de tal, que era lo que me interesaba que pasara.

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Plantilla para Excel: la estructura de los tres actos | Las herramientas del escritor (4)

Las herramientas del escritor

LA SEMANA PASADA te hablé de la estructura de los tres actos, uno de los modelos narrativos más aplicados en todo tipo de historias. Y te enseñé cómo yo misma he utilizado ese modelo para escribir mi última novela y cómo puedes hacer tú lo mismo. De hecho, utilicé un gráfico de Excel para visualizar en qué puntos mi novela se desvía de la guía, lo cual me ha servido para determinar qué zonas podría alargar un poco y cuáles funcionarían mejor si las acortara. No es algo determinante, pero sí una ayuda más para la fase de corrección, y una de las pocas que puedes calcular de forma objetiva.

Así que esta semana te traigo una plantilla descargable de Microsoft Excel para que tú también puedas calcular hacia en qué porcentaje de tu novela has colocado los puntos de inflexión y de giro. He intentado hacerla lo más sencilla posible, pero por si acaso voy a dedicar esta entrada a explicar cómo funciona. Para ello, voy a utilizar de modelo los datos correspondientes a mi novela publicada, Cuando la luna brille (que, por cierto, te animo a que compres si te interesan las historias de vikingos).
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La estructura narrativa de los tres actos

Esquinas Dobladas

EL NÚMERO TRES siempre ha sido clave a la hora de contar historias. En los cuentos populares (por los que no me avergüenza admitir que tengo una especial debilidad) siempre son tres las pruebas que debe superar el príncipe y tres los hermanos que salen en busca de aventuras. En la versión de Perrault, la Cenicienta acude a tres bailes durante tres noches seguidas; tres los intentos que tenía la hija del molinero para averiguar el nombre del Enano Saltarín (Rumplestiltskin) y tres eran las cualidades de la Blancanieves de los hermanos Grimm: blanca como la nieve (piel), roja como la sangre (labios), negra como el ébano (pelo). Y, por supuesto, no podemos olvidarnos de Los Tres Cerditos.

También son tres las partes tradicionales del cuento: la introducción, el nudo y el desenlace, en las que se basa esto de la estructura de los tres actos. De hecho, se trata de un modelo tan extendido que es más que probable que tú mismo hayas estado utilizándolo hasta cierto punto sin ni siquiera saber que lo estabas haciendo… La lógica te dice que tienes que presentar la situación y los personajes antes de que comience el conflicto propiamente dicho, entre otras razones porque necesitas que tus lectores empaticen con tus protagonistas antes de empezar a tirarles desgracias a la cara: necesitas que se interesen por lo que pueda pasarles. Pero, créeme, es mucho más sencillo y cómodo sentarte con un esquema de esta estructura y preguntarte cuáles van a ser tus puntos de inflexión antes de empezar a escribir que pararte en la página 74 porque no sabes adónde estás llevando tu historia y no tienes claro si has aumentado la tensión lo suficiente como para llegar ya al clímax. ¡Ojo! Esto no significa que no puedas ser un escritor de brújula. No quiere decir que tengas que tener una escaleta perfectamente detallada de cada escena de tu novela: simplemente necesitas saber más o menos en qué punto va a morir el mejor amigo del protagonista, por ejemplo. Y guiar las emociones de tu lector para que en ese punto se le escape la lagrimita que estás buscando.

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Qué debes hacer antes de empezar a escribir una novela

Qué debes hacer antes de empezar a escribir una novela

POR SI ACASO, antes de comenzar voy a reiterar que los consejos que iré explicando a continuación son fruto de mi experiencia personal de ensayo y error. De las diecisiete novelas que he empezado a escribir a lo largo de mi vida, he terminado quince (unas con mejores resultados que otras, todo hay que decirlo), y es a partir de este bagaje que me autodenomino pseudo-experta en el arte de no dejarse vencer por el Síndrome de la Página en Blanco (el cual es un tema tan interesante que me lo reservo para entradas futuras).

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