Cómo escribir el comienzo perfecto

Cómo escribir el comienzo perfecto

HACIENDO UNA COSA que no se debe hacer nunca (cuándo haré caso de mis propios consejos…), estoy intentando arreglar el primer párrafo de la novela que estoy escribiendo. Digo que es algo que no se debe hacer nunca porque no es muy aconsejable ponerse a corregir cuando todavía no está el primer borrador terminado, pero como últimamente estoy escribiendo un poco a rachas (hay días que parece que todo fluye y días que no consigo poner dos palabras juntas) y como (otra de las causas de mi crisis de mitad de novela) tampoco puedo dedicarle a escribir todo el tiempo que me gustaría, me he dicho que tampoco viene mal replantearme un poco el concepto y adónde quiero llegar con esta novela. Porque tener una dirección en la que viajar me ayuda a seguir adelante, pero tener claro de dónde parto también me ayuda a situarme.

Y todo esto me lleva a la primera frase. Ay, la primera frase. La más complicada de toda la novela. Es la frase que debe atrapar al lector, que aún no sabe nada de ti. No sabe nada de tus personajes, no le importa lo que les pase y, si es como yo, ha empezado a leer tu novela porque quiere deshacerse de la resaca de la última que ha leído.

Cuando yo empiezo a leer algo, las primeras páginas son una auténtica tortura. No me sitúo, no consigo concentrarme en lo que estoy leyendo. No estoy familiarizada con el estilo del autor, no entiendo las referencias ¡y no sé qué está pasando! Hasta que pasa algo que consigue captar mi atención. Y, cuanto antes llegue ese algo, mejor. Porque yo nunca dejo libros sin terminar, pero es más que probable que la mayoría de tus lectores no aguante cincuenta páginas (ejemplo extremo) hasta que consigas atraparlo.

De hecho, deberías ser capaz de atraparlo en la primera frase. Como mucho, en el primer párrafo. Indudablemente, en la primera página. ¡Y esto es terriblemente difícil!

Total, que debes ser capaz de contar de qué va a ir tu novela (sin desvelar nada, claro está), haciendo que tu lector quiera saber qué va a pasar, al mismo tiempo que lo sacas de su mundo habitual (o del recuerdo de su última lectura) y lo colocas en el mundo de tu libro, sin que se pierda demasiado.

¿Y cómo se escribe un buen comienzo?

Lo que tenemos claro es lo que no hay que hacer. Nada de infodumping, por ejemplo. Aquí tienes más ejemplos de inicios nefastos (o a evitar).

Si no tienes claro qué es lo que sí debe tener un buen comienzo, en este artículo de Inteligencia Narrativa tienes unos cuantos consejos bastante útiles. También en LiterUp y en Literautas han hablado de ello y, si te manejas con el inglés, este otro enlace también puede serte útil.

¿Y qué he hecho yo? Después de estudiarme muy bien la teoría, me he ido a consultar ejemplos. He cogido los primeros párrafos de novelas que tenía por las estanterías y que disfruté leyendo (y de las que me acuerdo, claro, porque necesitaba comprobar que las primeras palabras se correspondían con el resto de la trama y anunciaban lo que estaba por venir). Casi, casi que podríamos decir que son mis favoritas:

«La sombra del viento», Carlos Ruiz Zafón

Nostalgia, un cementerio de nombre peculiar y en un par de frases estamos perfectamente situados en el tiempo y el espacio.

Todavía recuerdo aquel amanecer en el que mi padre me llevó por primera vez a visitar el Cementerio de los Libros Olvidados. Desgranaban los primeros días del verano de 1945 y caminábamos por las calles de una Barcelona atrapada bajo cielos de ceniza y un sol de vapor que se derramaba sobre la Rambla de Santa Mónica en una guirnalda de cobre líquido.

«Peter Pan y Wendy», James M. Barrie

Todos los niños, menos uno, crecen. Desde muy pronto saben que van a crecer, y Wendy lo supo de la siguiente manera: un día, cuando tenía dos años, estaba jugando en el jardín, cogió una flor y corrió con ella hacia su madre. Supongo que en ese momento estaba encantadora, porque la señora Darling se llevó la mano al corazón y exclamó: «¡Ojalá pudieras quedarte así para siempre!» Fue todo lo que ocurrió entre ellas, pero desde ese instante Wendy supo que tenía que crecer. Todos nos enteramos de eso a los dos años. Los dos años son el principio del fin.

«Las tribulaciones de un chino en China», Julio Verne

La ironía está presente en este libro desde el primer momento.

—Es preciso convenir, sin embargo, en que la vida tiene algo bueno —dijo uno de los comensales, que tenía los codos apoyados sobre los brazos de su asiento de respaldo de mármol y chupaba una raíz de nenúfar con azúcar.

«Impresión bajo sospecha», Carlos Fortea

Teniendo en cuenta que la novela va sobre la Ilustración…

Miró por el ojo de la cerradura, como si se asomara a la luz de una estrella en medio de una noche tenebrosa.

«Un mundo feliz», Aldous Huxley

Nos coloca directamente en el mundo en el que se desarrolla la historia: el gancho lo constituyen las diferencias de este con el nuestro propio. Habla de Londres, pero parece que no es el Londres que conocemos…

Un edificio gris, achaparrado, de solo treinta y cuatro plantas. Sobre la entrada principal se lee: «Centro de Incubación y Condicionamiento de la Central de Londres», y, en un escudo, la divisa del Estado Mundial: «Comunidad, Identidad, Estabilidad».

«Cometas en el cielo», Khaled Hosseini

Diciembre de 2001

Me convertí en lo que hoy soy a los doce años. Era un frío y encapotado día de invierno de 1975. Recuerdo el momento exacto: estaba agazapado detrás de una pared de adobe desmoronada, observando a hurtadillas el callejón próximo al riachuelo helado. De eso hace muchos años, pero con el tiempo he descubierto que lo que dicen del pasado, que es posible enterrarlo, no es cierto. Porque el pasado se abre paso a zarpazos. Ahora que lo recuerdo, me doy cuenta de que llevo los últimos veintiséis años observando a hurtadillas ese callejón desierto.

«El retrato de Dorian Gray», Oscar Wilde

El artista es el creador de las cosas bellas.

Revelar el arte y ocultar al artista es la meta del arte.

«El espía que llegó del frío», John Le Carré

Las palabras clave aquí son americano y puesto de control (junto con el espía del título).

El americano ofreció a Leamas otra taza de café y dijo:

—¿Por qué no se vuelve a dormir? Podemos llamarlo si aparece.

Leamas no respondió: miraba absorto a través de la ventana del puesto de control, hacia la calle vacía.

«El fin del mundo y el País de las Maravillas», Haruki Murakami

El ascensor se elevaba con extrema lentitud. Vaya, debía de estar subiendo, imaginé. No lo sabía a ciencia cierta. Porque ascendía tan despacio que yo había perdido el sentido de la dirección. Es posible que bajara y es posible, asimismo, que no se moviera en absoluto. Yo me había limitado a decidir arbitrariamente, haciéndome una composición de lugar, que el ascensor subía.

Ya desde el principio se intuye que la novela va a ser algo surrealista.

«Harry Potter y la piedra filosofal», J.K. Rowling

El señor y la señora Dursley, que vivían en el número 4 de Privet Drive, estaban orgullosos de decir que eran muy normales, afortunadamente. Eran las últimas personas que se esperaría encontrar relacionadas con algo extraño o misterioso, porque no estaban para tales tonterías.

Este comienzo me encanta como primer párrafo, tanto por la forma en la que crean intriga y sientan las bases del tipo de narración al que nos enfrentamos, como por la grandísima ironía de todo lo que sabemos una vez que hemos leído la saga entera.

«Marianela», Benito Pérez Galdós

Se puso el sol. Tras el breve crepúsculo vino tranquila y oscura la noche, en cuyo negro seno murieron poco a poco los últimos rumores de la tierra soñolienta, y el viajero siguió adelante en su camino, apresurando su paso a medida que avanzaba la noche. Iba por angosta vereda, de esas que sobre el césped traza el constante pisar de hombres y brutos, y subía sin cansancio por un cerro, en cuyas vertientes se alzaban pintorescos grupos de guindos, hayas y robles. (Ya se ve que estamos en el Norte de España).

«El curioso incidente del perro a medianoche», Mark Haddon

Pasaban 7 minutos de la medianoche. El perro estaba tumbado en la hierba, en medio del jardín de la casa de la señora Shears. Tenía los ojos cerrados. Parecía estar corriendo echado, como corren los perros cuando, en sueños, creen que persiguen un gato. Pero el perro no estaba corriendo o dormido. El perro estaba muerto. De su cuerpo sobresalía un horcón. Las púas del horcón debían de haber atravesado al perro y haberse clavado en el suelo, porque no se había caído. Decidí que probablemente habían matado al perro con la horca porque no veía otras heridas en el perro, y no creo que a nadie se le ocurra clavarle una horca a un perro después de que haya muerto por alguna otra causa, como por ejemplo de cáncer o por un accidente de tráfico. Pero no podía estar seguro de que fuera así.

Más…

Hay muchas, muchas listas de comienzos de libros. Esta, por ejemplo, con 37. O esta, con otros diez inicios bastante famosos. ¡Esta lista reúne nada más y nada menos que 50! Aquí tienes otra lista de primeras frases geniales y, según esta encuesta, el mejor de todos es el inicio de Historia de dos ciudades.

Claro que, después de leer tantos comienzos tan bien hechos, se me hace muy difícil escribir uno con el que esté satisfecha… Spoiler: todavía no lo he conseguido (¡pero seguiré intentándolo!)

¿Te cuesta arrancar tanto como a mí? ¿Crees que las primeras líneas son importantes? ¿Cómo comienza tu novela favorita? ¿Cuáles son las primeras líneas de la que tú has escrito?

Elena

4 respuestas a «Cómo escribir el comienzo perfecto»

  1. ¡Hola! Hace bastante que no me paso a comentar en condiciones, y eso que la entrada anterior me dio ganas de decir muchas cosas. Pronto me pondré a ello.
    En esta entrada me has conquistado al poner el comienzo de Peter Pan. *Muere de amor* Y el de Harry Potter también es muy bueno, la verdad. Nunca me había parado a pensarlo, pero es genial.
    Pero dinos, ¿has sacado alguna conclusión sobre por qué te gustan especialmente esos comienzos? Porque,a medida que iba leyendo los tuyos, se me iban ocurriendo otros, pero no sabría definir qué los hace especiales. Luego están los ultrafamosos, como el de El Quijote (En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme…) y Cien años de soledad (Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía habría de recordar el día en que su padre lo llevó a conocer el hielo). Pero aparte de estos, he pensado en:
    1. Harry Potter y la cámara secreta: «No era la primera vez que en el número cuatro de Privet Drive estallaba una discusión durante el desayuno. Al amanecer, había despertado al señor Vernon Dursley un sonoro ulular procedente del dormitorio de su sobrino Harry». <– Este me encanta porque te lo presenta todo súper normal: discusiones en el desayuno sobre cómo controlar a la lechuza de Harry. Te mete de lleno en la historia.
    2. El Hobbit: "En un agujero en el suelo vivía un hobbit. No un agujero húmedo, sucio, repugnante, con restos de gusanos y olor a fango, ni tampoco un agujero seco, desnudo y arenoso, sin nada en que sentarse o que comer: era un agujero-hobbit, y eso significa comodidad". <– No sabría definir qué hace a este comienzo tan perfecto, más allá de que parece de cuento, pero también es de los que me hace sonreír cada vez que lo leo.
    3. Orgullo y Prejuicio: "IT is a truth universally acknowledged, that a single man in possession of a good fortune must be in want of a wife.
    However little known the feelings or views of such a man may be on his first entering a neighbourhood, this truth is so well fixed in the minds of the surrounding families, that he is considered as the rightful property of some one or other of their daughters." <— Este tenía que ponerlo en inglés porque nunca encuentro una traducción que me convenza totalmente para reflejar la deliciosa ironía de Jane Austen, pero me parece de los mejores principios que se hayan escrito.
    4. Las horas distantes, de Kate Morton. De esta no cito el principio porque es más bien un prólogo con el comienzo de un libro (ficticio) titulado "La verdadera historia del hombre de barro". Es un prólogo muy poético, como de cuento de hadas, y como la novela gira alrededor de ese libro ficticio, diría que no hay forma mejor de empezarla.

    Y por último, hace un par de días terminé de leer The Martian, de Andy Weir (sí, la novela de la que surgió la película en la que Matt Damon se queda atrapado en Marte; ambas muy recomendables) y tengo que decir que su principio es también genial:
    "LOG ENTRY: SOL 6
    I'm pretty much fucked.
    That's my considered opinion.
    Fucked."
    ¿Qué mejor manera de meterte en la historia? xD La verdad es que sienta el tono de la novela de una forma increíble, porque casi todo el libro son "log entries" del protagonista contando todas y cada una de las formas en las que ha estado a punto de morir, con una ironía envidiable.

    Así que he llegado a la conclusión de que me gustan los principios con ironía o que parecen de cuento de hadas. Me gusta que, o bien empiecen a contarme una historia como si fuera algo mágico para que luego me pille por sorpresa la realidad, o bien que me suelten de golpe en el universo de los personajes, como cuando entras a la piscina de un salto, para ahorrarte los minutos de transición entre el calor y el agua fría.
    Y después de este comentario kilométrico y random, te dejo, que se me acumulan las cosas que hacer.
    :3

    1. Pues para mí todos esos comienzos tienen en común que dicen mucho en pocas palabras: cuando empiezas a leer el libro por primera vez, consiguen que quieras saber más porque son misteriosos; cuando ya has terminado y relees el principio, resulta que anuncian perfectamente qué va a pasar y, básicamente, qué puedes esperar del resto de la novela, aunque no te dieras cuenta en el primer momento. Creo que funciona porque en nuestro subconsciente se queda esa sensación que nos ha provocado el comienzo y, si cumple con lo prometido, la satisfacción de la lectura se multiplica.
      Y, por supuesto, hay principios muy, muy conocidos que me he dejado fuera de esta lista, los que tu mencionas (en los enlaces que he dejado al final hay listas de principios archiconocidos que, si lo son, es porque funcionan), pero o bien no terminaban de combinar todo lo que yo quería transmitir con esta entrada en los dos o tres primeros párrafos, o bien no recordaba la trama lo suficientemente bien como para juzgar si eran buenos principios para esa historia, o bien no tenía el libro a mano para comprobarlo.
      Coincido contigo de todas formas en que prefiero los principios que te meten de lleno en la historia a principios «de situación» para colocar al lector en el ambiente, pero por supuesto depende del libro y del tono de la historia…
      ¡Muchas gracias por tu comentario!

  2. ¡Hola, Elena!

    Me estoy paseando por tu blog y esta entrada me ha gustado mucho. Voy a poner mi pequeño granito de arena con un par de mis principios favoritos. Primero, «El amor en los tiempos del cólera» de García Márquez:

    «Era inevitable: el olor de las almendras amargas le recordaba siempre el destino de los amores contrariados».

    Segundo, «El horror de Dunwich» de H. P. Lovecraft:

    «Cuando el que viaja por el norte de la región central de Massachusetts se equivoca de dirección al llegar al cruce de la carretera de Aylesbury nada más pasar Dean’s Corners, verá que se adentra en una extraña y apenas poblada comarca…».

    Felicidades por el blog, me encanta el diseño y las entradas 🙂

    Un beso,

    Altea.

    1. ¡Hola, Altea! Muchísimas gracias por tu comentario ¡y por tus palabras! Acabo de mudarme de blog y yo también estoy contentísima con cómo ha quedado el diseño ¡así que me hace mucha ilusión que me digas eso!

      No he leído ninguno de los dos libros que mencionas (aunque debería), pero sobre todo me llama la atención el de García Márquez 😉

      Espero verte de nuevo por aquí. ¡Un abrazo!

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