Infodumping con alevosía
Mal que nos pese, a todos los escritores, más si somos de novela histórica, se nos escapa de vez en cuando un poquito de infodumping.
Mal que nos pese, a todos los escritores, más si somos de novela histórica, se nos escapa de vez en cuando un poquito de infodumping.
El otro día encontré casualmente un artículo escrito por Heather O’Neill para Lit Hub que se titulaba «He leído cien libros para escribir uno». ¡Documentación extrema!
La escritura es una carrera de fondo y yo llevo corriendo desde que tenía doce años. En todo este tiempo he escrito muchas patatas, me he llevado muchos chascos y he visto un poco de todo, pero sobre todo puedo decir que he aprendido un par de cositas tras haber escrito más de 600 000 palabras.
¿Por qué Hitler prohibió las tipografías góticas en los periódicos alemanes? ¿Hasta cuándo se siguieron utilizando las letras góticas?
En julio de 1943, la ciudad de Hamburgo fue destruida por los bombardeos aliados en la llamada Operación Gomorra.
Gestionar la información en la novela histórica (y en cualquier otra novela) no es fácil: es especialmente tentador contar demasiado, dar detalles innecesarios y explayarte hablando de todo eso que has descubierto documentándote y que, claro, a ti te parece fascinante, pero no lo es para el lector. Y también es fácil (sobre todo si te pareces un poco a mí) quedarse corto y suponer que el lector te sigue incluso aunque no le hayas dado las pistas necesarias para que recorra contigo el camino.
Este verano, con esto de las vacaciones y gracias a una escasez de acceso a internet, he tenido que reaprender a escribir sin documentarme. O, lo que es lo mismo, he hecho un esfuerzo por seguir escribiendo: nada de pararme a completar detalles y, por supuesto, nada de pasar tres horas de reloj mirando a la pantalla porque hay una palabra que no me viene a la mente. Al fin y al cabo, ya habrá tiempo de volver a todo eso cuando comience a corregir la novela. ¿Cómo recordarás dónde está el huequecito que tienes que llenar con el nombre del postre o del personaje tal, entre tantos miles de palabras en tu manuscrito?
Si escribes a mano, pon un post-it. Si escribes en Word, utiliza los comentarios.
«Ya me pondré a escribir mañana». ¿No te pasa? Ya sea la documentación o tu blog de escritor o tus redes sociales o cualquier otra cosa de las que siempre anteponemos a sentarnos realmente ante el ordenador y empezar a teclear.
La entrada de hoy va de escuelas que se mueven, porque como te he contado ya en alguna ocasión estoy actualmente escribiendo una historia ambientada en un circo. Como es un circo medianito, hay bastantes niños (aunque en este caso no tengo a ninguno como protagonista): ¿y qué pasa cuando hay niños? Bingo: que necesitamos una escuela.
Pues bien, aprovechando el tirón del NaNoWriMo, en noviembre empecé una nueva novela. No requiere tanta documentación como la anterior (no es histórica), pero siendo como soy es inevitable que me ponga a investigar algunos detalles. Y, casi, por casualidad, he descubierto una herramienta que nunca me habría planteado podría servirme para organizarme la vida. ¿Que cuál es? Sorprendentemente, Pinterest.